Todas las instituciones de enseñanza postsecundaria han tenido que adaptarse a las necesidades de los estudiantes, mientras estos se van formando profesionalmente en el gremio de su preferencia. Esta necesidad cobró aún mayor importancia tras la pandemia del COVID-19, la cual forzó una transición a la cátedra a distancia, que, a su vez, generó un sinnúmero de retos profesionales y de brechas en el aprendizaje tanto para los docentes como para los estudiantes. A esto se le suma la inestabilidad del servicio eléctrico que enfrenta Puerto Rico como uno de los principales factores que afectan la calidad y la garantía de contenido requerido para cumplir con los currículos de enseñanza.

En el caso de la Universidad de Sagrado Corazón, previo al 2020, “la institución ya se había movido a trabajar sus maestrías de manera remota, precisamente, por la población estudiantil que apela a estos programas”, señaló la decana del Departamento de Salud y Ciencia, Nadjah Negrón Cartagena, haciendo mención de los ocho programas de maestría de los que dispone la institución.

La psicóloga académica expandió sobre la necesidad de abordar los currículos de enseñanza de una manera integral, en consideración de las necesidades de los estudiantes y la facultad. A estos efectos, en el caso de la USC, reconoció como una ventaja el hecho de que, previo a la pandemia, los programas de maestría ya se ofrecían de manera virtual y sincrónica (refiérase a que el profesor imparte su lección desde su computadora en tiempo real, y el estudiante puede incorporarse y asistir a la clase al momento). Ya “habíamos identificado que el cuerpo que compone la mayoría de nuestros estudiantes matriculados en grados de maestría son, generalmente, adultos profesionales con carreras a tiempo completo y familias, o que tienen a su cargo el cuidado de personas mayores”, aseveró, al destacar que, de otra manera no hubiesen podido obtener un título.

Los formatos de enseñanza ya incorporados en las maestrías sirvieron de modelo para adoptarlos en los currículos de estudios subgraduados, lo cual generó un proceso colaborativo para garantizar unos cambios ágiles y efectivos en toda la comunidad universitaria.

Con más de 15 años en la práctica, la educadora aseguró que los currículos de maestría componen uno de los principales atractivos para los estudiantes, pues “les ofrece la flexibilidad de alcanzar el título en poco tiempo… esto les llama mucho la atención, pues los currículos se trabajan por trimestres y con interacciones continuas con los docentes, lo que les permite tener una participación más activa dentro de la institución, a pesar de la distancia”, sostuvo Negrón.

Así como la institución ha podido adaptar sus currículos a distintos formatos para facilitar el aprendizaje y satisfacer las necesidades de su matrícula, han logrado adherir oportunidades de práctica presenciales y trabajos en tiempo real en algunas de sus carreras. A modo de ejemplo, mencionó las carreras especializadas en la investigación y análisis científico, cuya ejecutoria y aprovechamiento depende exclusivamente de la praxis. En el caso de la maestría en periodismo e innovación, “los estudiantes tienen la oportunidad de trabajar en un medio colaborativo y obtener experiencias prácticas que pueden abonar en su resumé a la hora de graduarse”, afirmó.

Por otro lado, las clases que sí se ofrecen en las instalaciones físicas del centro docente se graban automáticamente y cuentan con transmisiones en vivo las cuales el estudiante puede revisitar a su tiempo. Además, mientras se avista mayor dependencia en los recursos tecnológicos para garantizar la excelencia en la calidad de la enseñanza, bajo su decanato, Negrón anticipó “un mayor robustecimiento del equipo tecnológico, reparaciones técnicas que ayuden a optimizar el aprendizaje y mejores adiestramientos a nuestra facultad. Siempre estamos buscando qué hace falta mejorar y estamos comprometidos con la unidad de innovación tecnológica para proveer el mejor servicio posible”.

Por último, la decana invitó a la reflexión sobre los perfiles de los estudiantes que ingresan a los estudios posgraduados, dado que, en su experiencia, son “cada vez son más los adultos que están buscando aprendizaje de toda la vida… no solo para sus carreras sino [que también] van en busca de ampliar ese conocimiento, tener más información sobre sus pasiones e ir más allá dentro de su propio desarrollo”. Por ello, recomendó que las instituciones procuren ampliar sus ofrecimientos sin distinción de la intención que conduzca a un estudiante a cursar un título de posgrado.

La autora es periodista colaboradora de Suplementos.