En el umbral de las graduaciones de escuela superior, aún existen estudiantes que no saben cuál ruta van a continuar o qué carrera escogerán antes de llegar a la universidad.

A pesar de la incertidumbre, no es momento para que el joven graduando se tome un break en lo que decide su futuro, pues, en el camino, podría enfrentar ciertas situaciones que, posiblemente, lo alejen de una etapa crucial en su preparación académica.

Sin embargo, el panorama es “teóricamente normal”, según la consejera profesional María L. Rampolla Nieves, de la Escuela Especializada en Producción de Radio y Televisión Juan José Osuna, en San Juan.

“Es normal ver a estudiantes indecisos en esta etapa. Por eso, la universidad da los primeros dos años de [estudios] generales porque, incluso, ya matriculados, la mayoría de los estudiantes da muchos tumbos pues, algo que entendían que les gustaba, estando allí, se dan cuenta de que no”, aseguró.

Mientras que el maestro de locución y redacción de guiones Omar Rivera Ojeda sostuvo que, “el break es un arma de doble filo. Hay muchas cosas de por medio que los pueden envolver”.

“Las cosas se hacen por etapa y esta es la etapa de prepararse para una profesión. Esto empieza desde kínder hasta que se gradúe de universidad. Si se coge un break para descansar o trabajar, ya detuvo el proceso de desarrollo profesional”, apuntó el educador de la escuela especializada.

“Este es el momento donde el estudiante está productivo; es joven y va a aprender que ese cerebro está para absorber lo más posible e intentar cosas diferentes. El momento es ahora, después vienen los demás compromisos, según las etapas de la vida. Es mejor seguir enfrentándose y echar para adelante”, insistió.

Rampolla Nieves y Rivera Ojeda compartieron algunas estrategias implementadas en su lugar de trabajo, con el propósito de ayudar al estudiante en la toma de decisiones.

“Ellos llegan con muchas inseguridades y temores de que tienen que tomar una decisión que es para el resto de sus vidas. Es lo que, muchas veces, se nos ha enseñado desde pequeños, y, cambiar esta idea de que no necesariamente es una decisión que van a tomar hoy para el resto de sus vidas, es un poco difícil”, resaltó la consejera profesional.

“Igualmente, les preocupan los retos económicos que conlleva ir a la universidad. Esas cosas son las que trabajamos directamente. Decidir qué van a hacer, qué carrera es la que van a elegir, qué universidad van a escoger, cuál de todas [las universidades] es la que más les conviene, así como sus procesos académicos en cuanto a mantener un buen promedio y qué es lo que le van a exigir para poder ser aceptado en esta próxima etapa [es esencial]”, agregó.

Para atajar el dilema, Rivera Ojeda expone a sus estudiantes “a diferentes ambientes universitarios y de trabajo, tanto en Puerto Rico como fuera de la isla”.

“Me gusta dar dinámicas que realmente les sirvan para sus vidas; buscar escenarios reales. En mi clase, tuve un ejercicio que era de entrevistas de trabajo y yo creo que ellos lo disfrutaron demasiado porque les presenté un escenario real de una entrevista de trabajo”, reveló.

“Es a lo que nuestros estudiantes se van a enfrentar o lo que, en estos momentos, están enfrentando. ¿Cómo les doy escenarios casi reales para que la toma de decisiones sea más asertiva? Creo que, para nosotros, es el reto mayor con los estudiantes de cuarto año”, apuntó.

Otro de los ejercicios realizados, según Rampolla Nieves, “es para motivarlos”. Por eso, “exponemos a los estudiantes a situaciones de las que puedan salir exitosos”.

“Esto lo hacemos para que los estudiantes puedan crear identidad de éxito en cosas que ellos puedan lograr. Así empieza una ola de motivación, porque vamos viendo el cambio desde que llegan a noveno grado, bien retraídos y tímidos, trabajamos con problemas de conducta y cómo ir exponiéndolos a diferentes actividades y verse que lo están logrando”, aseguró.

“Con eso, vamos formando una identidad de éxito y los vamos guiando a involucrarse más en actividades extracurriculares y enfrentarse a las matemáticas o al inglés. De poquito en poquito, los vamos llevando a tener éxito. Así se va creando la motivación”, agregó.

Por su parte, Rivera Ojeda reveló que, “en mi caso, yo tengo que meterme en el mundo de ellos para conocer sus necesidades. Hay que exponerlos a estímulos positivos. No puedo presentarles el mundo que yo viví, porque no lo hacen pertinente. Para eso, tengo que meterme en su mundo, hablar su jerga, para que ellos tengan un tipo de asociación. Si les hablo con palabras sofisticadas, ante un sistema, lo estoy haciendo bien, pero no estoy llegando a sus mentes”, aseveró.

Para llevar a los jóvenes al proceso de toma de decisiones, Rampolla Nieves realiza “dinámicas de trabajo en equipo”.

“Se va trabajando este proceso desde noveno grado. Se les da la prueba de intereses profesionales, se trabaja con ellos un proceso completo de consejería vocacional u ocupacional donde los vamos llevando, a través de las experiencias, de las orientaciones, de las charlas y la exposición, a todo lo que existe, relacionado con lo que será su carrera profesional eventualmente”, expuso.

“Es una generación bien diferente a lo que nosotros estamos acostumbrados, que era buscar una carrera que durara 30 años en el mismo lugar. Esta generación busca experimentar en muchas áreas. Por eso, las universidades han tenido que transformarse y ofrecer cursos diferentes, más cortos, porque esta generación busca algo corto y rápido para irse a laborar”, manifestó.

De otra parte, el educador habló de la importancia del promedio académico, sin obviar las destrezas que un estudiante debe dominar.

“El promedio es superimportante, pero, como maestro, no defino una nota excelente y dar por sentado que la persona sea excelente en la vida. Hay unas destrezas que se tienen que dominar en la toma de decisiones. Eso es más allá de saber que 2+2=4″, advirtió.

“Puedes saber quién descubrió a América, puedes memorizar, pero es importante saber involucrarse en una sana convivencia. Yo creo que ese es uno de los factores más importantes que las escuelas deberían tener en cuenta para que el estudiante sea asertivo en la vida, porque hay mucha gente que es académicamente excelente, pero, en la toma de decisiones, no sabe qué hacer”, lamentó.

Igualmente, alertó que, en ocasiones, el estudiante se siente presionado por complacer a sus padres, en cuanto a la elección de carreras profesionales.

Muchas veces, lo que nos complica, no es el estudiante, sino el padre, que quiere que sea, por ejemplo, abogado, y el estudiante no quiere ser abogado o ingeniero, porque le han inculcado que son profesiones de alto prestigio y mucho dinero. Entonces, es importante, como docente, preparar al estudiante y hacerle preguntas para ver, realmente, si lo que identifica es algo que le apasiona”, esbozó.

“Es bien importante que el estudiante entienda que lo que escoja sea algo que le apasione. Cómo transformamos su pasión en una profesión. Ahí es que el padre juega un papel importante. Pero, es necesario que los estudiantes entiendan que hay que enfrentar el proceso y no quitarse”, expresó.

La autora es periodista colaboradora de Suplementos.