Houston. No es el jugador más comunicativo de los Astros, al menos fuera del camerino. Sus respuestas a la prensa son escuetas, y sus comparecencias a las conferencias antes o después de un juego, más bien parecen un asunto difícil de tragar para el lanzador abridor de Houston, Zack Greinke, quien sin embargo dentro del ‘clubhouse’ tiene a uno de sus mejores aliados en el receptor puertorriqueño Martín “Machete” Maldonado.

El mismo con el que también conecta como compañero de batería cuando le toca lanzar, como lo hizo en esta Serie Mundial en el cuarto partido celebrado en Atlanta, cuando tiró por espacio de cuatro entradas y permitiendo solo cuatro hits sin más libertades a los Braves.

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Así, de poco hablar, ha sido desde antes que le diagnosticaron en 2006, en apenas su tercera temporada en Grandes Ligas con los Royals de Kansas City, el trastorno de ansiedad social que casi lo lleva a retirarse del béisbol ese año.

Greinke terminaría por sobreponerse y a pesar de que tiene ese peso encima, ha logrado superarse y es hoy por hoy uno de los pitchers más dominantes del béisbol luego de 18 temporadas en las Mayores.

“Tuve la oportunidad de estar también con él en Milwaukee (Brewers) y compartimos allá también. Tenemos tremenda relación. No tenemos una relación solamente en el parque, sino de amistad. Nos texteamos a cada rato”, dijo Maldonado a este medio cuando se le preguntó sobre su reencuentro con Greinke en 2019, cuando fue cambiado desde Arizona.

Maldonado y Greinke ya se habían reencontrado en la temporada 2011 luego de que el lanzador fuera cambiado de los Royals a los Brewers de Milwaukee en el tiempo muerto previo a la campaña. Con Milwaukee, Greinke jugó esa temporada y parte de la de 2012, cuando los Brewers lo enviaron a los Angels.

El cátcher boricua había debutado precisamente en 2011 en las Mayores, y el cambio de Greinke significó un reencuentro pues antes habían coincidido en la pelota invernal puertorriqueña, cuando siendo un prospecto de la organización de los Royals, fue enviado para que jugara en la Liga de Béisbol Profesional Roberto Clemente con los Indios de Mayagüez.

Eso fue luego de que Greinke fuera escogido en el sexto turno de la primera ronda del draft de 2002 por Kansas City, y acabado de firmar con una bonificación de $2.5 millones.

“No fue sorpresa”, dijo Maldonado cuando se le preguntó cómo fue el reencuentro con Greinke en los Astros. “Sabíamos que él iba a estar aquí”.

El receptor boricua asegura que Greinke es conversador si el tema es uno que le guste. Si se encuentra con gente hablando de temas que no son de su interés se aleja sin ningún complejo.
El receptor boricua asegura que Greinke es conversador si el tema es uno que le guste. Si se encuentra con gente hablando de temas que no son de su interés se aleja sin ningún complejo. (Ram—n "Tonito" Zayas)

Es que al llegar la fecha límite de cambios en julio de 2019, los Astros andaban a la caza de un abridor y Greinke llegó en una transacción con los Diamondbacks de Arizona, con quien años antes había firmado un pacto multianual por seis temporadas y $206.5 millones. Ese pacto concluye al terminar esta campaña con la Serie Mundial.

“Es una persona normal. Le gustan sus cosas… le gusta tomar vino, jugar golf y baloncesto. Es una persona que solamente habla de las cosas que le gustan. Si son temas que no le interesan, no se va a expresar”, expresó Maldonado en alusión a que no es muy conversador.

“Va a ser un (miembro del) Salón de la Fama tan pronto se retire. Los números han estado ahí y ha hecho las cosas correctas para poder ser Salón de la Fama”.

Por otro lado, Maldonado recordó al fenecido Tyler Herron, otro lanzador al que conoció en las filas de los Indios y que falleció la semana pasada en circunstancias que no han sido aclaradas.

Herron, un lanzador de ascendencia puertorriqueña que llevaba varios años participando en la Liga de Béisbol Profesional Roberto Clemente, fue encontrado muerto en su apartamento en los Estados Unidos el miércoles pasado. Debutó en la liga invernal para la campaña 2011-2012. Jugó para Mayagüez, Caguas y Manatí. Tenía 35 años al momento de su muerte.

“Me acuerdo que para ese tiempo (en los Indios) era el ‘closer’ de nosotros cuando quedamos campeones. Era una persona que quería la bola todo el tiempo. Un tipo que no hablaba español, pero se sentía 100 por ciento boricua. Y quería estar ahí para nosotros, tanto para Mayagüez como otros equipos en los que participó”, recordó Maldonado.