El virus del COVID-19 representa una amenaza no solo al sistema respiratorio sino también al sistema cardiovascular, ya que, luego de un contagio severo, cualquier persona, aun aquellas que no tienen problemas cardíacos, pueden sufrir secuelas cardiovasculares.

El doctor William Borges, cardiólogo del Centro Cardiovascular de Puerto Rico y el Caribe, afirmó que el COVID-19 es realmente una amenaza para la salud cardiovascular.

“Es una de las complicaciones más importantes que se han visto a lo largo de esta pandemia. Todo depende de qué tan severa fue la enfermedad del COVID-19 en el paciente. Si fue de moderada a severa, entiéndase que requirió de hospitalización y requirió oxígeno en el hospital; si tuvo unos síntomas largos, pues hay más probabilidad de que afecte el corazón”, explicó el especialista.

Según Borges, hay una posibilidad de impacto mayor en personas de edad avanzada y en aquellas que ya tienen factores de riesgo importantes para enfermedad cardiovascular como las personas diabéticas, hipertensas y con colesterol alto.

El galeno también estableció que hay un riesgo de tener complicaciones cardiovasculares “si el COVID-19 fue severo y si el paciente no recibió tratamiento, aunque nunca haya padecido de afecciones cardíacas”.

Además, la edad es un factor de riesgo como en muchas condiciones. No obstante, Borges aseguró que el COVID-19 puede afectar el sistema cardiovascular de pacientes jóvenes de igual manera.

“Es más común en personas mayores, pacientes que ya tienen enfermedad cardíaca o que ya tenían factores de riesgo altos, pero una persona completamente saludable, puede desarrollar problemas cardiovasculares secundarios a una infección de COVID-19 severa. Sigue siendo una de las preocupaciones mayores del contagio de este virus, que las personas totalmente saludables y jóvenes, de momento se morían, no solamente por la parte pulmonar severa de la inflamación, sino por los eventos cardiovasculares severos”, dijo Borges, aunque validó que la vacunación ha ayudado a mejorar ese aspecto.

Una vez el paciente atraviesa la severidad del virus y sale del estado de gravedad, puede presentar complicaciones vasculares, ya que el COVID-19 tiende a causar una inflamación grande en el cuerpo y eso puede contribuir a la formación de coágulos en distintas áreas vasculares.

“Uno de los problemas mayores es que si un coágulo se forma en tus arterias coronarias, pues eso conlleva un infarto; si un coágulo se forma en la arteria pulmonar, la arteria que va del corazón hacia los pulmones, pues eso es una embolia pulmonar. Este tipo de eventos cardiovasculares de trombos y coágulos, se ven mucho más en personas que tienen la enfermedad del COVID-19″, sostuvo el doctor Borges.

A largo plazo, las consecuencias de un infarto para estos pacientes son similares a las de una persona que tuvo un infarto no relacionado al COVID-19. Incluso, el virus “también puede afectar directamente el músculo del corazón y causar miocarditis (inflamación del músculo del corazón) y eso, a largo plazo, puede llevar a fallo cardíaco y debilidad del músculo del corazón, que es otra complicación que se había visto en los pacientes de coronavirus”, indicó.

El especialista afirmó que también ha habido reportes de hombres jóvenes que han presentado pericarditis (inflamación leve a nivel del músculo del corazón y del pericardio, que es una capa que rodea el corazón). También se han registrado arritmias cardíacas severas y hasta la muerte, potencialmente, porque es uno de los cuidados más importantes en personas que tienen la enfermedad o que se han contagiado con el virus del COVID-19″, sostuvo el cardiólogo.

Por tanto, Borges instó a la población, sobre todo a los pacientes cardíacos, a protegerse del COVID-19 mediante la vacunación y, a su vez, siguiendo los protocolos para cuidarse de este peligroso virus.

“Lo más importante son las medidas para evitar contagios, más si eres una persona de alto riesgo; tienes que asegurarte de mantener el distanciamiento, [usar] mascarillas y [recibir] la vacunación, que es la herramienta más importante porque, a nivel cardiovascular, no hay ninguna razón por la cual no se puedan vacunar”, aclaró el cardiólogo, quien, de paso, señaló que los efectos secundarios de las vacunas “son mínimos”, comparados con el daño que puede hacerle el virus del COVID-19 al sistema cardiovascular.