“Que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son” -Calderón de la Barca-

El otro día en clase hablábamos sobre el juego como trampolín de la creación. Para ponerlos en contexto, discutíamos una lectura de Sigmund Freud.

Ahí Freud establece que el misterio del escritor radica en la fantasía, y es en el sueño donde nacen sus letras. Compara ese impulso como cuando un niño juega e imagina que realmente es ese personaje que está interpretando en el juego. Lo mismo nos sucede a los actores, jugamos a ser alguien, pero en serio.

Mientras leía, me reía sola, pues siempre he visto lo que hago como un juego, pero en serio y eso mismo es crear: jugar, pero en serio. Se nos ha imposibilitado las ganas de soñar.

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Cuando se es adulto, las prioridades cambian y jugar es poco probable. Se preguntarán: ¿por qué Norwill escribe sobre esto? Precisamente, para verbalizar lo que tanto he imaginado y soñado. No sabía que me apasionaba tanto esa oportunidad de ser actriz, “escritora” y lectora.

Si los seres humanos viéramos la vida como un juego, habría más disfrute en ella. Pero nos empeñamos en coger la vida muy en serio y eso nos estresa. Muchas veces olvidamos disfrutarnos el minuto a minuto de la vida y las sorpresas que trae consigo un día de vida. Hace mucho tiempo me propuse vivir con intensidad cada día, soñar y trabajar incansablemente hasta lograr todos mis sueños. En el momento en que adopté esa filosofía de vida, todo es más placentero. De igual forma lo practico en mis procesos creativos. Imagino, sueño y construyo. Intento no presionarme y fluir. Aunque no les miento, me exijo demasiado, pero de todas formas me divierto, no me pesa crear y hacer.

Y esta misma filosofía de vida se la comparto a mis estudiantes a la hora de enseñarles. Les invito que conozcan las artes escénicas a través de algo que es tan común para todos como lo es jugar. Ojalá y nuevamente se implemente en el Sistema de Educación los cursos de Bellas Artes como parte del currículo académico, para que de este modo todos nuestros estudiantes puedan disfrutar de los beneficios del arte en función del desarrollo del ser humano integral.

De esta manera formaríamos estudiantes más completos. Y no es que pretendamos que todos nuestros estudiantes sean artistas, sino que no pierdan la capacidad de imaginar, soñar, crear y descubrir el poder que se tiene cuando se sueñan las cosas.

En la medida que nos hagamos conscientes que somos lo que soñamos, valoraremos el poder nuestros sueños.

Deberíamos tener la posibilidad de una vez a la semana ser niños, sin preocupaciones y, simplemente, jugar. Al escribir estas líneas, imaginé primero y ese imaginario lo transformé en palabras, acciones e imágenes. ¿En qué momento la vida se nos complicó y nos cuesta tanto imaginar? ¿Tendrá respuesta esa interrogante? No lo sé; me propongo descifrarlo día a día. La vida toda es sueño, imaginación y acción.

Freud dice que el niño juega y el adulto fantasea. Yo, en cambio, juego, fantaseo y creo. No concibo mi vida sin la posibilidad de soñar. Descartes decía: “pienso, luego existo” yo digo: “sueño, luego existo”.

Este puño es una invitación a soñar, imaginar y crear. Aunque pienses que no puedes, inténtalo. Te propongo que saques cinco minutos al día para imaginar a ver qué sale. Los adultos debemos vivir soñando y jugando, atrévete a ser quien quieras ser. Descubramos el poder de la imaginación, ese poder que vive en nosotros.