“El cooperativismo siempre confronta retos”, dijo la doctora Grisell Reyes Núñez, catedrática asociada del Instituto de Cooperativismo de la Universidad de Puerto Rico. “Al ser un sistema que busca la justicia y la igualdad socioeconómica, continuamente se enfrenta al pensamiento de la acumulación de capital, el ánimo lucrativo y el individualismo. Pese a estos retos, Puerto Rico tiene una larga tradición cooperativista y una sólida confianza en sus organizaciones”.

“Un estudio realizado por el Instituto de Cooperativismo de la Universidad de Puerto Rico y dirigido por el doctor Efraín Rosado, reveló que las cooperativas son más resilientes ante el paso de eventos atmosféricos en comparación con los negocios tradicionales. De acuerdo con los resultados de esta investigación, el 98 % de las cooperativas de tipos diversos, es decir, las de trabajo asociado, consumo, vivienda, etc. continuaban operando a seis meses del huracán María”, explicó la experta.

Y es que al estar fundamentadas en “los valores de ayuda mutua, responsabilidad, democracia y solidaridad”, las cooperativas han logrado “sobrevivir a situaciones sociales difíciles”, lo cual las convierte en una opción especialmente atractiva para los emprendedores, muchos de los cuales se han atrevido a dar ese paso justo ahora, luego de quedar desempleados por la pandemia del COVID-19, o al ver reducidas sus horas de trabajo. Hay quienes tenían ideas de negocios que no habían madurado por falta de dinero, tiempo o necesidad, pero sus nuevas circunstancias los obligan a reinventarse y explorar nuevos territorios. Sin embargo, no tienen que hacerlo solos.

Un modelo distinto

Por su naturaleza, las cooperativas ofrecen servicio personalizado y promueven el bienestar financiero para tomar buenas decisiones. De hecho, se reconocen porque generalmente son las que ofrecen tarifas más bajas, mejores tasas de préstamos y mayores ahorros.

En el caso de la Liga de Cooperativas de Puerto Rico -institución privada sin fines de lucro creada, dirigida y sostenida por las cooperativas - “tenemos una lista de nuevas cooperativas que solo están en espera de permiso de operación”, manifestó Mildred Santiago, directora ejecutiva del organismo, con sede en San Juan.

“Más que nunca, la gente está mirando el modelo cooperativo, tenemos números que lo confirman, vemos el aumento en los socios activos y eso no me sorprende. Las cooperativas -al igual que nosotros- orientan a sus miembros, hemos seguido laborando durante la pandemia con los protocolos que exige la ley, empoderamos a ese ciudadano emprendedor. Además, acuérdate que el cooperativismo en Puerto Rico nació en condiciones paupérrimas. Es en los momentos más difíciles y definitorios que el modelo cooperativo se prueba y se crece”, aseguró Santiago.

Enamorada irredenta y confesa de los muchos nuevos proyectos de economía solidaria que se gestan a través de la isla. Desde las de pescadores, en respuesta a la crisis alimentaria, hasta las de médicos, para evitar la ya famosa fuga de talentos. “Mira, en el barrio San Salvador en Caguas se formó Pirucho Corp, un grupo maravilloso con el que estamos trabajando, junto a Fundación Comunitaria, que tiene un modelo cooperativo para resolver el problema de energía. Hay soluciones para los que quieren emprender”, destacó Santiago.

“Diversas investigaciones científicas realizadas por la Universidad Nacional de La Plata en Argentina, Manchester University, Inglaterra y por el Centro Nacional de la Investigación Científica, en Francia, han demostrado que la creación de cooperativas de trabajo asociado permite potenciar la viabilidad y el crecimiento de algunas empresas tradicionales cerradas o en quiebra por motivos de una crisis económica”, abundó, por su parte, la doctora Reyes Núñez.

“Por ejemplo, el Movimiento de Empresas Recuperadas en Argentina y en Uruguay fue sustancial en el mantenimiento de puestos de trabajo cuando atravesaron la gran crisis económica en diciembre de 2001. Las cooperativas de producción y de trabajo son unidades de gestión que utilizan diversos factores económicos. Además, cumplen la función de producir y comercializar bienes o servicios. Pero lo característico de este tipo de cooperativas es que lo que se invierte es el trabajo y no el capital. Los países en bancarrota como el nuestro son países que se han quedado sin dinero para pagar sus deudas legítima o ilegítimamente contraídas. Las posibilidades de conseguir préstamos son reducidas y con una tasa de interés elevada. La pésima gestión financiera de nuestro gobierno nos ha colocado en una posición precaria de inestabilidad social. ¿Qué salida tenemos como país? Producir dinero y ¿cómo se produce dinero? Trabajando. Ahora bien”, enfatizó la catedrática, “el trabajo organizado, autogestionado y cooperativizado, es decir, un modelo distinto al que conocemos. De eso tratan las cooperativas de trabajo asociado y por eso han sido tan efectivas en superar las crisis socioeconómicas en algunos países latinoamericanos y europeos”.

Inclusive, para quienes deseen educarse formalmente sobre este tema, la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico UPR), su Instituto de Cooperativismo, ofrece una nueva maestría en Gestión y desarrollo de cooperativas y organizaciones solidarias. Según la profesora Reyes Núñez, esta “busca desarrollar en nuestros jóvenes las competencias para innovar, desarrollar, administrar, liderar y sostener emprendimientos que tengan una actividad económica sólida respetando todas las formas de vida, es decir, el ser humano y el planeta. La economía social y solidaria apunta a otro tipo de desarrollo, no el de acumulación de capital, sino el de intercambiar bienes y servicios para el sostenimiento de la vida y del bien común”.

“Cuando diseñamos el currículo estábamos conscientes de la crisis socioeconómica que nos atravesaba”, prosiguió, “por eso delineamos un programa graduado que formara personas responsables y capaces de vincular la actividad económica con la solidaridad. De esta forma, construir un país con un porvenir próspero, rico en la calidad de las relaciones humanas y sostenido en la producción y consumo local”.

Incubadora de cooperativas

El Instituto de Cooperativismo de la UPR también cuenta con una innovadora incubadora de cooperativas, con el fin de “contribuir para el desarrollo de la economía social y solidaria a partir de las formaciones y acompañamientos de emprendimientos económicos solidarios, y producir conocimiento a partir del proceso de incubación”, de ese modo, la institución “mantiene su responsabilidad social fundamentada en la triada investigación-enseñanza-extensión”. De paso, este centro, durante los pasados tres años, “ha apoyado a 11 grupos en todas sus fases hasta lograr su incorporación como cooperativa y actualmente, tiene cuatro grupos activos”, añadió la profesora.

Los grupos que han participado son diversos, “hemos incorporado cooperativas de trabajadores y consumidores como IUPICOOP que es una cafetería administrada por los estudiantes del Recinto de Río Piedras, MUSACOOP es una cooperativa de trabajo para la producción de artes escénicas, COOPSEI también una cooperativa de trabajo que se dedica a la investigación y a la evaluación, entre otras. Recientemente se ha constituido CARIBANA COOP que me parece muy innovadora”, dijo Reyes Núñez. “Está compuesta por jóvenes muy talentosas y con muchos deseos y energías de transformar nuestra sociedad a través de la educación popular”.

Panorama alentador

En la situación inédita que vive la sociedad puertorriqueña, ¿surgirán nuevas cooperativas y de tipos más variados? “Me parece que hay varias experiencias recientes que podrían conducir a la maduración de la economía social y solidaria en Puerto Rico y al surgimiento de nuevas cooperativas”, respondió sin demora la experta.

“En primer lugar, la escasa respuesta del gobierno en atender la emergencia social tras el paso del huracán María permitió la creación de diversos centros de apoyo mutuo y de organizaciones solidarias posibilitando ciertas prácticas ciudadanas de construir alternativas de forma asociativa y solidaria. En segundo lugar, la expresión colectiva que provocó la renuncia del gobernador creó una mayor participación ciudadana a través de las asambleas de pueblo donde se dialogaban temas de índole económico, político y social. Finalmente, la actividad telúrica en el sur y la pandemia han puesto en relieve que la solidaridad y la organización ciudadana son recursos estratégicos e instrumentales para el contexto social en que vivimos”, sostuvo Reyes Núñez.

“Las respuestas menos individuales y más colectivas, el paso de las protestas y reivindicaciones a diálogos públicos para la gestión ciudadana nos permiten tener un panorama alentador. Entiendo que tenemos las condiciones necesarias para el fortalecimiento de una economía distinta. El reto está”, advirtió la catedrática, “en sostener estos procesos de gestión comunitaria y movilización social para vehiculizar una transformación económica genuina en el país”.