En pocas palabras, la autonomía emocional es lo opuesto a la dependencia emocional. Básicamente, es la capacidad para sentir, pensar y tomar decisiones por nosotros mismos reconociendo que nuestra propia aprobación no depende de los demás.

Quiero explicar claramente esto porque la aprobación propia no implica que despreciemos las opiniones de los demás o que no las consideremos, significa que nuestro bienestar no depende de otras personas porque las personas autónomas emocionalmente son capaces de sentirse seguros de sus decisiones y metas en la vida.

Nuestra autonomía emocional nos permite escuchar y considerar a los demás, y tomar una decisión basada en el respeto a los demás si estos difieren de nuestro propio criterio.

Existen ciertas características que se deben desarrollar para lograr una autonomía emocional. Con ellas podemos hacer un ejercicio de introspección y evaluar aquellos puntos en los que debamos trabajar.

Autoestima: desde el aspecto de la autonomía emocional, debemos tener paz y balance con nosotros mismos, aceptarnos y creer en nuestra capacidad de disfrutar nuestra vida.

Automotivación: las motivaciones externas son buenas, pero, para tener autonomía emocional, debemos desarrollar la capacidad de motivarnos, establecernos metas propias, más allá de lo que los demás crean que somos capaces, y darle sentido a la vida.

Autoeficacia emocional: autoeficacia se define como el conocimiento que los individuos tienen acerca de sus capacidades y confianza para alcanzar una meta o enfrentar una situación. Para lograr alcanzar la autonomía emocional, debemos entender que tenemos la capacidad para manejar nuestras emociones para regularlas de manera que sean más efectivas en un contexto determinado.

Por ejemplo, si tenemos un desacuerdo con alguien que nos genera mucho coraje, cuando desarrollamos autoeficacia emocional, somos capaces de reconocer nuestra emoción. Así, cuando tengamos coraje, podemos analizar y disminuirlo de forma que podamos tener resultados más efectivos con la persona que tuvimos el desacuerdo.

Responsabilidad: de la misma manera en que, teniendo autonomía emocional somos capaces de tomar nuestras propias decisiones, tenemos que responsabilizarnos y responder a nuestros actos. En virtud de que somos autónomos y libres, “responsabilidad” significa tomar decisiones, identificando los comportamientos seguros y saludables para nuestra persona.

• Por último, la autonomía emocional implica tener una actitud positiva ante la vida a pesar de que haya ocasiones en las que ser positivo cueste. Se trata de que siempre que sea posible se pueda transmitir optimismo vigilando nuestras actitudes con los demás. Esto incluye la resiliencia ya que se define como la capacidad que para enfrentarse con éxito a unas condiciones de vida difíciles.

En conclusión, la autonomía emocional es la capacidad de sentirnos bien emocionalmente, tomando nuestras decisiones y ejerciendo nuestro comportamiento, sin necesidad de tener que agradar o satisfacer las de otras personas. No se basa en una actitud egoísta, se basa en una actitud responsables de nuestros sentimientos, nuestras conductas y nuestra libertad.

Trabajar en nuestra salud emocional nos ahorra todos los esfuerzos para tratar de complacer a todo el mundo y depender de cómo se sientan los demás para definir cómo nos sentimos nosotros. Créeme, evitarás el desgaste emocional en tu vida y cultivarás tu propia felicidad.

Para más información del Centro de Salud Conductual San Lucas, llama al 787-625-1430 o accede a sanlucaspr.org. Sintoniza Medicina Breve, único podcast de institución de salud en todo Puerto Rico, en todas las plataformas de podcast: Spotify, Apple Podcast, Google Podcast y más.

La autora es psicóloga clínica del Centro de Salud Conductual San Lucas y moderadora de la tercera temporada del podcast Medicina Breve. Presentado por: Centro Médico Episcopal San Lucas en Ponce.