A pocos días para la celebración del Día de los Padres, conversamos con tres papás sobre la experiencia de la paternidad, los retos y los aprendizajes de la Cada época tiene sus propios retos. Lo que vivieron nuestros padres no es lo mismo que experimentamos nosotros ni será igual para las generaciones venideras.

Aunque hay capacidades compartidas, cada acontecimiento de impacto colectivo genera sus propias exigencias. “He aprendido sobre la facilidad para adaptarse a los cambios”, pronunció Carlos Juan Ramos sobre cómo ha observado a su hijo de 12 años lidiar con los sucesos más recientes como la pandemia.

“Mi hijo ha pasado por unas experiencias que yo, a esa edad, no pasé”, agregó el especialista en comunicación corporativa acerca del aprendizaje continuo que le otorga la conexión padre-hijo, desde un rol presente y activo.

La cercana interrelación que han desarrollado y la comunicación efectiva aparecen como dos elementos que se nutren recíprocamente en la historia que narra Carlos Juan, quien resalta lo espontáneo y divertido que es su hijo.

Compartir gustos y aficiones —como los deportes— genera, asimismo, un nexo vital. Los viajes también han sido experiencias de unión para ambos como la memorable travesía que realizaron por España y la visita a los estadios de fútbol. “Es mi asesor sobre las tendencias en las redes sociales”, añadió.

Estudios han relacionado una implicación positiva del padre con el bienestar social y conductual de los hijos. Por el contrario, la ausencia del padre afecta negativamente en todas las etapas de desarrollo de los hijos, de acuerdo con la publicación “Bienestar del padre y del niño: un análisis de la investigación actual”, del Centro Nacional de Información para la Paternidad Responsable.

Entonces, Carlos Juan remarcó la trascendencia de ser padre de Marcos Adrián. “La paternidad es el mejor regalo. Han sido los mejores doce años, dándome un nuevo propósito”, sostuvo. “Me llena de energía día a día”.

En su rol como papá, emula lo que recibió en casa: una crianza con progenitores presentes, que lograron balancear la vida familiar y la vida laboral, convirtiéndose en un modelo a seguir. De ellos rememora un consejo que nunca olvidará: no conformarse y siempre aspirar a más.

Por su parte, a Marcos Adrián le diría que “siempre tenga a Dios como centro de su vida y sus acciones; que valore a la familia y los amigos, y que siempre crea en él, se prepare profesionalmente, aprenda de los fracasos y celebre cada logro sin importar su tamaño”.

Con la aspiración de que su hijo siempre recuerde de él su sentido del humor y su alegría, Carlos Juan enfatizó que Marcos Adrián “es la persona más importante en mi vida. Sin él, no me visualizo en este mundo”.

La autora es periodista colaborabora de Suplementos.