La adolescencia es una de las etapas más fuertes en la vida, tanto para los jovencitos de la casa como para los padres.

Si tienes un hijo que está entrando en esta difícil etapa sabes muy bien que este periodo viene de la mano de una especie de remolino emocional.

Él o ella se enoja sin razón aparente, tiene altibajos en su estado anímico, pasa rápidamente del optimismo al pesimismo, se muestra impaciente, se aburre con facilidad, te lleva constantemente la contraria, te responde tirando la puerta del cuarto… En fin, que la adolescencia es una temporada llena de confusión y conflicto, que suele traducirse en una época problemática entre padres e hijos.

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Todos estos cambios emocionales en los jóvenes, sin embargo, no se dan sin explicación alguna. Las hormonas sexuales que comienzan a aflorar en la pubertad -el estrógeno y la progesterona en las chicas, y la testosterona en los varones- son las principales responsables de la irritabilidad común de la adolescencia.

Precisamente, los cambios hormonales generan desequilibrios y malestares que hacen que el autocontrol sea algo difícil de lograr. Estos vaivenes emocionales surgen incluso antes de que se asomen los signos más visibles de la pubertad, como la aparición de los senos, la barba, los vellos corporales y la menstruación.

Señales de alarma

Los cambios son normales durante la adolescencia.

Sin embargo, cuando son demasiado drásticos o duraderos en la personalidad o comportamiento de un joven, pueden indicar que existe un problema real que requiere ayuda profesional.

1. Aumento o pérdida excesiva de peso

2. Problemas de sueño

3. Cambios drásticos en su personalidad

4. Cambio repentino de amigos

5. Faltar a clases continuamente

6. Sacar malas notas

7. Hablar o bromear sobre el suicidio

8. Indicios de que fuma, bebe o usa drogas

9. Problemas con la ley

Fuente: www.kidshealth.org

Consejos para los jóvenes

Estos puntos pueden ayudarte a manejar mejor esos momentos en los que te encuentras de mal humor.

-Date cuenta que no estás solo. Aunque no todos los adolescentes experimentan los mismos cambios de humor, éstos son comunes en la adolescencia.

-Cuenta hasta diez. Tranquilízate por unos momentos y trata de analizar la situación desde el punto de vista de un observador inteligente.

-Habla con personas de confianza. Esconder tus sentimientos en tu interior sólo hace que parezcan más terribles de lo que realmente son.

-Haz ejercicio. Mover el esqueleto con regularidad hace que produzcas más endorfinas, las hormonas que controlan el estrés y mejoran tu ánimo.

-Duerme lo suficiente. Trata de sacar tiempo para descansar, pues estar cansado puede ocasionar que sientas más tristeza e irritabilidad.

-Sé creativo. Participar en algún tipo de proyecto -como comenzar un diario o comenzar una pieza de arte- hará que todo sea más llevadero.

-Llora. No hay nada malo en hacerlo, al contrario, llorar suele hacernos sentir mejor. Si tu tristeza no tiene fin, puede que necesites ayuda profesional.

-Espera. Así como puedes sentirte de mal humor sin ninguna razón aparente algunas veces, este estado de ánimo también puede pasar.

Consejos para los padres

Si necesitas un mapa para que te guíe durante esta etapa, sigue estas útiles recomendaciones.

Oriéntate- Estudiar lo que implica este periodo de desarrollo (a nivel físico y emocional) te ayudará a afrontarlo mejor.

Habla con tu hijo- Conversa de antemano sobre los cambios que experimentará para que no les tome por sorpresa.

Ármate de paciencia- Aprende a ser un poco flexible con tu adolescente; intenta leer lo que sienten o piensan.

Dales su espacio- Si notas que está de mal humor, no fuerces la comunicación; espera primero que bajen las revoluciones.

Sé empático- Trata de ponerte en sus zapatos y déjales saber que aunque comprendes su frustración, necesitan seguir tus reglas.

No te excedas- Si entiendes que es necesario amonestarlos, fíjale un castigo corto, pero consistente; no es necesario sufrir para aprender.

Escoge tus batallas- Medita antes de oponerte a cosas inofensivas, como pintarse el pelo de azul; guárdate las objeciones para asuntos importantes, como el alcohol.

(Fuente: Dr. Enrique Gelpí Merheb, psicólogo clínico)