Mucho se ha dicho sobre el rol de la educación y la crianza en el desarrollo de la sociedad. No es un secreto para nadie que la mayoría de lo que somos y creemos halla sus cimientos en nuestra niñez. Dentro de esas creencias, también están nuestros prejuicios y lo que aprendimos y dimos por bueno en nuestro crecimiento.

La necesidad de una crianza no sexista se hace cada vez más urgente en un mundo que todavía, a duras penas, lucha contra la desigualdad de género. Sobre este particular, dos madres contaron sus aciertos, desaciertos y estrategias para implementar una crianza en sus hogares fuera de los binarios sexistas de hombre-mujer.

Alejarse de los roles de género

La Organización de las Naciones Unidas es una de las autoridades internacionales que ha establecido que la igualdad de género comienza en casa y que las familias están al frente del cambio. Para la próxima generación, los ejemplos establecidos en el hogar por los padres, los cuidadores y la familia extendida están dando forma a su forma de pensar sobre el género y la igualdad.

En el caso de Adli Cordero Espada una trabajadora social comunitaria, quien tiene un niño de 3 años, siempre estuvo clara de que no quería seguir patrones de crianza que desembocaran en los roles de género que se le asignan a hombres y mujeres.

Parte del proceso de comprometerse con una crianza no sexista está en reconocer que hay una sociedad que promueve todo lo contrario. El plan, dijo, no es criar en una burbuja, sino que el niño “pueda reconocer diversidades y entender que tiene la libertad y apertura para ser quien quiera ser y cambiar si no se siente cómodo”.

Los niños sí lloran

Para Cordero Espada es esencial en la crianza no sexista con los varones darles la libertad para mostrarse vulnerables. “A los hombres no se les enseña a mostrar sus emociones, no se les permite llorar libremente y yo trato de validarle el llanto, que entienda que si pasó algo y llorar lo hace sentir mejor, pues es bueno que lo haga”.

En su casa, separó un espacio con una mesa a la que titularon “mesa de la paz”.

“Ese es un espacio en el que sus emociones están a salvo, un buen lugar para procesar cualquiera que sea desde coraje hasta alegría. En esa mesa, hay herramientas manipulativas y de motor fino para ayudarle a canalizar lo que sea que esté sintiendo en el momento”. Cordero confía que estos procesos de apertura le permitan al niño “convertirse en un adulto con inteligencia emocional que sea capaz de comunicar sus emociones y manejarlas”.

Un reconocimiento honesto de la diversidad

Entre sus estrategias está exponer al niño a temas que muchos adultos suelen evitar porque no los conocen, no los dominan o se los enseñaron a partir de la vergüenza, incluyendo temas de sexualidad.

El hijo de Adli, a sus 3 años, conoce los nombres correctos de pene y vulva, así como la de las otras partes de su cuerpo. Para ella, es importante que su niño también pueda reconocer desde temprano la diversidad que es parte de la sociedad, incluyendo a las personas trans, de género fluido y no binarias.

Asimismo, Cordero Espada reconoció que educar a una cría es un reto constante.

“Asumir una crianza no sexista es hacerse consciente de los problemas, de los privilegios, es hablar de lo incómodo, de la desigualdad de género, de raza y de clase. Es, realmente, creer que una educación liberadora es posible. Por eso, es tan necesario que exista en las escuelas. Es muy difícil si solo se da en las casas”.

La también escritora expresó que es importante no subestimar a los niños y niñas porque “tienen una capacidad increíble para la inteligencia emocional, la madurez y la conciencia social”.

Enfrentar el miedo con responsabilidad

Para Astrid Rivera Luciano, una periodista y madre de dos varones y una niña, asumir una crianza no sexista implica también un miedo constante entre lo que se trata de crear en la casa y lo que ocurre afuera.

“Te preguntas cómo hacerlo, cómo no repetir patrones cuando hay un mundo que les refuerza lo hegemónico. Hay que estar muy presente en cada detalle de todo lo que ocurra y lo que están absorbiendo de la sociedad”, señaló.

Sin embargo, coincidió con Cordero Espada en que lo más importante es que entiendan lo urgente de reconocer y respetar la diversidad. También, en el caso de los varones está de acuerdo con que el reto mayor se encuentra en darles espacio y libertad para que se sientan seguros siendo vulnerables y mostrando sus emociones.

“Para mí, es importante que puedan llorar, que sepan que pueden ser vulnerables y que esos sentimientos están ahí para procesarlos y sentirlos”, apuntó.

Ofrecer un espacio seguro y libre de juicios

Rivera Luciano añadió que ha tenido experiencias con su niño menor, de 6 años, en las que ha tenido que explicarle sobre la diferencia entre el espacio seguro que tiene en su casa y lo hostil que puede ser el mundo.

“Hace unos meses vino del cuarto con maquillaje y empezó a llorar mientras me decía que a él le gustaba y que no quería que las personas lo juzgaran por lo que quisiera ponerse. En ese momento, entendí que él reconoció la incomodidad que eso puede causarle al mundo”, recordó.

Sin embargo, la productora de televisión identificó esta situación como una oportunidad para dejarle saber que sí, el mundo probablemente pueda juzgarlo, pero que siempre lo más importante será lo que a él le haga feliz y le dé libertad.

“No hay nada de malo en que quiera usar maquillaje y lucirlo”, estableció.

Liberarse de los estereotipos

En el caso de la niña de 8 años, Rivera Luciano comentó que establecer una crianza no sexista es complejo porque las expectativas que se asumen sobre ella solo por ser una niña radican precisamente en el sexismo. Señaló que la niña es muy activa y libre, pero que le preocupan las exigencias de la sociedad.

Uno de los ejemplos que comentó fue una situación en la escuela donde estaban tomándoles fotos y la querían obligar a ponerse la mano en la cintura cuando ella no quería.

“Le empezaron a decir que estaba haciendo una sonrisa falsa, lo que desembocó en que tuviéramos que asumir un refuerzo constante en la casa sobre lo linda que es su sonrisa. Ella tiene que sentirse bien en su propia piel y una vez más la sociedad le exige actitudes y formas de ser innecesarias”, lamentó la madre.

Lo que más le preocupa a Rivera Luciano es “la repercusión que estas interacciones puedan tener a largo plazo en su autoestima y cómo eso influya en que ella decida cohibirse de hacer cosas para que no le hagan comentarios como esos”.

Distribuir equitativamente las tareas del hogar

Desde cocinar y limpiar, hasta cuidar de niños y ancianos, las mujeres realizan al menos dos veces y media más tareas domésticas y de cuidado no remuneradas que los hombres, según los datos de ONU Mujeres. Como resultado, miles de mujeres y niñas pierden las mismas oportunidades de ir a la escuela, incorporarse a un trabajo remunerado a tiempo completo o tener suficiente tiempo para descansar.

Rivera Luciano señaló que siempre busca integrar a los tres hermanos en las actividades sin que el género entre en debate para ello.

“Siempre les integro en las tareas del hogar, les llevo a hacerse manicuras y pedicuras a los tres, les doy libertad para escoger los colores y la ropa que quieran usar sin establecerles juicios sobre los roles de género. Para mí, lo más importante es que puedan crear su propia personalidad sin que nadie les diga cómo deben ser”.

Ambas madres coinciden en que lo más importante de una crianza no sexista es honrar y validar las emociones de las niñas y niños sin encasillarlas en los roles de género hegemónicos. También, en que el proceso es difícil, drenante y un reto constante que vale la pena.

Otras sugerencias de la ONU y organizaciones internacionales para fomentar la equidad de género desde el hogar:

  • Crea la confianza para tus hijos expresen sus preocupaciones libremente.
  • Hablen en casa de las desigualdades de género y cómo trabajar para combatirlas
  • Detén los comentarios sobre el aspecto del cuerpo de las personas. En especial, sobre el cuerpo de las mujeres. Esto incluye que las mamás dejen de criticarse a sí mismas frente a sus hijas.
  • Evalúa las expectativas que tienes de tus hijos según su género. No pienses que por que es varón y tiene cierta edad debe ser fuerte o lucir de cierta manera. Igual, con las niñas.
  • Ofréceles herramientas para que se atrevan a hablar fuera de casa cuando ven que ocurre una injusticia.