La investigación científica y los avances tecnológicos han dado paso a una variedad de tratamientos contra el cáncer. Sin embargo, aun cuando hay investigación dirigida a prevenir o disminuir los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos, todavía muchas personas experimentan reacciones adversas a corto y largo plazo.

Como resultado de la quimioterapia (medicamentos por vía intravenosa u oral para destruir las células cancerosas) y la radioterapia (altas dosis de radiación), entre otros tratamientos, puede presentarse la cardiotoxicidad. Algunos de los problemas cardiovasculares vinculados al tratamiento contra el cáncer son: hipertensión arterial, arritmias, insuficiencia cardíaca e inflamación del pericardio.

Durante la entrevista con Suplementos, el doctor Francisco Córdova Pérez, cardiólogo que practica la cardiooncología, explicó que el efecto adverso puede aparecer más temprano en pacientes que han recibido quimioterapia, mientras que suele ser un efecto a largo plazo en las personas tratadas con radioterapia.

Por otra parte, se ha encontrado que las personas tratadas por cáncer de mama o linfomas tienen un mayor riesgo de padecer insuficiencia cardíaca congestiva que aquellas que nunca han tenido cáncer.

“Si bien el riesgo de padecer insuficiencia cardíaca fue, en general, relativamente bajo, los investigadores hallaron que las personas que habían sido tratadas por cáncer tenían más del doble de riesgo de presentar insuficiencia cardíaca que quienes nunca habían tenido cáncer; y el riesgo fue evidente tan pronto como un año después del diagnóstico de cáncer”, expone el Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés). En su nota titulada: Se observa un riesgo mayor de insuficiencia cardíaca con algunos cánceres, el NCI presenta detalles del estudio liderado por la doctora Carolyn Larsen, de la Clínica Mayo.

Por su parte, la nota: Tratamiento del cáncer sin daño al corazón, del NCI, establece que las personas que han sobrevivido a cánceres infantiles y han sido tratadas con radioterapia en el pecho y a quimioterapia con antraciclina (tipo de antibiótico para tratar el cáncer) tienen un riesgo mayor de efectos secundarios cardíacos.

De la misma manera que la dieta, el uso de alcohol y tabaco, la inactividad física y la obesidad son factores de riesgo asociados con el cáncer, el doctor Córdova Pérez apuntó que también se vinculan a la probabilidad de desarrollar cardiotoxicidad.

Una investigación dirigida por el Colegio Americano de Medicina del Deporte ha presentado la posibilidad de que el ejercicio mitigue los efectos secundarios del tratamiento contra el cáncer como la cardiotoxicidad, tal como presentó el NCI en Recetar ejercicio como tratamiento del cáncer: Conversación con la doctora Kathryn Schmitz. Aunque los resultados no son concluyentes, están vinculados a las recomendaciones médicas en las que el estilo de vida es parte fundamental en la prevención del cáncer y en el tratamiento.

Entre los síntomas que las personas deben estar atentas se incluyen: dolor en el pecho, fatiga, sensación de que le falta el aire, hinchazón en las piernas, palpitaciones y punzadas en el pecho.

Ciertamente, el entrevistado subrayó la importancia de las visitas de seguimiento con el equipo médico y de informar sobre cualquier síntoma que aparezca, así como el mantenimiento de una vida saludable y no abandonar ningún medicamento prescrito, sin la aprobación de su especialista.

Además, destacó la necesidad de la detección temprana y del manejo de la cardiotoxicidad. El monitoreo al paciente debe realizarse antes, durante y luego de finalizado el tratamiento contra el cáncer. Este puede llevarse a cabo a través de un ecocardiograma (prueba que permite tener imágenes detalladas del corazón) y del método diagnóstico strain, o estudio de deformación miocárdica.

Aun cuando es recomendable que estas pruebas se hagan cada tres meses, el doctor Córdova Pérez alertó que las aseguradoras médicas en Puerto Rico dificultan el proceso por las limitaciones de las cubiertas.

“Varios estudios clínicos están explorando nuevas estrategias para prevenir o reducir cambios cardiovasculares perjudiciales inducidos por tratamientos del cáncer”, indica el NCI en el escrito: Tratamiento del cáncer sin daño al corazón.

De acuerdo con el instituto, hay diversas investigaciones en curso como la que estudia si el uso de la atorvastatina (clase de medicamentos para reducir los lípidos) puede ayudar a reducir o impedir la cardiotoxicidad en pacientes con cáncer de seno y linfoma que reciben tratamiento con antraciclina.

A pesar de que en Puerto Rico no se conoce la prevalencia de la cardiotoxicidad a nivel isla, la Sociedad Europea de Cardiología sostuvo que las antraciclinas pueden ocasionar un efecto tóxico en el corazón y provocar insuficiencia cardíaca crónica en aproximadamente el 5 % de los casos. “Se calcula que, en Europa, la prevalencia de la insuficiencia cardíaca crónica secundaria a la cardiotoxicidad relacionada con el tratamiento del cáncer es de aproximadamente 1 millón de personas”, publicó la organización en un comunicado de prensa.

“A través del Centro Comprensivo de Cáncer de la Universidad de Puerto Rico, queremos comenzar a investigar la prevalencia de cardiotoxicidad en el país”, dijo el entrevistado.

Finalmente, es necesario que se continúen las investigaciones sobre el tema como aquellas que estudian la correlación entre los factores de riesgo, la alta prevalencia de la cardiotoxicidad en la población socialmente vulnerable y las disparidades en salud.