Más fuerte que cualquier virus

Lorraine Urdaz, su hijo Lucas y su esposo Pablo del Castillo
Lorraine Urdaz, su hijo Lucas y su esposo Pablo del Castillo (Suministrada)

La enfermedad de un hijo es una de las experiencias más dolorosas para cualquier madre. Una vez se pasa por esa experiencia, siempre se aferra al subconsciente la incertidumbre de una recaída, más cuando ocurren situaciones como una pandemia.

Es así como Lorraine Urdaz se ha llenado de coraje y valor para enfrentar la situación actual convirtiéndose en el pilar que da estabilidad a su hogar.

Hace cuatro años, su hijo Lucas fue diagnosticado con cáncer de tiroides y tuvo que ser operado. Desde entonces, la condición está en remisión y el joven está bien de salud, con una dieta regular y sin restricciones de ningún tipo. Sin embargo, debido a la amenaza del COVID-19, ha tenido que tomar medidas de precaución. “En todas estas semanas, Lucas no ha salido en ningún momento. Es un poquito retante, porque cuando tienes un adolescente de 15 años en tu casa, tienes que hacer comprendan que es normal lo que estamos pasando y también no intentar llevarle la contraria”, comentó Lorraine, quien trabaja como gerente de Mercadeo y Comunicaciones de Ford International Business Development para Puerto Rico, el Caribe y Centroamérica. “De la misma forma, esto nos ha llevado a mi esposo y a mí a crear una rutina para buscar su medicamento a la farmacia con las mayores medidas de seguridad e higiene posibles. Eso es algo que siempre tenemos en nuestra mente”.

A pesar de todo, la enfermedad de su hijo no solo solidificó la relación con su esposo, sino que la preparó para esta nueva realidad. “Cuando te tocan a tu sangre y te tocan esa fibra tan emocional que es tu hijo, ya uno crea esa fuerza para luchar por lo que sea. Todo eso me ha hecho más fuerte y me ha ayudado a sobrellevar este confinamiento de la mejor manera posible”, añadió la ejecutiva.

Una fortaleza que en esta ocasión también le ha servido para ser “psicóloga” para su familia y para ella misma. “Son muchas las emociones que llegan a la vez y uno tiene que aprender a controlar las cosas que suceden. A medida que pasan los días, aumenta la incertidumbre de cuánto tiempo va a durar todo esto, si el dinero nos va a alcanzar, si el trabajo va a ser estable, qué va a pasar con las medicinas y con la comida”, mencionó. “Creo que nosotras como madres tenemos un sexto sentido que nos ayuda a anticipar un poco las necesidades y a planificarnos un poco más para que nuestra familia no pase por ninguna necesidad”.

Lorraine es conversadora y amigable, por lo que una de las cosas que más extraña es compartir con otras personas. “Esa interacción es la que muchas veces nos falta y quizás necesitamos. Soy una persona que me gusta compartir y hablar con la gente y creo que lo más importante es ese contacto humano”, dijo la experimentada comunicadora, quien dejó claro que utiliza la aplicación Zoom para estar en contacto con familiares y amigos.

Eso sí, anhela el día que pueda vivir con normalidad y repartir abrazos y besos a todos sus seres queridos y amigos cercanos. “Aunque estoy junto a las dos personas que más quiero en este mundo, necesito compartir e interactuar con otras personas que también son importantes. Quiero ver a mi mamá, a mi hermano, a mis amigos, volver a la oficina y ver a mis compañeros. Son muchas las personas a las que quiero y amo...”, concluyó.

Cuando la vida te prepara para el presente

Mayra Fonseca y su hija Verónika Rossy Fonseca
Mayra Fonseca y su hija Verónika Rossy Fonseca (Suministrada)

En ocasiones ocurre que las experiencias de la vida preparan al ser humano para enfrentar situaciones que van más allá de la razón. Cuando se superan todos y cada uno de esos obstáculos, se es más resiliente, mirando de frente al presente sin huir. Ese es el caso de Mayra Fonseca, quien ha tenido que enfrentar la cuarentena junto a su madre y alejada de su hija.

Para ella la situación actual ha sido retante, pero es algo a lo que está acostumbrada. “Para mí, todos los días representan un reto personal desde hace algunos añitos”, expresó Mayra, quien brinda servicios profesionales a varias empresas privadas. Desde muy temprano en su vida, tuvo que criar a su hija como madre soltera, fue víctima de chantaje para obtener un visado, sufrió violencia doméstica y hasta tuvo que pasar por una infidelidad y abandono cuando era paciente de cáncer.

Ahora, en las pasadas semanas, ha tenido que enfrentar una nueva situación en su vida: tener que vivir con su madre las 24 horas del día, al igual que lo hacía cuando era niña. De manera jocosa, Mayra explicó que sus días junto a su mamá han estado llenos de altas y bajas. “Vivir con mi señora madre las 24 horas, créeme que no es fácil y menos a mi edad (50 años). Hay días en que tenemos que montarnos en el carro y salir a dar una vuelta por el bien de las dos y de mis vecinos”, comentó Fonseca, mientras no puede parar de reír. “Aunque tengo que aceptar que ella es y seguirá siendo mi modelo a seguir, porque al igual que yo, es sobreviviente de cáncer y juntas vencimos la enfermedad y juntas nos apoyamos. Sin ella, muchas de mis vivencias no las habría podido superar”.

Por otro lado, desde hace varios años, su hija Verónika, de 24 años, vive en Colorado, por lo que todo este proceso también ha generado en ella el sentimiento de nostalgia. “Mi hija ya es toda una mujer, pero mientras ella estaba cerca, yo me sentía completa. Aunque ya no está en Puerto Rico, si algo le pasara, no hay COVID-19, ni virus alguno que me impidiera ir a socorrerla”, mencionó Mayra, quien en todo el proceso se ha mantenido trabajando desde su casa y ha aprovechado el tiempo para retomar la lectura y escribir sobre sus experiencias con sus pasadas parejas.

A pesar de todo, Mayra se mantiene positiva de que todo esto terminará en algún momento, pero está consciente de que las personas deben tener mucha paciencia, aceptación y optimismo. “Vivo un día a la vez y doy gracias a Dios todos los días por la salud y por la vida que me ha tocado vivir. Todo va a pasar y va a estar mejor que cuando comenzó. Acepto el reto sabiendo que llegará el día de la cura y saldremos más fortalecidos. El ser humano, si sabe aceptar y tener paciencia, se adapta a cualquier circunstancia. Yo he vivido de todo y he sabido salir cada vez más fuerte, como el ave fénix”, finalizó diciendo.

Servir a los demás es un privilegio

La doctora Inés Hernández-Roses acompañada de sus hijos Laura y Héctor David, y su esposo, el doctor Héctor Rodríguez
La doctora Inés Hernández-Roses acompañada de sus hijos Laura y Héctor David, y su esposo, el doctor Héctor Rodríguez (Suministrada)

Durante los tiempos de pandemia en la que estamos viviendo, a todos nos toca aportar a la sociedad de alguna manera. Muchos lo han hecho quedándose en sus hogares y otros lo hacen a través de su trabajo diario. Sin embargo, ¿qué mueve a las personas a levantarse a trabajar y sacrificarse en estos días? Para la doctora Inés Hernández-Roses, las razones son poderosas: sus hijos y su familia.

“Siento una gran responsabilidad por contribuir al bienestar de mi isla, porque me parece que es lo mejor que puedo hacer por mis hijos. Quiero protegerlos a ellos, pero también darles el ejemplo de la responsabilidad que tenemos con la sociedad”, enfatizó la principal oficial médica de MCS. “Esta generación de jóvenes puertorriqueños ha vivido el peor huracán, el peor terremoto y la peor epidemia que ha sufrido nuestra isla en cien años. Mi deseo es que esas experiencias los ayuden a ser mejores personas, sin que pierdan el optimismo por el futuro”.

Aunque por su responsabilidad en la aseguradora, la doctora Hernández-Roses se mantiene trabajando principalmente desde su casa, su esposo también es médico y tiene que visitar pacientes en un hospital, razón por la cual sus hijos han tenido un poco de ansiedad y preocupación. Por lo que la profesional de la salud ha buscado la mejor manera de dejarles claro a sus hijos la razón por la cual lo hace. “Mi esposo y yo, al ser médicos, nos hemos mantenido trabajando y el que su papá vaya al hospital a atender enfermos hace que mis hijos se preocupen aún más por él. Sin embargo, nuestro mensaje para ellos es que poder ayudar a las personas en sus momentos de mayor necesidad es un privilegio”, destacó la doctora Hernández-Roses, quien ha apoyado a MCS para poder seguir brindando sus servicios a los cerca de 400,000 beneficiarios del plan médico.

Al igual que la mayoría de las personas que han pasado por el distanciamiento y la cuarentena debido a las medidas de seguridad provocadas por el COVID-19, uno de los mayores retos que ha tenido la profesional de la salud ha sido la comunicación con sus familiares y amigos. “Mis hijos son bien apegados a sus abuelos, pero no los hemos visto porque no queremos ponerlos a riesgo”, comentó. “Es por eso que, desde que comenzó el confinamiento, estoy utilizando mucho más la comunicación electrónica en el trabajo y con la familia. Hemos celebrado cumpleaños y reuniones de fin de semana virtuales con la familia extendida. Además, hago reuniones virtuales diariamente con mi equipo de trabajo y esto nos ayuda a mantenernos conectados y a mantener la cohesión del grupo”.

Para la doctora, toda la experiencia que hemos vivido desde que comenzó la pandemia va a ayudar al crecimiento de las personas, tanto a nivel profesional como familiar. “Todo esto me ha enseñado que las crisis nos hacen más fuertes”, mencionó Hernández-Roses. “Además de que soy extremadamente afortunada de tener a mi familia cerca y de vivir y trabajar en un lugar donde la gente tiene el corazón bien grande y que no hay otro lugar en el mundo donde quisiera estar en este momento. Siempre me ha encantado una frase que dijo el fenecido músico Duke Ellington: ‘Un problema es una oportunidad para dar lo mejor que tienes’”.