Para la Organización de las Naciones Unidas, la definición más simple del acceso a la energía, es la disponibilidad física de servicios modernos de energía para satisfacer las necesidades humanas básicas, a costos asequibles y que incluyen la electricidad y artefactos mejorados. Estos servicios energéticos deben ser fiables, sostenibles y, de ser posible, producto de la energía renovable u otras fuentes energéticas con bajo nivel de emisiones de carbono.

En sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, el número 7, precisamente corresponde a garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos.

Menciona, además, que la energía debería generarse con un caudal constante para satisfacer las necesidades humanas, mantener y mejorar el funcionamiento de la sociedad y hacer progresar las condiciones de vida.

A tales efectos, la falta de energía eléctrica o tener un servicio intermitente afecta la cotidianidad del ser humano, ya que, en esta era moderna, contar con ella es vital. Sin embargo, más allá de las comodidades y las costumbres, este servicio esencial impacta de manera directa nuestra salud, lo que, a su vez, tiene un efecto directo e indirecto en nuestro bienestar.

Para la doctora Diana de la Paz González, quien lleva 43 años dedicada a la medicina de familia, el servicio de energía es importante para ayudar a las personas en el cuidado de la salud física y mental.

“La salud es una mezcla de lo físico, lo mental, el entorno social donde se vive y cómo está el ambiente. Sin lugar a dudas, la energía eléctrica es un determinante para la salud porque yo necesito luz para tener servicios médicos. No puedo hacer procedimientos de prevención primaria como la vacunación, exámenes como el Papanicolaou, hospitalizaciones y almacenamiento de medicamentos, si no cuento con energía”, expuso como ejemplo la doctora.

Estos aspectos del cuidado médico preventivo se ven afectados cuando en el país no se cuenta con servicio de energía, lo que impacta a oficinas médicas privadas, hospitales y clínicas, así como laboratorios, farmacias, centros de radiología y vacunación, entre otros espacios dedicados a la salud.

Pero la falta de energía en el hogar también complica la vida de las personas, impidiendo que, en ocasiones, tengan calidad de vida y que puedan realizar actividades que están relacionadas con la salud.

“La energía es necesaria para la salud porque las bombas de agua se mueven por electricidad, cuando no hay luz, no hay agua. De modo que la salud de las personas encamadas y los niños con necesidades especiales se ve afectada porque sus cuidadores no van a tener manera de proveer los cuidados que esas personas necesitan para que no les salgan úlceras. Además, la luz es necesaria para que las personas puedan preparar sus alimentos. En los campos, la gente tiene estufas de gas pero en el área metropolitana la gente que vive en edificios no puede tener estufa de gas y, si no hay luz, esas personas no pueden prepararse sus alimentos. Si son pacientes de diabetes, hipertensos o si tienen problemas de colitis ulcerativa, que es una inflamación del intestino, tienen que llevar dietas especiales que no pueden lograr sin luz”, sostuvo la doctora.

de la Paz mencionó el gran impacto que tuvo la falta de servicio eléctrico, tras el paso del huracán María, en el 2017, donde un estudio de la Universidad de Harvard indicó que, al menos, 4,645 personas murieron. Esta cifra se vio influenciada, en gran medida, por la falta de servicio eléctrico, lo que dejó a muchas personas sin la posibilidad de recibir oxígeno, terapias, medicamentos y otros tratamientos que dependían de la electricidad.

Pero no solo la salud física se deterioró, sino que la salud mental de las personas se afectó notablemente.

Buscan llevar energía para un país más saludable

En las comunidades, las cooperativas de energía se erigen como pilares esenciales, fusionando el poder colectivo con la sostenibilidad.

Estas entidades no solo suministran electricidad, sino que cultivan un modelo donde cada miembro tiene voz y voto. La importancia radica en el empoderamiento local, la autonomía y el impulso hacia fuentes de energía más limpias y asequibles.

Al vincular el suministro de energía con la participación comunitaria, las cooperativas fortalecen la resiliencia, fomentan la conciencia ambiental y generan un impacto económico positivo.

Con este fin surgió la Cooperativa Hidroeléctrica de la Montaña, la primera cooperativa de energía eléctrica en Puerto Rico organizada con el propósito de proveer acceso a energía a un costo efectivo y de manera resiliente por medio de fuentes renovables.

Este proyecto, que se abre espacio en los municipios de Adjuntas, Jayuya, Lares y Utuado, busca empoderar a la comunidad y brindar la oportunidad de que las personas sean dueños-socios de un sistema eléctrico que, se espera, lleve energía a cerca de 90 mil habitantes.

“Queremos coger la hidroeléctrica del Lago Dos Bocas de Utuado para modernizarla y ponerla a funcionar para que provea energía a Lares, Adjuntas, Utuado y Jayuya. En una cooperativa las personas son dueñas y así se les provee la energía eléctrica a un costo más bajo. Eso va a tener como consecuencia que la gente tenga más dinero para comprar comida más saludable, comprar sus medicamentos y atender su salud. Este proyecto también está hecho para empoderar a la gente para que controlen sus recursos. Además, a través de la cooperativa, las personas pueden ser dueños, socios y accionistas”, destacó la doctora, quien forma parte de la Junta Directiva de la Cooperativa Hidroeléctrica de la Montaña.

Actualmente, la organización se encuentra en negociaciones para que la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) le ceda la hidroeléctrica del Lago Dos Bocas, donde esperan invertir en las mejoras para suplir la necesidad de los habitantes de estos cuatro municipios.

“Queremos que nos concedan la hidroeléctrica para ponerla a funcionar de nuevo. Este sistema es más confiable; siempre va a producir la misma cantidad de energía y se eliminarían las fluctuaciones de voltaje. Se eliminaría el problema de que no hay luz para las bombas de agua. También queremos hacer microrredes en esos puntos difíciles de comunidades que se ven afectadas por más tiempo sin el servicio cuando ocurre un evento”, sostuvo y mencionó que ya cuentan con dos proyectos de microrredes en Castañer de Lares, y están trabajando para hacer una microrred en el pueblo de Maricao.

La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.