La música y la poesía han sido parte de su vida desde que tiene memoria. 

Quienes lo conocen se les hace difícil imaginarlo sin su guitarra detrás de la barra de su negocio, deleitando a todo aquel que disfruta de una buena bohemia.

Jesús González Chaparro es conocido en Añasco y toda la zona Oeste, pero no por su nombre de pila, sino por su apodo, “Yiyo”. 

Su negocio, sencillo y acogedor como su propio nombre, “La Lomita de Yiyo”, es su escenario principal donde todos los fines de semana presenta un verdadero recital, y hasta donde llegan personas de distintos pueblos -incluso de Estados Unidos- para escucharle tocar y cantar.

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“Toco las canciones que son mías y las que no, también”, especificó González, de 74 años. 

“La música, para mí, es todo, al igual que la poesía... son mi vida”, agregó.

Su primer contacto con un instrumento musical llegó el día en que su papá, don Nicolás González, llevó a su casa una sinfonía. Pero su pasión siempre fue la guitarra.

“A los 16 años, el viejo me regaló una guitarra carísima, de tres pesos (ríe). Con los amigos míos, comencé a sacarle tonos. Nunca fui a tomar clases de música, no solfeo ni nada. Todo fue de oído. Así dábamos parrandas y hasta tocaba bailes con mi viejo”, sostuvo.

Pero es en su negocio donde se ha ganado el reconocimiento de ser un auténtico bohemio. Allí se reúnen familias enteras y personas de todas las edades que inmediatamente quedan atrapados por el pintoresco lugar y se sientan alrededor de la barra para escucharlo cantar.

El lugar en sí, tiene su encanto. Las paredes están decoradas con fotos de eventos y figuras deportivas o elementos alusivos a la historia. Un enorme armario sirve de telón de fondo y muestra una colección de artefactos antiguos que van desde latas de colección hasta instrumentos musicales. En fin, un chinchorro en toda regla, con sus mesas de billar y dominó, picadera deliciosa, tragos de todos los sabores y la imperdible cervecita fría.

Ah, y por supuesto, buena música.

Con su impecable cabellera, su grisáceo bigote y siempre de punta en blanco, Yiyo se sienta en el medio de la barra para deleitar a su clientela cada viernes, sábado y domingo con su guitarra y su garganta, de la cual salen melodías conocidas de distintos artistas y también composiciones de su puño y letra. Además, regularmente se integran amigos suyos que también son músicos y si algún artista conocido pasa por el negocio, también se une a la bohemia.

“A pesar de que estamos fuera de la carretera principal, en un cubjón como decimos en el campo, las personas siempre llegan. Aquí viene gente de todos los pueblos y hasta de Estados Unidos que han escuchado hablar del negocio y cuando vienen a Puerto Rico, pasan a visitarnos”, detalló González, quien recibe la ayuda de sus familiares para manejar el negocio. 

Entre su público más fiel se encuentra una gran cantidad de jóvenes adultos que visitan el lugar a disfrutar de su música, a pesar de que la mayor parte de su repertorio es de la llamada música del ayer.

“Me llama la atención que vienen muchos jóvenes que me piden canciones, por ejemplo, de Felipe Rodríguez, como “La última Copa, que es una canción de 1952. Pero se la saben y hasta la cantan conmigo y es bueno que jóvenes estén interesados en ese tipo de música”, apuntó.

La acogida que ha tenido su bohemia ha sido tal que, en el 2007, a insistencia de sus amigos, decidió plasmar su poesía en una producción musical titulada “Homenaje al Indio Taíno”, que cuenta con diez temas de su autoría interpretadas en décimas, valses y boleros.

“A mí me gustaría que el día que yo desaparezca, mi familia siempre siga con esta tradición. Que puedan mantener el negocio en un ambiente familiar y que siga la bohemia. Que la música nunca pare”, sentenció.

Para direcciones y más información sobre el lugar busque su página en Facebook bajo “La Lomita de Yiyo”.