La incontinencia es una condición muy común y extremadamente embarazosa. Desafortunadamente se tiene poca información al respecto y solamente se asocia con el proceso de envejecimiento.

No obstante, la realidad es que la incontinencia y las disfunciones urinarias son una de las condiciones más prevalentes en las edades de 25 años en adelante.

Según la Sociedad Internacional de Incontinencia se estima que el 40 % de las mujeres entre las edades de 25 a 50 años padecen de este mal; aumentando un 60 % o 70 % después de los 50 años.

Esta problemática de salud tiene unas consecuencias económicas, sociales y psicológicas de gran magnitud. En Estados Unidos se gastan alrededor de 20 mil millones de dólares en los desórdenes de incontinencia y disfunciones urinarias de la mujer.

Se considera una crisis de salud pública casi tan importante como las enfermedades cardiovasculares, ubicándola en el tercer lugar de las condiciones importantes por la Organización Mundial de la Salud (WHO, por sus siglas en inglés).

Social y psicológicamente es causante de discordias maritales, aislamiento social, depresión, disfunciones sexuales, desórdenes de ansiedad, problemas laborales, disminución de productividad y deficiencia en las familias.

La incontinencia es definida como la pérdida involuntaria de orina. No obstante es importante identificar los signos y síntomas tempranos que pueden ser factores de riesgo, indicativos del desarrollo de incontinencia y disfunciones urinarias, por ejemplo:

  1. Aumento de frecuencia urinaria (síntoma temprano)
  2. Vaciado incompleto o gotereo después de orinar.
  3. Urgencia (deseo casi incontrolable de visitar el baño).
  4. Rastreo de baño (localizar los baños cercanos a todos los sitios que frecuenta).
  5. Pérdida de orina con actividades simples como: cocinar, hacer ejercicio, correr, hacer deportes, estornudar, toser, durante relaciones sexuales.
  6. Abultamiento o presión en área vaginal (factor de riesgo para desarrollar incontinencia debido a relajación de músculos vaginales o descenso de la vejiga).
  7. Infecciones de orina recurrentes
  8. Infecciones vaginales recurrentes
  9. Utilizar toallas sanitarias como “protección” sin tener menstruación.
  10. Levantarse en las noches a orinar.
  11. Cambio en calibre del flujo de orina y cambio en el color de la orina
  12. Familiar cercano con historial de incontinencia. El descenso pélvico puede indicar causas hereditarias y genéticas.
  13. Modificación de posiciones para poder lograr orinar o vaciar (como pujar).
  14. Dolor en área pélvica y espalda
  15. Cirugías previas tanto pélvicas (histerectomía) y vaginales (suspensión de vejiga)
  16. Partos vaginales, embarazos a término y cesáreas son factores de riesgo para desarrollar incontinencia.

Actualmente, están documentados varios tipos de incontinencia según la Sociedad Internacional de Incontinencia:

  1. Incontinencia por esfuerzo: Pérdida de orina al ejercitarse, toser, estornudar o pujar. Es la causa más predominante en las edades de 25 a 50.
  2. Incontinencia por urgencia: Pérdida de orina al sentir deseos o de camino al baño.
  3. Incontinencia postural: Pérdida de orina al levantarse o cambiar de posición.
  4. Incontinencia mixta. Más común de los 40 años en adelante. Tiene componentes de urgencia y esfuerzo.
  5. Incontinencia continua: Pérdida de orina continua.
  6. Incontinencia sin sensibilidad: Pérdida de orina sin deseos.
  7. Incontinencia durante el coito: Pérdida de orina durante las relaciones sexuales.
  8. Vejiga neurogénico: Es la sensación disminuida o ausente por daño al sistema nervioso, tales como derrames cerebrales, esclerosis múltiples, cirugías previas, entre otros.

Debido a la complejidad de los sistemas y tipos de incontinencia en mujeres, la condición debe ser evaluada por el profesional de la salud con entrenamiento especial en incontinencia y medicina pélvica femenina.

Para lograr un diagnóstico apropiado son necesarios:

  1. Examen pélvico detallado con énfasis en los defectos estructurales como descenso de la vagina, vejiga, uretra y presencia de masa en la pelvis.
  2. Análisis de orina para descartar infecciones, problemas del riñón y posible presencia de tumores en el sistema urinario.
  3. Sonografía pélvica y abdominal.
  4. Estudios radiológicos especializados, CT scan, MRI si fuese necesario.
  5. Cistoscopia: Un estudio llevado a cabo en la oficina para evaluar la uretra y vejiga.
  6. Urodinámica computadorizada: Este estudio, que particularmente es realizado en la oficina, ayuda a diagnosticar con certeza la función de la vejiga y la uretra para catalogar específicamente los síntomas.

Tratamientos

A través de los últimos 20 años los tratamientos han evolucionado. Actualmente contamos con educación en modificación de comportamiento y ejercicios que pueden ayudar a controlar los episodios de incontinencia, medicamentos más específicos que modifican las contracciones de los músculos de la vejiga, entre otros. También se han diseñado marcapasos para controlar los impulsos nerviosos hacia la vejiga.

Los procedimientos quirúrgicos han adelantado exponencialmente a cirugías mínimamente invasivas y ambulatorias. El procedimiento por excelencia hoy en día es la hamaca suburetral. La tercera generación de estas cintas suburetrales son más flexibles, suaves en texturas, pero resistentes. Este procedimiento se lleva a cabo con una sola incisión pequeña (1 cm) en la vagina debajo de la uretra creando una hamaca y corrigiendo la incontinencia en un 92 % de los pacientes.

Está descrito que aproximadamente el 70 % de los pacientes con incontinencia se benefician con este simple procedimiento ambulatorio.

La incontinencia no es normal, y no tiene edad específica, hoy en día gracias al desarrollo de métodos diagnósticos más efectivos y cirugías más precisas podemos controlar y, en muchos casos, curar la incontinencia.

El autor es ginecólogo con entrenamiento en incontinencia y cirugía pélvica femenina. Para citas, llama al 787-243-0708 y 787-720-1414.