La psoriasis es una enfermedad en la piel que causa sarpullido acompañado de manchas rojas y de textura escamosa que causan comezón. Esta se suele notar en las rodillas, los codos, el tronco y el cuero cabelludo. De acuerdo con la Clínica Mayo, también puede ser dolorosa, causar insomnio e interferir con la concentración de las personas.

Si bien es cierto que la mayoría de los síntomas se presentan de forma física, existen otros efectos que no se ven y que, a veces, sin ayuda de profesionales, son difíciles de identificar. Entre estos se incluye la salud mental y cómo esta enfermedad puede desencadenar en ansiedad o depresión en los pacientes.

Para Laura Palacios Hernández, consejera profesional licenciada y con una maestría en psicología clínica de la Universidad de Puerto Rico, la psoriasis, al ser una enfermedad que se manifiesta de forma visible en el cuerpo, afecta las emociones de la persona que la padece.

“El ser humano es holístico. Nuestra carta de presentación es el cuerpo, la piel; es lo primero que se nota. Cuando esa apariencia se ve afectada, trae un sentimiento de vergüenza. Los estudios detallan que la psoriasis y la salud mental están ligadas, en especial con síntomas de ansiedad y depresión. Entre las personas que padecen psoriasis, hay un 43 % que sufren de estos trastornos mentales, en especial la ansiedad social”, expresó.

Por su parte, la Clínica Mayo expone que la ansiedad o las fobias sociales demuestran altos niveles de miedo o rechazo a situaciones sociales debido a sentimientos de vergüenza, inseguridad y preocupación por ser juzgados o ser percibidos de manera negativa por otras personas.

Palacios amplió, al comentar sobre lo común que es en las personas que tienen este tipo de ansiedad querer estar aisladas, tener muy baja autoestima y poca valoración de sí mismas, y no querer hablar con las demás personas, lo que les hace retraerse del mundo.

Existen estudios en donde presentan que el 62 % de esta población también padece de depresión. Igualmente, otras investigaciones relatan que, si la psoriasis es diagnosticada antes de los 18 años, la persona podría estar predispuesta o propensa a sufrir de estos desórdenes emocionales.

“A los 18 años, el joven se está formando emocionalmente, entendiendo el mundo, en qué renglón del ambiente social cae, todavía no tiene una visión definida”, afirmó Palacios Hernández.

En términos del apoyo familiar, cuando se discute el tema sobre esta condición, debe existir un tratamiento multidisciplinario de tipo biopsicosocial. Es una interrelación entre la psicología y el entorno social, por lo que la familia es sumamente importante. Palacios consideró que se vive en una sociedad en donde el bullying, o el acoso, continúa en aumento. Exhortó a las personas a tener cuidado con los chistes o cómo se dicen las cosas, al momento de referirse a la apariencia de una persona.

“En nuestro país, hay una alta incidencia de este tipo de conducta, ahora se ve mucho más a nivel virtual ante esta ola de personas que quieren ser TikTokers o influencers. Ante esto, los jóvenes se quieren ver bien, imitar a personajes, en el afán de aumentar followers o likes. Cuando tú pones tu vida en las redes sociales, no tienes el control de lo que digan de ti. Mientras más pública es tu vida, más a riesgo estás de que personas puedan acosarte”, advirtió.

Palacios Hernández añadió que, para una persona con psoriasis, la ansiedad y el estrés agravan la condición. Toda situación que provoque inestabilidad en la salud emocional puede empeorar la salud física. Por ejemplo, la ansiedad está relacionada con los problemas estomacales, el aumento en la presión arterial o con síntomas que podrían simular un ataque al corazón.

“Nuestro físico es nuestra carta de presentación, pero lo que está en el interior es mucho más complejo. Entonces, la depresión, en términos de las personas que padecen esta condición de la piel, puede contribuir a que tengan una conducta autodestructiva. Esto puede afectar su calidad de vida y el aumento en el uso de alcohol, entre otros. El alcohol, muchas veces, lo utilizan como una automedicación para adormecer las emociones”, dijo.

La consejera consideró que la psicoeducación es un aspecto muy importante en cada diagnóstico. El paciente debe hablar con su doctor y tener un espacio para dialogar con sus familiares sobre los cambios que conllevan la enfermedad. Destacó que hay que tener un modelo multidisciplinario, al momento de iniciar un tratamiento, comenzando por su doctor de cabecera y combinado con el psicólogo para lograr un trabajo en equipo.

“Esto es como cuando tienes un problema cardiovascular, tenemos que ir a chequearnos. Pues, lo mismo ocurre cuando tenemos un dolor emocional; hay que buscar al profesional que te va a ayudar; que, en este caso, es el psicólogo.

Nuestra mente es bien poderosa, por lo que tratarse a nivel biopsicosocial es vital. A la vez, se deben mantener estilos de vida saludables, comer bien, descansar y, sobre todo, hablar de lo que se está sintiendo para sentirse validado y escuchado. Hay que hablar, buscar ayuda y enfrentar lo que se está pasando para lograr manejar la enfermedad, alcanzando así una mejor salud emocional”, concluyó.