De pequeña, Neira Oriz correteaba por cada rincón del Coliseo Roberto Clemente cuando terminaban los juegos de su papá, José “Piculín” Ortiz, con los Cangrejeros de Santurce.

Décadas después, Ortiz ya no es aquella niña que acompañaba a su papá a sus partidos y es ella quien juega bajo las luces de la legendaria cancha, donde Piculín ganó cinco de sus ocho campeonatos del Baloncesto Superior Nacional en 1998, 1999, 2000, 2001 y 2003 con los Cangrejeros.

Y a sus 30 años, la central está a ley de una victoria de traer un cetro a Santurce, pero con las Cangrejeras en la Liga de Voleibol Superior Femenino (LVSF). Una oportunidad que admitió ser más dulce por el hecho de que el año pasado no pudo disputar la final de la LVSF ante las Pinkin de Corozal por una lesión en el tobillo derecho.

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“Definitivamente, como papi ganó muchos campeonatos aquí es un sentimiento especial, y también lo es porque el año pasado no se me dio jugar en la final. Este año se me está dando y estoy más que agradecida con Papá Dios de que tengo la oportunidad de hacerlo”, dijo Ortiz a Primera Hora minutos antes de lanzarse al tabloncillo para el tercer juego de la serie final contra a las Atenienses de Manatí.

Neira Ortiz realiza un ataque durante el tercer juego de la final de la Liga de Voleibol Superior Femenino frente a las Atenienses de Manatí.
Neira Ortiz realiza un ataque durante el tercer juego de la final de la Liga de Voleibol Superior Femenino frente a las Atenienses de Manatí. (Nahira Montcourt)

Las Cangrejeras nunca han ganado un campeonato en la LVSF. Sin embargo, eso podría cambiar el lunes si barren a las Atenienses en el Coliseo Juan Aubín Cruz. A pesar de lo cerca que está de alzar un título en la misma ciudad que su señor padre, Ortiz expresó que no se quiere adelantar a los hechos pensando en lo especial que sería ese momento.

De hecho, comentó que está siguiendo los consejos que le dio Piculín, encarando la serie juego a juego a sabiendas que en el próximo Manatí vendrá más complicado.

Y es que Ortiz reconoce la oportunidad que tiene en sus manos y no la quiere desperdiciar, luego de ver desde el banquillo al sexteto crustáceo ser dominado en la final por las eventuales campeonas Pinkin de Paola Santiago.

“Es como sacarme una espinita… La realidad del asunto es que el año pasado no hubo mucho que pudiese hacer. Creo que aporte de la única manera que podía que era seguir tratando de quizás poder jugar un juego. No se pudo, pero estuve apoyando a mis compañeras porque no podía hacer más nada”, recordó.

Una pequeña Neira Ortiz recibe de su padre la medalla de bronce que acababa de ganar en el torneo Preolímpico de Las Américas del 2003 en el Coliseo Roberto Clemente y que clasificó al seleccionado boricuas a las Olimpiadas Atenas 2004.
Una pequeña Neira Ortiz recibe de su padre la medalla de bronce que acababa de ganar en el torneo Preolímpico de Las Américas del 2003 en el Coliseo Roberto Clemente y que clasificó al seleccionado boricuas a las Olimpiadas Atenas 2004. (JOSE JIMENEZ)

La historia ha sido distinta para Ortiz esta campaña. La también central de la Selección Nacional goza de buena salud y ha vuelto a ser una de las piezas principales en el éxito de Santurce. Tanto así que fue descrita por el dirigente de las Cangrejeras, Jamille Torres, como la “identidad defensiva” del sexteto.

“Neira si no es nuestra pieza más importante está cerca. Ella es nuestra identidad defensiva y se hace sentir. Los equipos tienen que huirle porque si van para donde ella o es un ‘soft block’ o es un bloqueo y eso es algo con lo que no contábamos el año pasado”, opinó Torres.

Neira Ortiz aquí también aparece en los brazos de su padre durante la acción del Mundial Indianápolis 2002, en Indiana, Estados Unidos.
Neira Ortiz aquí también aparece en los brazos de su padre durante la acción del Mundial Indianápolis 2002, en Indiana, Estados Unidos. (Xavier J. Araujo)