El COVID-19 se caracteriza por afectar, principalmente, el sistema respiratorio, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. No obstante, al padecer la enfermedad, muchas personas también reflejan repercusiones en otras partes de su cuerpo.

Según el infectólogo Lemuel Martínez Bonilla, las irregularidades en el corazón son la queja más recurrente en pacientes contagiados y enfermos. Aunque asegura que todavía hay más preguntas que respuestas debido a la novedad del virus SARS-CoV-2, que causa la enfermedad, es usual que un virus ataque más de un órgano del cuerpo.

“Eso se llama tropismo, la capacidad del virus de afectar más órganos y tejidos, más allá de donde está causando el daño principal. El ataque primario viene por la queja principal y el daño principal en los pulmones, pero es bien común que los virus afecten otros tejidos… Los virus atacan diferentes partes del cuerpo, simplemente, a unas de manera más severa que a otras”, explicó Martínez Bonilla.

Asimismo, el infectólogo detalló que cada vez son más las personas que presentan quejas similares respecto a su sistema cardiovascular, luego de contraer la enfermedad, específicamente taquicardia, pero las investigaciones sobre el tema están en desarrollo.

Efectos en el sistema cardiovascular

La página informativa del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (NHBLI, en inglés), establece que existen varias formas en las que el COVID-19 puede afectar el corazón. La primera ocurre cuando la enfermedad ocasiona daño en los pulmones y evita que llegue suficiente oxígeno al corazón, provocando daños. La segunda sucede como consecuencia de la inflamación con la que el cuerpo se defiende del virus. Según el NHBLI, la inflamación provoca daños y alteraciones en las señales eléctricas del corazón que causan arritmia.

Aunque el cardiólogo Miguel Rodríguez Garrido aseguró que, en su práctica, no ha observado un cambio en la salud cardíaca de los pacientes que tuvieron la enfermedad, explicó que esta, además de sobrecargar al corazón, puede provocar, entre las complicaciones principales, trombos o coágulos, infartos, debilidad en el músculo y miocarditis. Esta última, descrita por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) como una inflamación del músculo cardíaco.

“Por eso es que a muchos de los pacientes que llegan al hospital lo primero que se les dan, aparte de la medicina para su COVID, sus suplementos de oxígeno y ese tipo de cosas, son anticoagulantes, para evitar los eventos de coágulos trombóticos como tal”, ilustró.

Añadió que aún no existen medicamentos nuevos para tratar las secuelas del virus en el corazón y que ha observado un aumento en trombosis venosa, una condición descrita por MedlinePlus como la formación de coágulos en las venas profundas del cuerpo.

De igual forma, reconoció que las enfermedades preexistentes a nivel cardiovascular suponen un riesgo mayor del paciente de complicaciones, si contrae el virus.

No obstante, información publicada por la Escuela de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins apunta a que aún es muy pronto para determinar las probabilidades de que una persona desarrolle problemas en el corazón como consecuencia del COVID-19. De acuerdo con un artículo actualizado en diciembre de 2021, las investigaciones sobre el tema se han hecho con grupos de 100 personas o menos, una muestra que necesita ampliarse para lograr conclusiones más universales.

La niñez y juventud experimentan repercusiones

A nivel pediátrico, las posibles secuelas del virus en el corazón son similares a las de los adultos, de acuerdo con la cardióloga pediátrica Ana Finch Mateo.

La especialista detalló que la inflamación provocada por el COVID-19 afecta los vasos sanguíneos y puede provocar la pérdida de función cardíaca o la formación de coágulos, que es una de las formas inusuales en la que ocurren los infartos en niños.

“Tengo pacientes con coronavirus que sí se les ha afectado el corazón, pero, gracias al Señor, poco a poco, están recuperándose. No solamente afecta el corazón el coronavirus, sino también, por la inflamación que causa y la formación de coágulos, hemos tenido niños con derrames cerebrales. Hemos tenido muchas más convulsiones por la inflamación que también produce en el cerebro, o sea, porque afecta los órganos vitales: riñón, hígado, corazón y cerebro”, subrayó Finch Mateo, mientras insistió en la importancia de tomar el virus con seriedad. Aunque detalló que, para la población pediátrica, tampoco existe un medicamento específico para su sistema cardiovascular, aludió a la utilización de antivirales como un tratamiento incorporado para manejar la condición.

De igual forma, aprovechó la oportunidad para aclarar que ha observado un aumento en niños y jóvenes que desarrollan miocarditis luego de la segunda dosis de la vacuna contra el COVID-19. Sin embargo, destacó que este efecto es temporal y representa un porcentaje pediátrico muy bajo.

Finch Mateo aseguró que, cuando la miocarditis es provocada por el COVID-19, resulta difícil predecir si habrá o no una mejoría para el paciente.

Por su parte, el infectólogo Martínez Bonilla, en una entrevista separada, reconoció la validez de preocuparse por la miocarditis observada en pacientes luego de la vacuna, pero añadió que atestigua con más frecuencia pacientes con la condición por factores que no están relacionados con la vacuna.

Sugieren continuar con las medidas de cuidado

Las mascarillas son una herramienta poderosa para proteger a los niños del contagio de COVID-19, sobre todo, aquellos que aún no están en edad para recibir su vacuna.

La doctora Finch Mateo insistió en proveerles una mascarilla adecuada, preferiblemente N95 o quirúrgica, y otras medidas que también son recomendadas enfáticamente para toda la población como utilizar alcohol para desinfectar y mantener el distanciamiento social.

También habló de la importancia de mantenerse saludables y fortalecer el sistema inmune, mediante la ingesta de vegetales y vitaminas.

De la misma manera, instó a las personas adultas a utilizar su creatividad para enseñarle a la niñez las formas correctas de protegerse.

“Para uno, como padre, no es tan fácil decirle a un niño ‘ponte la mascarilla’ porque él no entiende. Pero, si uno se lo hace ver como en un juego y le dice: ‘mira, ahora, vamos a jugar a los vaqueros’, a los nenes les gusta jugar de vaqueros. Tú le pones un sombrero y una mascarilla y entonces él, poco a poco, va a entender que tiene que combatir un enemigo y ese enemigo es el coronavirus, que no se ve, pero lo ve como un juego y se deja poner la mascarilla”, sugirió Finch Mateo.

Por su parte, Rodríguez Garrido aconsejó realizar ejercicios 20 minutos diarios, mantener una alimentación equilibrada, acoger las recomendaciones de los CDC y acudir al médico, en caso de sentirse enfermo o presentar algún cambio a nivel cardiovascular. El especialista recordó que, después de los 50 años, todas las personas deben visitar al cardiólogo, al menos, una vez al año.

Mayor atención para personas en riesgo

“La enfermedad cardiovascular puede dar síntomas, pero la enfermedad cardiovascular puede ser indolente, que no tiene síntomas, y la persona puede estar enferma del corazón simplemente por factores genéticos”, apuntó Rodríguez Garrido.

Recordó que estos factores de riesgo incluyen: haber fumado, o padecer diabetes o hipertensión.

“Se recomienda que esos pacientes vayan al cardiólogo, por lo menos, una vez al año, para estar seguros de que están saludables porque, muchas veces, un 15% de la población no siente ningún síntoma cardíaco”, explicó el galeno.

Para el infectólogo Martínez Bonilla, resulta imprescindible que, como primeros pasos para protegerse del virus, que las personas mantengan la calma y obtengan la información de fuentes confiables.

De igual forma, recomendó la vacunación, que es gratis para toda la población, el uso de la mascarilla fuera del núcleo familiar y evitar los lugares cerrados. Sobre esta última recomendación, aclaró que no se trata de dejar de apoyar a los restaurantes, sino de pedir la comida para llevar o buscar alternativas para lidiar con la nueva realidad que ha provocado la pandemia.

“Tenemos que buscar la manera de tener una vida social sostenible. Esa vida social sostenible es que busquemos lugares abiertos, usemos mascarilla, evitemos esas conductas de alto riesgo. Porque la realidad es que este virus va a pasar, es inevitable. ¿En qué momento? No sabemos, pero va a pasar. Lo importante es que, cuando pase, podamos tener a nuestros familiares vivos y a nuestros amigos vivos para poder seguir compartiendo con ellos cuando esto acabe”, puntualizó Martínez Bonilla.