El cáncer escamoso de cabeza y cuello se ha considerado históricamente como una enfermedad que ocurre más frecuentemente en la población de personas que utilizan tanto el tabaco como el alcohol. Sin embargo, la mayoría de las campañas de prevención de salud pública se ha enfocado en el tabaco y el cigarrillo, dando pie a cierto desconocimiento de parte de la población en general respecto a la asociación de estos tipos de cáncer con el alcohol.

Sabemos que el alcohol, en términos de riesgo, tiene un efecto sinérgico con el tabaco, aumentando exponencialmente el riesgo relativo de cáncer en pacientes fumadores. El uso combinado de tabaco y alcohol aumenta hasta en un 50% el riesgo de tener cáncer de laringe.

Por otra parte, varios estudios publicados en la literatura médica y científica han encontrado una asociación directa del uso de alcohol con el desarrollo de cánceres en distintos lugares del tracto aerodigestivo superior y han demostrado que ese riesgo también aumenta en la medida en que aumenta el consumo. Por ejemplo, el riesgo relativo de desarrollar cáncer escamoso de la faringe aumenta en aquellos pacientes que ingieren más de dos tragos de alcohol al día, pudiendo ser hasta 125 veces mayor en aquellos pacientes que ingieren más de siete tragos diarios. Estos estudios también han demostrado que el aumento es más marcado en ciertas áreas como: la hipofaringe, la laringe supraglótica y la cavidad oral.

Existe cierta controversia sobre el mecanismo por el cual el alcohol contribuye al aumento en riesgo, existiendo distintas teorías sobre factores locales y sistémicos. Aunque el alcohol, en específico, no se ha catalogado como una sustancia carcinógena, se entiende que actúa como un solvente, permitiendo la absorción de otras sustancias que sí son carcinógenas a través de la mucosa oral y del resto del tracto aerodigestivo. El metabolito tóxico del alcohol, el acetaldehído, también ha estado relacionado al proceso por el cual se lastima la mucosa oral, causando áreas de displasia y cáncer.

Por otro lado, algunos estudios han sugerido que el alcohol activa el sistema enzimático conocido como el p450, que contribuye a la activación de sustancias carcinógenas. También se ha encontrado que el alcohol pudiese disminuir la actividad de otras enzimas que actúan en la reparación del ADN, afectando así la capacidad de las células de evitar mutaciones conducentes a malignidad. Otros posibles efectos del alcohol incluyen un efecto detrimental en nuestro sistema inmunológico, particularmente en el número y la función de las células T y en la actividad de las células macrófagos.

En conclusión, el consumo de alcohol es un factor de riesgo de suma importancia en el desarrollo de cáncer de cabeza y cuello. A pesar de que los esfuerzos de concientización de salud pública han resultado en una gran disminución en el consumo de productos de tabaco durante las últimas décadas, el consumo de alcohol en nuestra comunidad sigue siendo una fuente grande de problemas de salud, incluyendo problemas altamente prevenibles de cáncer de cabeza y cuello.

El autor es cirujano oncólogo de cabeza y cuello, director de la división de Cáncer de Cabeza y Cuello del Centro Comprensivo de Cáncer de la Universidad de Puerto Rico, y catedrático asociado de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico.