La medicina reproductiva clásicamente evalúa cinco factores, buscando resolver la infertilidad: el masculino, el uterino, las trompas de Falopio, la ovulación y el factor pélvico o anatómico. De todos, el factor más importante es la ovulación o reserva ovárica. La valoración de la reserva ovárica implica determinar la calidad y la cantidad de óvulos disponibles para ser fertilizados.

Recordemos que las mujeres nacen con un número fijo de células ovulatorias o huevos, predeterminados a consumirse al llegar la menopausia. Un dato poco reconocido es que el punto de mayor fecundidad de la mujer ocurre a los 25 años; después de esta edad la fertilidad comienza a disminuir naturalmente. La menopausia ocurre cerca de los 50 años en la mayoría de las mujeres.

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Sin embargo, aproximadamente a los 35 años, ocurre una transición donde comienzan a disminuir dramáticamente la calidad y la cantidad de los óvulos. Esta es la razón por la cual, aunque se recurra a tratamientos sofisticados de infertilidad, si tenemos menos óvulos de menor calidad, es más difícil conseguir un embarazo después de los 35 años. Una de las primeras señales de la reducción de la reserva ovárica durante esta transición pueden ser los ciclos menstruales cortos (por ejemplo: la menstruación venía cada 30 días y ahora llega cada 25 días).

La forma más fácil y eficiente de evaluar la reserva ovárica es midiendo la hormona antimulleriana o “anti-mullerian hormone” (AMH). Este es el método moderno de estimar el potencial ovárico y se puede ordenar en cualquier día del ciclo menstrual. Mientras más alta la AMH, mejor es la reserva ovárica y viceversa. Entre los métodos más tradicionales tenemos medir la hormona folículoestimulante o “follicular stimulating hormone” (FSH) cerca del tercer día de la menstruación y hacer un ultrasonido transvaginal para estimar el número de folículos antrales, que son los huevitos disponibles para ovularse. La FSH debe ser medida en combinación con niveles de estradiol. A diferencia del AMH, mientras más bajos los niveles de FSH y estradiol, mejor es la probabilidad de encontrar óvulos de buena calidad.

Cuando encontramos niveles bajos de AMH o valores elevados de FSH/estradiol, tenemos que determinar si nos enfrentamos a una condición definitiva o transitoria. De acuerdo con la reserva ovárica, se determinará la intensidad de todos los tratamientos de reproducción, independientemente de cuál sea el factor principal para la infertilidad. Algunos pacientes han nacido con una población de óvulos disminuida como en la menopausia antes de los 40 años o fallo ovárico prematuro; otras mujeres han sufrido daño en sus ovarios secundario a múltiples cirugías pélvicas o a la endometriosis. Otras pacientes, como en las sobrevivientes de cáncer y en las fumadoras, han sufrido daños irreversibles a su reserva a través de los efectos tóxicos de la quimioterapia, la radioterapia y el cigarrillo.

Ante la falta o la escasez de óvulos funcionales, se le deben presentar a la paciente todas las alternativas de tratamiento disponibles dentro de la medicina reproductiva. La fertilización in vitro debe ser considerada entre las primeras opciones cuando nos enfrentamos a una reserva ovárica reducida para maximizar el potencial de los óvulos disponibles, utilizando una herramienta reproductiva más poderosa. Cabe señalar que los tratamientos de fertilidad NO inducen la formación de huevos nuevos. La reproducción asistida en combinación con la donación de óvulos, frescos o congelados es una alternativa que siempre se debe discutir cuando la paciente no produce huevos o estos no son saludables. La determinación de la reserva ovárica es la piedra angular del diseño de cualquier tratamiento de infertilidad. Asegúrate de conocer tu reserva tan temprano como puedas en tu esfuerzo por tener familia.

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El autor es especialista en endocrinología reproductiva e infertilidad, director médico de GENES Fertlity Institute y catedrático auxiliar del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico.