Ese es el mayor deseo del audiólogo y director clínico en Precision Health Centers, licenciado Eugenio Gómez. Gómez, quien es padre de cinco hijos, reconoció cómo tener nietos es otra etapa en la vida. “Normalmente, la gente te dice que ser abuelo es algo diferente. Para mí es una experiencia fantástica. Es bien difícil describir exactamente cómo es el vínculo con los nietos; es ver esa descendencia crecer tal y como cuando uno mira a sus hijos. Es identificarse con ellos”, amplió.

Amalia y Andrés
Amalia y Andrés (Suministrada)

Amalia (6 años), Andrés (10 meses) e Isla (4 años) son los nietos que han llegado a llenar la vida de este empresario puertorriqueño. “Ahora me puedo reflejar en el papel de mi papá con mis hijos. Entonces, tengo un panorama para medir cómo era mi papá y cómo era mi mamá. Yo me asombro de la viveza que tienen los niños de hoy en día. Por ejemplo, Amalia, con su corta edad, tiene una habilidad para manejar los electrónicos y hasta me da instrucciones de cómo hacerlo. Es una crianza muy acelerada, tipo fast track”.

Isla
Isla (Suministrada)

Gómez admitió que, aunque la tecnología puede ser protagonista en estos tiempos, sus nietos gozan de ir al parque y hacer otras cosas. “A Amalia le encanta pintar, bailar, pintarse las uñas, el maquillaje… ser toda una princesa. ¡Esa niña es todo un personaje! Por otro lado, Andrés Eugenio es más de jugar con pelotas y lanzarlas. Entonces, Isla tiene una personalidad atlética, es bien curiosa y le gustan los animales. Los tres son bien diferentes”, explicó orgulloso.

Considera que su rol de abuelo le permite compartir con sus nietos, los que están en Puerto Rico y la que reside en Estados Unidos. Amalia y Andrés viven muy cerca de él, así que se ven todos los días. “Básicamente, cuando llego del trabajo, la nena está en mi casa, pero ella dice que esa casa es de ella y que la de sus papás es una casa nueva. Hasta me dice ‘papi’. En ese sentido es como si yo tuviera otra hija más. Con el bebé tenemos la situación de que casi no gatea o no quiere gatear, lo que quiere es empezar a caminar; así hay que tirarse al piso a gatear con él para que pase todas sus etapas. Isla es un poco diferente, aunque sacamos el tiempo para ir a visitarla cada tres mes meses. Es aquí cuando me doy cuenta de lo marcada que es la diferencia y cómo crece”.

Al reconocer que el rol de los padres y el de los abuelos es distinto, expresó que, cuando se es abuelo, los niveles de tolerancia y protección que se les ofrecen a los nietos son mayores. Lo describe como un cambio en la forma de ver las cosas, luego de pasar la experiencia de la paternidad.

“Los sábados son los días en los que me meto a la piscina con Amalia; a ella le encanta el agua. Con Andrés son juegos más pasivos, [pues] él tiene una personalidad bien tranquila; es un contraste total con la de la nena, que es acción todo el tiempo: Go! Go!”, añadió.

A modo de consejo exhortó a los abuelos y a los padres a que cumplan lo que les prometen a los niños. “Si usted le promete algo a un niño, cúmplale, porque le está enseñando responsabilidad. Por ejemplo, si le dice que lo va a llevar al parque y no lo hizo, entonces el niño lo va a ver como un acto de irresponsabilidad. Primero, no queremos que los niños se molesten, y, segundo, uno no quiere dar el ejemplo de que no cumplir es algo normal, porque luego trae consecuencias”, exhortó.

El orgulloso abuelo le deseó a sus nietos que tengan un futuro próspero en lo personal y lo material. Que sean, como decía su mamá: “la mitad de buena de lo que fue su abuela”. Que sean mucho mejor de lo que él ha podido ser.