En el pasado, muchos dentro de la industria de la tecnología apostamos a una visión del futuro, donde la interacción humana no sería exclusivamente necesaria para poder hacer gestiones del día a día. Esto, gracias a los continuos avances y desarrollos tecnológicos que, cada vez más, se enfocan en proporcionar una conveniencia directa o indirecta a aquellos que viven una vida ajetreada o que tienen alguna limitación para poder hacer sus diligencias.

No obstante, pensábamos que esta visión demoraría en materializarse, no por la falta de herramientas, sino por la lenta adaptación de muchos segmentos de la población a la tecnología. Pero, resulta que nos equivocamos. La tendencia de consumo que se veía venir en los próximos años ya llegó, y a muchos les tomó por sorpresa su llegada.

Ante la situación provocada por la pandemia del COVID-19, lo que antes era opcional pasó a ser una necesidad. La adaptación a la tecnología fue forzada para algunos porque se convirtió en la única alternativa para continuar el día a día en un momento sin precedente en la historia moderna. Las empresas tuvieron que invertir millones para mantener a sus empleados conectados y continuar su operación; adaptaron su producto para ofrecerlo virtualmente, y muchas tiendas y restaurantes modificaron su sistema operacional y adquirieron herramientas para lograr llegar a su consumidor o comensal.

Lo que antes podía ser un estreno en las salas de cines, ahora es un estreno en la comodidad del hogar. El material de escuela para complementar las clases –que ahora son virtuales– se ordena en línea, y los alimentos que se agotaron en el refrigerador están al alcance de un clic. De hecho, la experiencia de escoger frutas y vegetales en el supermercado ya para algunos es cosa del pasado, y han delegado esta tarea en las compañías que ofrecen el servicio de llevar la compra a la casa, en el horario que mejor le convenga al consumidor.

No tan solo eso. Si una persona presenta algún síntoma que no sea considerado de gravedad, el médico puede atenderle por medio de una cámara y enviará la receta de forma electrónica directamente a la farmacia, quien, a su vez, también podría proveer el servicio de entrega de medicamentos a domicilio.

Claro está, con estos cambios igualmente se ha visto una baja en el uso de efectivo y un alza en los métodos de pagos electrónicos. No tan solo el consumidor se ha atemperado a las nuevas formas de pago y a los nuevos procesos de adquirir bienes y servicios, sino que también ha tenido la oportunidad de experimentar los beneficios del internet y la tecnología, y confiar en la seguridad de las distintas plataformas virtuales para llevar a cabo sus gestiones.

En Puerto Rico, uno de los segmentos de mayor crecimiento durante el pasado año ha sido el de entrega de comida a domicilio. Si bien ya era un mercado que había comenzado a despuntar antes de la pandemia, el momento sirvió para solidificar las ventajas de este tipo de servicio, tanto para los consumidores, como para los comercios locales que han podido continuar vendiendo sus productos, aún con las limitaciones propias de la situación. Incluso, no solo se vio el crecimiento de las aplicaciones móviles respecto a órdenes de comida, sino también la diversificación de su oferta de servicios y comercios, más allá de restaurantes.

Si bien se estima que, con el tiempo, las personas volverán a visitar las tiendas de manera física, la adaptación a la tecnología y la compra en línea mediante aplicaciones seguirá en aumento. Sobre todo, para aquellos que se vieron en la necesidad de utilizar las diferentes alternativas digitales y vivieron de primera mano la conveniencia y el ahorro en tiempo que les pueden brindar las herramientas que facilitan el recibir un producto en la comodidad del hogar.

El autor es director de Ventas y Mercadeo de UVA!