Mientras muchos, a sus 71 años, disfrutan de su retiro y de un ritmo de vida desacelerado y tranquilo, el doctor Néstor Sánchez emprende nuevos proyectos profesionales y personales, mientras permanece atendiendo a sus pacientes en Aibonito, Ponce y Cayey, y comprometido con su labor social.

Desde 1998, el doctor Sánchez apoya económicamente y dirige la Fondita Divino Niño Jesús, la cual fundó para atender a personas sin hogar, en su natal Aibonito. Allí se les ofrece, diaria y gratuitamente, desayuno, almuerzo, área para aseo personal, ropa y orientación con una trabajadora social, para aquellos que lo requieran, pues muchos tienen algún tipo de adicción.

El deambulante soy yo. Yo me pongo en los zapatos de ellos, en los pantalones de ellos. El concepto mío siempre ha sido que tú le das a tu prójimo lo que te gusta que te den. A mí me gusta comer bueno. Me gusta comer arroz, habichuelas y carne, y un buen sándwich por la mañana, y eso es lo que servimos aquí”, comentó el dermatólogo y patólogo. “Y esto aquí no es un ranchón. Es el mejor edificio y más bonito del pueblo, porque me gusta darle al prójimo lo que me gusta darme a mí”, añadió.

Unos años antes, en 1986, el doctor Sánchez, también había establecido un hogar para acoger a niños y niñas positivos al VIH, que estuvo en funciones en las décadas pico de la enfermedad, hasta el 2002.

El doctor Néstor Sánchez, dermatólogo, patólogo y filántropo, posa en los altos de la Fondita Divino Niño Jesús, organización que fundó y dirige para atender a la población deambulante de la zona, en Aibonito, Puerto Rico.
El doctor Néstor Sánchez, dermatólogo, patólogo y filántropo, posa en los altos de la Fondita Divino Niño Jesús, organización que fundó y dirige para atender a la población deambulante de la zona, en Aibonito, Puerto Rico. (ENID M. SALGADO-MERCADO)

Inquietado por su vocación de servir desde niño, la preocupación y el interés de atender a estas dos poblaciones tan necesitadas y marginadas vino a raíz de lo vivido con su hermano menor, abogado de profesión, quien “tuvo conflicto y se puso hasta deambulante. Él se enfermó, [usó] drogas y le dio VIH”, contó, apenado, sobre el hermano que más quería.

“Salí un jibarito de aquí para ir a estudiar a la UPR”

Originario de la barriada San Luis, en Aibonito, es el cuarto de siete hermanos, de mente inquieta y aficionado al buen vestir. Ocupaba su tiempo colaborando en la iglesia del pueblo y ganaba su pesito brillando zapatos, haciendo mandados a la tienda de la esquina y vendiendo calzado por catálogo, con lo que se compraba juguetes “y vestía extraordinario, desde niño. Eso siempre me ha gustado… y las cosas bonitas me gustan, pero no para mí nada más”, aseguró.

Del sistema público de enseñanza del país, en 1966, salió a los 15 años a estudiar en la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, donde se hospedó. Luego de haber estudiado en el Albert Einstein College of Medicine, en Estados Unidos; y de graduarse de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico, en 1975, ingresó en New York University a estudiar Dermatología. Más adelante hizo una subespecialidad en Dermapatología en la Universidad de Harvard e investigó sobre la lepra.

Tras haber estudiado en dos de las tres principales instituciones en dermatología, se encaminó a concluir su preparación en la prestigiosa Mayo Clinic.

A su regreso, en 1980, comenzó a atender pacientes en el Hospital Menonita de Aibonito y más adelante, en el de Cayey, mientras atendía su oficina en Ponce.

En el 2004, dio clases y dirigió el Departamento de Dermatología del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, hasta el 2011.

“Seguí como profesor en el Hospital UPR de Carolina, que es excelente y con la mejor facultad. También trabajamos y fundamos una clínica de práctica intramural en el recinto de Cayey de la UPR, que le da servicios a todo el sistema universitario y a pacientes de afuera. La hicimos con fondos externos de la universidad”, explicó.

En ese transcurso, escribió dos libros: Dermatología en medicina interna (2011) y Signos y síntomas de condición de piel (2019).

“Tengo 71, pero mi espíritu es mucho más joven”

Lejos de retirarse profesionalmente, hace unas semanas, el doctor Sánchez retomó el profesorado y comenzó a dirigir el Departamento de Dermatología en la Escuela de Medicina de Ponce, tras jubilarse el pasado junio del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico. A su vez, el dermatólogo y patólogo continúa dando servicios a los hospitales Menonita, del centro y sur de la isla.

“Lo que me falta es hacer un programa de residencia de dermatólogos en la Escuela de Medicina de Ponce. Es un proyecto que está ahí y va a tomar varios años para pasar el proceso de acreditación y hacer una clínica, con todo el equipo, para esos estudiantes de medicina”, señaló.

A su cargada agenda, siempre le encuentra tiempo para disfrutar de sus pasiones. Le encanta cantar en karaokes, imitar a Elvis Presley y a Raphael, y hacer festivales de música de tríos. “Soy fanático de los tríos. Tengo un traje y la guitarra de Felipe Rodríguez con la que hizo ‘La Última Copa’”, compartió el aiboniteño.

Sin embargo, su verdadera pasión es el baloncesto. “Yo juego casi todos los días. Yo quería ser jugador de baloncesto superior. En 1970, jugué primera categoría con Aibonito. Iba a jugar en el equipo superior de Caguas, pero me fui a estudiar medicina a Estados Unidos y me quedé con las ganas”, dijo.

Lo que no dejó pasar fue a su primer amor. A sus doce años vio por primera vez a Nelly Milagros Negrón, su esposa hace 50 años y con quien tuvo tres hijos. “Iba caminando por la calle principal del pueblo y ella venía del colegio, con su uniforme. Yo era bien picú y cuando la vi, ahí quedé”, rememoró risueño.

“Yo soy una persona común y corriente. Puedo hacer todas esas cosas, porque aprendí que cuando tú encomiendas todo a Dios, él te va a guiar. Voy a misa y comulgo todos los días. Soy normal, no soy un santo, pero me he dado cuenta de que eso me da fortaleza y entereza”, concluyó.