La menopausia es un proceso normal en la vida de las mujeres. Esta surge como consecuencia del deterioro natural de las hormonas reproductivas, el cual detiene el período menstrual. Sin embargo, esta culminación de la ovulación y la regulación de los niveles de estrógeno acarrea un aumento en los riesgos de eventos cardiovasculares que, sin una atención ágil y diligente, pudieran tener efectos de cuidado sobre la salud de las mujeres.

Para la cardióloga María E. Ramos Cortés, la falta de producción de hormonas como el estrógeno o la progesterona comúnmente se manifiesta en un cuadro clínico que incluye: el aumento de la presión arterial, aumento en el depósito de grasa (u obesidad), y aumento de los niveles de colesterol y azúcar, transformamdo el panorama cardiometabólico entre el grupo de personas que experimentan estos cambios.

Entre las más vulnerables a estas complicaciones, predominan las mujeres entre los 45 y los 55 años, ya que “la menopausia se diagnostica después de que transcurren doce meses sin que tengas un período menstrual”, indicó la doctora, quien es pasada presidenta de la Sociedad Puertorriqueña de Cardiología. No obstante, estos riesgos permean durante la etapa de la perimenopausia, la cual comienza desde el primer ciclo perdido.

A estos efectos, Ramos Cortés sostuvo que la “educación es esencial… el llamado es que las mujeres visiten a su médico y se ocupen de cuidarse y encontrar cómo prevenir o manejar cualquiera de estos riesgos”, dijo, a la vez que agregó que una de cada tres mujeres fallecen como consecuencia de eventos cardiovasculares o por sus complicaciones. Por ello, “el cuidado es esencial para disminuir las estadísticas… las mujeres no reconocen las enfermedades cardiovasculares como la causa principal de muerte y, cuando empiezan a vivir estos síntomas, muchas piensan que se trata de otra condición como el cáncer”, expresó la cardióloga con práctica privada en el Hospital Auxilio Mutuo.

Por otro lado, otra de las razones por las cuales estas afecciones ocurren con tanta frecuencia se debe a una lamentable tendencia de desinformación sobre los factores de riesgo y cuándo estos se hacen evidentes, lo cual limita la habilidad de las personas de procurar ayuda a tiempo. “Los riesgos pueden comenzar hasta diez años antes y reconocerlos de una manera temprana siempre será favorable para reducir un escenario crítico”, adujo la médica, insistiendo, a su vez, en que, para poder hacer una evaluación comprensiva de la paciente, se deben considerar distintas fuentes de impacto, entre las cuales está la salud mental y emocional, ya que “la depresión y la ansiedad pueden complicar un plan de tratamiento”.

De esta manera, según Ramos Cortés, el mejor curso de atención debe partir de una combinación de factores que tengan como base un acercamiento integral para el paciente y que observen todo su trasfondo para mirar los factores individualmente. Por lo tanto, se deben considerar los aspectos físicos y sociales, el historial médico o hereditario, irregularidades en el período y las exigencias sociales que se le imponen a las mujeres y que impactan la premura con la que buscan atención médica para ocuparse de su bienestar. “Las mujeres, muchas veces, están bien aisladas… [en este grupo de edad] se ven muchas abuelas criando nietos, cuidando de sus padres mayores, asumiendo un rol como cuidadoras universales, pero no se cuidan a ellas mismas”, reflexionó Ramos Cortés.

Por esta razón, la médica insistió en la importancia de priorizar la salud de las mujeres tanto a nivel individual como sistémico. A modo de recomendación, la doctora instó a que “vayan a evaluarse, háganse una evaluación nutricional… si hay que atender el sobrepeso, se puede buscar un plan individual dietético, busquen apoyo psicológico y estén alertas de las causas tradicionales [de eventos cardiovasculares] como la hipertensión, la diabetes y el sedentarismo, y otros factores emergentes como las enfermedades autoinmunes”, subrayó desde la certeza de que estas acciones deben ir acompañadas de una misión sistémica de educación y de mejoramientos de servicios para garantizar mejores resultados.

Por último, advirtiendo sobre la importancia de no autorrecetarse medicamentos o suplementos, la cardióloga resaltó los beneficios de los suplementos de ácidos grasos omega, de evitar alimentos procesados y refrescos, y exaltó la importancia de la hidratación y de priorizar el sueño y la socialización, pues, “cuando estás aislado, se impacta la salud psicoemocional”, aseveró, trazando conexiones al aislamiento forzado de la pandemia del COVID-19, período durante el cual aumentaron los eventos de instancias fatales cardiovasculares.

A pesar de las limitaciones para atender efectivamente las enfermedades cardiovasculares entre las mujeres en menopausia, “estamos adelantando; se está educando más a la población sobre la salud del corazón y, más importante aún, ha dejado de ser un tabú… la menopausia es un proceso normal biológico, una etapa de la vida y tenemos que seguir teniendo estas conversaciones”, concluyó Ramos Cortés.

La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.