Nos rompemos. Algunos seres en la niñez, otros más adelante. Cuando nos damos cuenta de que el daño emocional ha causado grietas por donde pasa el dolor, podemos exponernos a la compleja tarea de nuestra reparación personal que cada quien experimenta de manera distinta.

Por el respeto a tu forma de pensar y de sentir, esta nota solo propone un compartir acerca de lo que he reflexionado desde hace mucho para que el dolor no me duela tanto y vivir realmente con todo lo que eso implica.

1. Tú eres quien único sabe cómo, cuándo y dónde te duele. Ni el tiempo ni las exigencias sociales deben determinar el transcurso de tu proceso. Tu ser nació libre; siéntelo.

2. Luchamos con lo que sentimos, nos resistimos por el mismo hecho de nuestra incomprensión y porque no queremos sufrir. Creo que las heridas emocionales no son algo que curar; a las heridas hay que atravesarlas. Lo que nos ha hecho daño, incluyendo nuestras propias decisiones, no va a desaparecer de nuestra historia; eso existió. Atravesar es cruzar junto a nuestra profundidad más íntima y nuestros miedos hacia un espacio de restauración particular.

3. Lo “normal” es una representación subjetiva que la sociedad ha acordado de manera arbitraria. Tienes la libertad y el derecho de observar y honrar tu subjetividad emocional y tu rumbo personal. Cada vez que me han dicho “rara” ha sido el mejor elogio que me puedan decir, aunque la intención haya sido la contraria.

4. Reconocer es comprender, validar y aceptar sin juicios la experiencia emocional propia y la de las otras personas, en acciones de apoyo y cuidados. Reconoce tus emociones y pensamientos, tus dolores y heridas más profundas con bondad. Es cierto que es muy arduo alcanzar ese reconocimiento. Y muy necesario.

5. Mientras que la “positividad tóxica” pretende invalidar nuestras emociones y nuestra naturaleza en el intento extremo de que percibamos que aun en los dolores “todo está bien”, reconocernos nos ofrece un lugar desde donde mirarnos con humanidad.

6. Comencé a hacer arte como otro intento más de salvarme del dolor, encontrar mipasión y maneras más benignas para mi recuperación. Cuando sientas el impulso vital de explorar algún camino para atravesar tu dolor, sería genial que reflexionaras sobre qué te apasiona, cuál es tu llamado personal, en qué podrías encontrar motivación. Inténtalo. Si en algún momento sientes que no puedes hacerlo o quieres cambiar decamino, descansa. Hazle caso a tu tiempo interno que te dirá cuándo y cómo continuar.

7. Algo que nos puede traer mayor bienestar es saber identificar cuándo no nos hacen bien las palabras y las acciones de otras personas y protegernos de la mejor manera: respetar y seguir nuestro instinto y nuestro recorrido privado.

8. En el dolor, sentir soledad puede agravarlo. Identifica a una o varias personas en las que confíes y compartan el sentimiento de amor y la solidaridad. Conversa sobre cómo te gustaría que te apoyaran y escucha también cómo se sienten. Si no logras identificar a nadie cercano (y aun cuando sí lo hagas), nuestra Red Humanizada en Primera Persona para Seres Disidentes con Experiencias de Padecimiento Psíquico quiere conocerte, apoyarte y acompañarte en amor.

9. A todos los seres: Si una persona te procura por ayuda, por favor, no la abandones. Si prestas atención, verás que damos señales para pedir auxilio sin necesariamente decirlo en voz alta. Si desconoces cómo lidiar con la situación o simplemente no quieres hacerlo, busca orientación en otra persona que pueda apoyar a la primera. Los seres humanos no solo estamos en el universo para el baile, la botella y la baraja.

10. Dedicatoria: Aun cuando mi madre Sonia Rosa me habría dicho que ella no era artista (considero que todos lo somos), aceptó mi invitación a participar como invitada especial de una pieza en la que yo exponía sobre mi padecimiento psíquico. Se involucró además como lo ha hecho desde 2011 en la producción de mis piezas artísticas y en el acompañamiento. Ella sabe que soy lo que muchos denominan ‘loca’ y que para mí ese concepto lo entiendo desde otra perspectiva y que me he apropiado de él para “darle la vuelta a la tortilla”. Nos reímos y también lo hemos padecido con intensidad. Con años espantosos de dolor, Sonia ha sabido esperar en el borde del precipicio a que yo regrese.

Gracias eternas, Madre.

La autora es impulsora y estratega de medioLoCCA nacional y su Red Humanizada en Primera Persona para Seres Disidentes con Experiencias de Padecimiento Psíquico, escritora, artista de performance y gestora cultural, www.mediolocca.com.