El patrón de sueño del recién nacido es muy similar al que tiene durante los nueve meses en el vientre de mamá. Son pocos los periodos de alerta. La mayoría de las horas —diurnas y nocturnas— tanto el feto como el infante la pasan durmiendo.

Los recién nacidos duermen un total de 16 a 20 horas, pero con frecuentes interrupciones. Luego se reducen las horas de sueño durante el día y aumentan las nocturnas.

A los 2 meses el infante va distinguiendo las horas nocturnas de las diurnas y duerme más tiempo corrido durante las nocturnas.

El bebé entre los 6 a 9 meses logra dormir ocho horas corridas durante la noche y los periodos de siestas durante el día disminuyen.

Estudios realizados sobre la conducta de los padres y el patrón de sueño de los infantes muestran la importancia de que los padres estén informados sobre el tema. Mientras más informados los padres, menos tensión viven con su infante.

Por ejemplo, es normal que el infante se despierte varias veces durante la noche y no siempre es necesario arrullarlo para que logre dormirse.

La rutina diurna puede ser activa en el juego y en las atenciones y contacto que recibe el infante, así se compensa el tiempo que pasa solo mientras duerme.

Si los padres duermen mejor durante la noche (8 horas) estarán más alertas y relajados para responder al infante y típicamente el infante duerme más horas corridas durante la noche.

Otro elemento que favorece el dormir es reducir la iluminación durante horas nocturnas. La rutina que lleva al infante a un patrón de sueño saludable típicamente se mantiene durante su niñez. Es común encontrar que los cambios en el patrón responden más a la conducta de los padres que al niño.

No dormir las horas apropiadas para la etapa del desarrollo está asociada a problemas con la memoria, dificultad para concentrarse, irritabilidad y dificultad para controlar las reacciones emocionales.

Las rabietas son un ejemplo común de la dificultad para manejar las emociones ante una situación frustrante. Se ha encontrado que niños con un patrón de menos horas de sueño tienen un aprovechamiento académico menor que los que duermen las horas adecuadas.

Recomendaciones

  • Provee un espacio seguro a los niños. Los ruidos y las luces brillantes deben evitarse cercanos a la hora de acostarse.
  • Establece una rutina consistente para lograr de manera exitosa el hábito del descanso. Puedes cantar una nana, tener música instrumental relajante en el cuarto, arrullar o mecerlo en un sillón.
  • Evita que los niños se duerman con hambre.
  • Evita que beban mucho líquido antes de ir a dormir. Esto evitará que se despierten en la noche para ir al baño.
  • Evita darles bebidas y alimentos excitantes dos horas antes de ir a dormir.
  • Limita la actividad física intensa 1 a 2 horas antes de acostarse.
  • Nunca asocies el acostarse como un castigo o una amenaza.
  • Evita la programación de televisión, o videojuegos violentos y de suspenso.
  • Evita los gritos y regaños antes de ir a la cama. Es importante que los niños vayan a descansar sintiéndose seguros y protegidos.
  • Fomenta y practica la rutina de descanso independiente. Los niños deben descansar solos en su cuarto.

Es importante que los padres se orienten y consulten con el pediatra para que puedan responder de manera adecuada a las necesidades de sueño de sus hijos. Deben recordar que la calma y serenidad y una rutina consistente son los elementos de mayor influencia en el descanso adecuado de sus hijos.

La autora es psicóloga clínica, pasada presidenta y miembro de la Junta de Directores de la Asociación de Psicología de Puerto Rico.