El mercado de trabajo está en constante cambio. Las personas que lo mueven modifican sus dinámicas a medida que la realidad colectiva lo exige. Aun cuando el ecosistema laboral conserva las bases de su funcionamiento, es cierto que no es el mismo de hace dos décadas y ni tan siquiera de hace un poco más de dos años cuando se declaró la pandemia por el COVID-19.

Así, el Informe sobre las competencias mundiales 2022, de la plataforma global de aprendizaje en línea Coursera, destaca aquellas relacionadas a la tecnología digital como “el lenguaje compartido de la economía moderna”. Las competencias integran los conocimientos y las habilidades socioafectivas, cognoscitivas y comunicativas para la realización eficiente y óptima de una tarea.

Indudablemente, la educación ha tenido una prueba de fuego en la respuesta a las nuevas necesidades generadas por la pandemia y los requerimientos impuestos por la digitalización.

Aunque las competencias digitales son reconocidas como pieza clave en el entorno actual educativo y laboral, queda mucho por recorrer. Según el documento de Coursera, “tres cuartas partes de los trabajadores de una encuesta reciente dijeron que no se sentían preparados para los puestos de trabajo de la economía digital”.

Ya, en su informe anual de 2020, vinculó el acceso tecnológico con el desarrollo de las competencias, en el que se determinó la correlación significativa entre estas y el porcentaje de la población que usa internet.

Definitivamente, el ecosistema laboral requiere mucho más que las habilidades técnicas. Al nutrirse del conjunto de seres y sistemas que interactúan entre sí, la estructura que vincula la oferta y demanda se fundamenta en varios pilares.

Además del conocimiento teórico-práctico sobre la ejecución de una tarea, las competencias relacionadas a la comunicación, la creatividad, la inteligencia emocional y la adaptabilidad son esenciales en el entorno profesional.

La educación superior debe posibilitar el desarrollo adecuado de estas y mantenerse en sintonía con las nuevas tendencias. La academia no solo tiene que aproximar su sistema educativo al contexto micro y las condiciones socioeconómicas de su comunidad, su región y su país, sino al panorama macro de la globalización y el impacto mundial de la digitalización.

Con las repercusiones socioeconómicas, culturales y políticas de la pandemia a largo plazo, la educación superior tiene ante sí muchos retos y oportunidades, como el acceso tecnológico equitativo y la transformación de los sistemas educativos.

¿Qué te dio la educación de posgrado?: Egresados enlistan sus aprendizajes

Estudiar un posgrado hace posible la formación especializada, promueve la capacidad investigativa, profundiza en la innovación entendida como la búsqueda de nuevas soluciones y otorga una ventaja en el perfil laboral.

Quisimos saber qué competencias habían adquirido personas egresadas de maestría y doctorado, y, para eso, entrevistamos a tres profesionales.

Para Ana Gabriela Serrano Ocasio, la maestría en Gerencia de Desarrollo y Política Pública, de Georgetown University en alianza con la Universidad Nacional de San Martín, en Argentina, atendió competencias necesarias para el análisis crítico, el diseño, la implementación y la evaluación de proyectos.

Con estudios a nivel subgraduado en Ciencias Políticas y Economía, la directora de Enlace Comunitario de la Universidad del Sagrado Corazón seleccionó una disciplina de posgrado que le permitiera enlazar sus intereses. “No quería estudiar política pública en Estados Unidos porque siento que es muy distinta a la de Puerto Rico”, comentó y agregó que, en cambio, con Latinoamérica tiene muchas similitudes.

Gracias a la subvención de la Beca Truman pudo completar sus estudios de posgrado en Buenos Aires. “En Argentina trabajé en un programa comunitario en el gobierno de la provincia”, mencionó, para acentuar la importancia del vínculo entre la educación y la experiencia laboral relevante.

Mientras la maestría estimuló las competencias para trazar planes de acción que repercutan positivamente con la capacidad de ser viables en la práctica, percibe que aspectos como el manejo adecuado de la competitividad en el escenario laboral y los ambientes conflictivos en el espacio comunitario no fueron abordados. Igualmente, sostuvo que las competencias digitales quedaron rezagadas.

Desde hace un tiempo, Serrano Ocasio evalúa la posibilidad de estudiar el doctorado en Historia de Puerto Rico y el Caribe, en el Centro de Estudios Avanzados. Apasionada del arte en torno, le gustaría indagar sobre la manufactura de la cerámica desde la perspectiva y el aporte de las personas negras en la producción local de este arte.

Por otro lado, el doctor Pablo Luis Rivera, egresado de la maestría en Administración de Empresas, con especialidad en Recursos Humanos, de University of Phoenix, y del doctorado en Historia de Puerto Rico y el Caribe, del Centro de Estudios Avanzados, compartió su experiencia.

“Siempre, los estudios logran que uno tenga una mejor visión y pensamiento crítico, y te dan herramientas que te permiten mejorar la ejecución”, dijo. El profesor de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, aseguró que los estudios de posgrado le han permitido ampliar los espacios en los que ha podido laborar, continuar la realización de investigaciones y publicar, conocer cómo desarrollar sus proyectos culturales y cómo establecer alianzas.

El también profesor conferenciante de la Universidad Ana G. Méndez y codirector de AFROlegado expresó que University of Phoenix enfatizó en la importancia de preparar al estudiantado en las competencias relacionadas a la tecnología.

En cuanto a la inteligencia emocional, el manejo del estrés y otras competencias no técnicas, Rivera afirmó que ha percibido un cambio en las instituciones para atender estos aspectos más allá de las concentraciones en las que habitualmente se planteaban.

“A mí me llegó una conciencia muy clara [de la importancia] de atender asuntos como la autogestión. Yo desperté sobre todo lo que podía y debía hacer de cara al futuro”, puntualizó Rivera acerca de los resultados de la educación de posgrado.

Respecto a las competencias que su maestría produjo, Marlyn Martínez Marrero, gerente de proyectos de construcción y desarrollo de vivienda para personas sin hogar, incluyó la empatía, la comunicación no violenta y la capacidad de trabajo en grupo.

“Hice una maestría multidisciplinaria. Me puedo mover de una cosa a otra según la necesidad y, en el ambiente laboral, eso me da una ventaja”, mencionó la egresada de la maestría en Diseño para la Innovación Social, de la Escuela de Artes Visuales de Nueva York.

También, remarcó la importancia que tuvo la integración de lo teórico y lo práctico, y la inclusión de la dinámica social en la consolidación del aprendizaje. “El resultado final siempre era un producto físico. Hacíamos muchos trabajos en la comunidad”.

Además, confirmó que la institución educativa en la que completó su posgrado se encontraba a la vanguardia en cuanto a las competencias digitales. “A través de mis compañeros [de estudio], aprendí mucho a desarrollar un lenguaje visual”.

Martínez Marrero aseveró que el diseño permite imaginar posibilidades y cómo incidir en el mejoramiento de la calidad de vida. “En mi caso, el bachillerato me enseñó las competencias artísticas, lo técnico; y la maestría para qué utilizarlas, la parte social”.

Definitivamente, los estudios de posgrado repercuten en el desarrollo de las competencias, especialmente aquellas que van más allá de las habilidades técnicas. Ante los constantes y profundos cambios de nuestra realidad social y las transformaciones del mercado laboral, las instituciones de educación superior deben mostrar adaptabilidad, flexibilidad, accesibilidad, liderazgo ético y responsable, y pertinencia cónsona con las variables colectivas.