Con esta tierna pregunta el ingeniero José Miguel Izquierdo Encarnación comienza sus publicaciones en la red social de Facebook. Como mencionó quien fuera secretario de Estado de Puerto Rico, ahora goza de un rol que le llena a plenitud: ¡la “abuelitud”! Es que para este nuevo abuelo este rol llegó de momento, luego de varias peticiones a sus hijos.

“Recuerdo que para ese tiempo en el que el huracán María pasó por la isla, para septiembre 20, mis hijos querían celebrar mi cumpleaños número 60 [yo cumplo el 6 de octubre] para despejarnos un poco; aunque estuve en la negativa por la situación que estaba pasando el país, compartimos. Entonces, una de mis hijas se disculpó porque no habían comprado regalos, yo le dije tu sabes lo que yo quiero: ¡nietos!”, explicó Izquierdo.

Describió cómo, después que pasaron los meses, su primera hija se embarazó; luego, la esposa de su hijo se embarazó, tuvieron un descanso y para finales del 2019 nació otra de las nietas.

“Esta fue la nieta pandémica. Cuando ella nació, no pudimos ir al hospital, cosa que pudimos hacer con los nietos mayores; ir al hospital, celebrar hacer o hacer turnos de cuido. El cambio con el COVID-19 provocó que no pudiéramos ir al hospital. Cuando se llevaron a la bebé a la casa los abuelos teníamos que estar a distancia con doble mascarilla, faceshield y guantes; por eso es la nieta pandémica”, explicó entre serio y divertido.

Alicia Cecilia (4 años), José Miguel (3 años), Ana Catalina (2 años) y los dos más pequeños, Juan Roberto y Camila Isabel (ambos cumplen en diciembre el primer año) son los causantes del que los corazones de Izquierdo y de su esposa, Ida, se llenen de mucho amor, así como de alegría.

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El ingeniero José Miguel Izquierdo Encarnación y su esposa, Ida, rodeados de sus hijos y sus parejas, y nietos Ana Cecilia, Ana Catalina, Camila Isabel, Juan Roberto y José Miguel.
BrandStudio El ingeniero José Miguel Izquierdo Encarnación y su esposa, Ida, rodeados de sus hijos y sus parejas, y nietos Ana Cecilia, Ana Catalina, Camila Isabel, Juan Roberto y José Miguel. (BrandStudio)

“Ha sido una abuelitud dentro de un tiempo bien complejo en la historia. Es bien interesante porque nosotros, como adultos, durante la pandemia, estuvimos dos años y medio con un gran cambio, sin embargo, es algo que podemos manejar. Pero, para estos niños, ha sido algo grande. Ana Catalina nunca vio o jugó con un nene que no fuera su hermano porque nosotros no juntábamos a los nietos para evitar una contaminación cruzada. Así que este año nos fuimos liberando y ya con la cuarta vacuna empezamos a tener actividades familiares”, expresó.

Igualmente, contó cómo el hecho de que los nietos mayores comenzaran la escuela a nivel presencial ayudó a que pudieran jugar con otros niños. Asimismo, relató otra dinámica que damos por sentado como adultos: el ir al supermercado.

“El otro día, mi hijo llevó al nene al supermercado (cosa que no había hecho por seguridad) y el nene se sorprendió tanto. En el momento que vio la sección de las frutas, comenzó a nombrarlas tan emocionado que mi hijo llegó a su casa con varias piñas!”, recordó con emoción.

En cuanto a la interacción con sus nietos, comentó que ahora los padres dejan muchísimas instrucciones y agendas al momento de cuidar a los nietos y que los abuelos deben seguir al pie de la letra. Aun así, confiesa que a veces hacen trampa y alcahuetean a los pequeños.

“Ser abuelos ha sido la experiencia más extraordinaria que hemos tenido. A los hijos uno los quiere y los adora. Pero uno está en una etapa en donde tenemos más tiempo para dedicar a los nietos. Hoy, como abuelo, tengo más libertad para gozármelos. Te los disfrutas con más paz y con el corazón lleno, porque llevas un camino recorrido”, expresó con mucho sentimiento.

Tan dinámico es el rol de abuelos que hace poco tuvo una reunión por Zoom que quedó suspendida con la aparición de su nieto.

“Hace tres viernes tenía una reunión virtual y, de momento, se abre la puerta con un ‘¡Abu!’, a lo que respondí: ‘¡Bueno, señores, se acabó la reunión!’. Un gran contraste de cuando somos padres a cuando somos abuelos. Nuestros nietos tienen abuelos extraordinarios de ambos lados. Es un rol con el cual estoy fascinado”, afirmó.

En el futuro de sus nietos ve cómo la dedicación de sus padres y abuelos les da más oportunidad de echar hacia adelante. “Hoy en día, todo para los niños es educativo, hay una gran cantidad de enlaces, juegos y programas educativos que ofrecen una buena base. Nuestra mayor aspiración es que sean felices, que estudien lo que quieran estudiar, que lo hagan con empeño y sean los mejores en lo que desean, no importa qué. Nuestros hijos se fajan para que estos muchachos tengan la mayor capacidad de crecer seguros. ¡Puerto Rico necesita gente con empuje!”, expresó convencido.

Pepe Izquierdo, su esposa Ida y los pequeños Ana Cecilia, Ana Catalina, Camila Isabel, Juan Roberto y José Miguel.
Pepe Izquierdo, su esposa Ida y los pequeños Ana Cecilia, Ana Catalina, Camila Isabel, Juan Roberto y José Miguel. (BrandStudio)

A continuación, Izquierdo contó algunas anécdotas de los niños:

Alicia Cecilia, a quien cariñosamente llaman Aliceci

“Celebramos su cumpleaños número en Walt Disney World. Al regresar, en el desayuno, mi hija Carmen Rita le preguntó: ‘¿A quién extrañas más… a Abu o a Abi?’. ¡La nena se sonrió y dijo Abú! Mi esposa se enchismó”, contó con alegría.

José Miguel, a quien cariñosamente llaman Pepi

“Estábamos volando chiringos en los campos del Castillo San Felipe del Morro. Al rato, vio pasar una familia con varios perros y me gritó: ¡'Abu, gua guaus!’, y salió corriendo. Me fui detrás de él, vio los perros y luego empezó a correr hacia la muralla. ¡Fue hacia una señora en el área de la muralla y le pegó una nalgada y gritó ‘¡Baba!’. (el apodo de la abuela materna). La señora se viró y, obviamente, no era ella y a mí se me cayó la cara de vergüenza. La señora fue gentil y se rio con nosotros”.

Ana Catalina, a quien cariñosamente llaman Ana y que nació en el 2020, en plena pandemia

“Estábamos en Animal Kingdom, en Walt Disney, y ella había estado arisca y solo quería estar con su mamá. A ella le gustan los pájaros. Vi unas garzas y le pregunté si quería ir a verlas, se sonrió y me extendió la mano, disfrutó los pájaros y se le quitó la lo arisca”.