La incontinencia urinaria es una condición que suele afectar a un 25 % de las mujeres y a un 10 % de los hombres. La edad puede ser un factor de riesgo, pero existen otras situaciones que pueden llevar a la persona a padecerla. Lo importante es conocer cómo se desarrolla y los tratamientos que existen para tratarla.

El doctor José Álvarez-Romagosa es ginecólogo obstetra y portavoz de MCS.
El doctor José Álvarez-Romagosa es ginecólogo obstetra y portavoz de MCS. (Suministrada)

La incontinencia urinaria es una afección común que implica la pérdida del control de la vejiga o la incapacidad de controlar la micción (orinar). En general, está más relacionada con la edad, ya que, mientras más envejecemos, es más común la incidencia, tanto en hombres como en mujeres.

En el hombre, ocurre mayormente porque todos van a desarrollar agrandamiento de la próstata y eso puede provocarles que se les salga la orina o que, por el contrario, no puedan orinar, es decir que tenga retención urinaria. Pueden ser los dos lados de la moneda.

En la mujer, lo más importante es que las vías genitourinarias son bien dependientes del estrógeno y cuando pierde estrógeno, empieza a perder el tono de los músculos y de los esfínteres, eso puede traducirse en incontinencia urinaria.

No obstante, la incontinencia urinaria también puede presentarse en personas jóvenes, sobre todo en las mujeres por condiciones relacionadas con el embarazo.

En las personas que han tenido múltiples partos vaginales, eso va a provocar un estrés en lo que se llama el piso pélvico, y va a ocasionar que los ligamentos y los músculos se pongan laxos, o sea, que no tengan buen soporte y eso puede ocurrir a cualquier edad. Igual, hay personas que tienen anormalidades de las vías urinarias de nacimiento, que ya, desde jóvenes, van a tener problemas de incontinencia.

Otros factores de riesgo son el uso de algunos medicamentos, la cafeína, el alcohol y fumar. También puede ser causada por ciertos problemas de salud, como: diabetes insípida, infecciones del tracto urinario, cálculos renales, apnea del sueño, obesidad o estreñimiento prolongado, así como por desórdenes neuromusculares, esclerosis múltiple, distrofia muscular y perlesía cerebral, pues son personas que no tienen control de los esfínteres urinarios.

Toma el control

Existen cinco tipos de incontinencia urinaria: la de esfuerzo, la de urgencia, la funcional, la transitoria y la mixta.

La más común es la mixta, donde hay una incontinencia por esfuerzo combinada con la de urgencia. En segundo lugar, estaría la incontinencia por estrés. Esta última puede ocurrir al toser, estornudar, reír, levantar algo pesado o realizar alguna actividad física.

¿Cómo se trata?

Para poder diagnosticar la incontinencia urinaria, es necesaria la evaluación de un ginecólogo, un urólogo o un uroginecólogo, a través de un examen físico, análisis de sangre o prueba de orina, pruebas de función de la vejiga (estudios urodinámicos) y pruebas de imagen (cistograma, sonografía y tomografía computarizada).

Ese chequeo permite identificar específicamente el tipo de incontinencia urinaria que tiene el paciente para poder brindar el tratamiento que mejor se ajuste a su caso.

Es posible que se necesite una combinación de tratamientos. Se pueden realizar cambios en el estilo de vida para reducir los escapes como, por ejemplo, beber una cantidad adecuada de líquido en el momento adecuado. Realizar actividad física, mantener un peso saludable, evitar el estreñimiento, no fumar, realizar un entrenamiento de la vejiga que implica orinar según un horario puede ayudar.

De igual forma, existen ejercicios para fortalecer los músculos del piso pélvico, llamados ejercicios de Kegel, que implican tensar y relajar los músculos que controlan el flujo de orina.

La medicación también es una alternativa para estos pacientes, pero, igualmente, se realizan tratamientos más invasivos para controlar la condición.

Con estos medicamentos, buscamos relajar los músculos de la vejiga para ayudar a prevenir espasmos y bloquear las señales nerviosas que causan frecuencia y urgencia urinaria. En los hombres, se recomienda encoger la próstata para mejorar el flujo de orina.

Del mismo modo, hay dispositivos médicos, incluyendo un catéter, que es un tubo para sacar la orina del cuerpo. Se puede usar uno varias veces al día o todo el tiempo. Para las mujeres, existe un pesario o un dispositivo removible que se coloca en la vagina. El dispositivo empuja la uretra para ayudar a disminuir los escapes.

Otro procedimiento disponible son los aumentadores de volumen o fillers, que se inyectan en el cuello de la vejiga y los tejidos de la uretra para engrosarlos. También se trabaja con estimulación nerviosa eléctrica o neuroestimuladores, que implica estimular los reflejos de la vejiga, usando pulsos de electricidad.

Otros procesos invasivos son la cirugía para mantener la vejiga en su posición normal y los neuromoduladores, que son inyecciones que se pueden poner en el músculo de la vejiga para relajarlo y evitar sus contracciones. Eso, mayormente, para la incontinencia por urgencia, por lo que acudir al especialista a tiempo para buscar una solución a la incontinencia urinaria, es esencial.