Luego de los estragos de los huracanes Irma y María, y conscientes de que el paradigma de un sistema eléctrico centralizado a base de combustibles fósiles había fracasado, el Negociado de Energía realizó un proceso abierto y adjudicativo para desarrollar un plan que atendiera las peculiares circunstancias de nuestro país. El resultado de ese proceso de análisis y diseño fue el Plan Integrado de Recursos (PIR).

El paso de Fiona nos recordó la importancia de implantar el PIR, no solo para que tengamos un servicio eléctrico de la más alta calidad al menor costo posible, sino también para que sea uno más robusto y que pueda recuperarse con mayor celeridad ante fenómenos naturales. Varios cambios que impulsa el PIR cumplirían con esta prioridad. En particular, la instalación masiva de paneles fotovoltaicos, baterías y minirredes nos dotarían de una infraestructura moderna y capaz de reenergizar la isla en mucho menos tiempo luego de un evento catastrófico.

Las fincas solares y la instalación de paneles en hogares privados, en combinación, tienen la capacidad de suplir la mayor parte de la demanda energética de Puerto Rico. Al ser un recurso que no requiere de importación, robustece el sistema eléctrico, al reducir la dependencia en los combustibles fósiles y en cadenas de distribución complejas y costosas. Las instalaciones en hogares también producen un beneficio adicional. Tomados en conjunto, todos esos techos energizados se convierten en una gran planta de generación virtual que, por medio de acuerdos sencillos con los dueños de estos sistemas, se puede emplear para responder a momentos de demanda pico o para levantar el sistema eléctrico después de un apagón.

Ni hablar del ahorro que supone sustituir la importación de combustibles por una fuente autóctona: el sol. El Negociado estima que solo en el primer año de operación, la primera fase, o Tranche, de los proyectos solares le ahorrará al consumidor de la Autoridad de Energía Eléctrica aproximadamente $308.8 millones.

Por otro lado, las baterías, además de suplir la necesidad de energía en momentos cuando no hay sol, también son, en esencia, plantas de respuesta a picos en la demanda, con la ventaja adicional de que sustituirían los llamados Peakers de la Autoridad. Dichas plantas eléctricas son las más costosas de operar, toda vez que deben poder prenderse en meros segundos, requiriendo una gran inyección de combustible.

Finalmente, las minirredes son redes eléctricas más pequeñas y regionalmente localizadas. Estas permiten que una zona se pueda aislar del resto del sistema eléctrico del país y ser reenergizada con sus recursos locales, en lugar de tener que esperar por la recuperación de la totalidad del sistema de la isla.

El autor es presidente del Negociado de Energía y la Junta Reglamentadora de Servicio Público.