Uno de los sectores que más se vio afectado por la pandemia causada el COVID-19 fue el sistema educativo del país. Padres, maestros y niños experimentaron este cambio, el cual parece que podría dictar una nueva norma para la educación en el país.

Para Viviam Salib, directora académica de Saint Francis School, “el inicio del año 2020 nos tomó por sorpresa a todos. Tanto padres como estudiantes sufrieron un gran impacto a nivel emocional, así como psicológico con la interrupción de las clases a nivel presencial”.

Aunque en algunos casos la integración de tecnología estaba activa en los salones de clases, logrando que el proceso de enseñanza virtual fue llevadero. En otros casos, como lo demuestra un estudio del National Center for Disaster Prerparedness (NCDP), Earth Institute, de Columbia University, la mayoría de los estudiantes en Puerto Rico perdieron el acceso a los sistemas educativos por la interrupción causada por la pandemia. Ante esto, el Departamento de Educación comenzó en el 2020, la distribución planificada de dispositivos con conexión a Internet para el personal y los estudiantes de las escuelas públicas.

“El encierro para los niños y los jóvenes no fue productivo, ¡y ni hablar para los padres, así como para la facultad! Nos tomó mucho tiempo el ajustarnos a no ver a los estudiantes evaluar el proceso para conocer si entendían o no. Era un reto pensar, ‘¿cómo mantenerlos motivados para aprender?’. Todo fue un proceso largo”, resaltó la educadora.

Igualmente, hizo hincapié en que sus protocolos fueron sumamente estrictos. Indicó que la mayoría del sistema educativo no estaba preparado. “La realidad es que nada te prepara para lo que se está viviendo. Muchas escuelas ya estábamos fuera de la metodología tradicional e integráramos otras técnicas, pero en una gran mayoría apenas de planteles a penas de añadía la tecnología en sus salas de clases, por ende, el cambio fue uno de gran impacto”,

Así como el resto de la comunidad, el sistema educativo no fue la excepción al tener que modificar todas sus rutinas según lo estipulara el Departamento de Salud estatal y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Los planteles escolares tuvieron que modificar todos sus protocolos para garantizar la seguridad de los estudiantes y facultad. Se alternó el tiempo de alimentación para los estudiantes con cambios de horarios. Igualmente, los estudiantes de niveles preescolar y superior se separaron de los que cursan el nivel superior para tener un mejor control de la enfermedad. Otro aspecto fue que en las áreas comunes como en los salones, se crearon barreras protectoras en las sillas y mesas de los estudiantes. De la misma forma, determinan un día al mes para realizar limpieza profunda en el plantel y revisar los diversos protocolos con la facultad.

Definitivamente, esta experiencia dio un giro al sistema educativo del país. Este tipo de situación no se ponderaba, por lo que trae la oportunidad de evaluar nuevas tendencias y oportunidades. Salib reiteró que, aunque no hay nada que sustituya al docente, la educación virtual demostró ser una herramienta vital para mantener la educación de los estudiantes. Consideró que continuar la evaluación de nuevos métodos de enseñanza para entender realmente cómo aprende la nueva generación de niños y jóvenes con los cuales se trabaja cada día es muy relevante.

“Con esta nueva realidad, aprendimos a tener paciencia, a olvidar todo lo que sabíamos de trabajar en una escuela y comenzar desde cero. Aprendimos a ajustarnos a cambios continuos y a la importancia de la comunicación” concluyó.