Una parte del tesoro nacional más preciado de Puerto Rico se encuentra escondido en El Yunque, específicamente en el Aviario Iguaca.

Allí, desde que se estableció el Programa de Recuperación de la Cotorra Puertorriqueña en el 1975, día tras días, biólogos y expertos luchan por lograr estrategias que les ayuden a conservarlo para que prevalezca por los aires de nuestra Isla y se multiplique la belleza natural de nuestra fauna más autóctona.

Recientemente, luego de 42 años de lucha, se acaba de registrar el mayor aumento de individuos en estado silvestre desde que se comenzó a conservar la especie.

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“Hemos documentado un número récord en la población. Hace dos semanas contamos entre 53 y 56 cotorras en estado silvestre, volando libre en el Bosque de El Yunque. Desde que comenzó el programa de recuperación de esa especie (1975) el número más alto documentado en El Yunque fue de 47 cotorras en el año 1989. Después del Huracán Hugo ese mismo año, eliminó la mitad de la población y desde entonces, se ha ido recuperando paulatinamente, pero el proceso siempre había sido inestable”, explicó Tom White, biólogo del Programa de Vida Silvestre.

Según el biólogo, quien lleva 18 años trabajando en El Yunque, este aumento considerable se debe a cambios y ajustes en estrategias para el manejo y liberación de estas aves.

“Implementamos una estrategia nueva para liberar cotorras en El Yunque y cuando comenzamos esa estrategia en el 2015 la población era de 10 a 13 cotorras y hoy día hay de 53 a 56 cotorras puertorriqueñas. Estamos utilizando la misma estrategia de antes, pero en lugar de liberarlas todas a la vez, las estamos liberando unas primero, luego la siguiente semana liberamos otras. Además, estamos utilizando comederos colgantes frente a las jaulas”, explicó White, quien es el encargado del manejo de las cotorras en su estado silvestre y del proceso de liberación.

Cabe mencionar que en cautiverio, las cotorras pasan de nueve a diez meses, tiempo en el que son entrenadas para compartir con otros individuos y son expuestas a la vegetación en la jaula de vuelo. Luego, de ese periodo, las aves que están listas son trasladadas hasta una jaula un poco más pequeña, pero dentro del bosque, no en el aviario y allí pasan alrededor de un mes antes de ser liberadas a la vida silvestre.

“Después que pasan un tiempo aquí (Aviario Iguaca), pasan a una jaula más pequeña que está en el bosque y allí pasan un mes. Les colocamos un comedero cerca para que vayan viendo como otros pájaros comen, la idea es que vayan orientándose y viendo a otros pájaros e interactuando con los otros grupos de manera que cuando los liberamos, pueden acoplarse fácilmente al ambiente silvestre. Esa interacción de los dos grupos crea lazos y cuando las soltamos, se unen. Es importante porque es una especie sociable”, expuso White.

Una de las claves para el bienestar de cada cotorra es el radiotransmisor que le colocan para monitorearlas y en ese proceso han tenido que hacer ajustes para que las cotorras no tengan inconvenientes cuando salen con el equipo a su vida normal en el bosque.

“Todas las liberamos con un radiotransmisor, pero desde que están en cautiverio le ponemos uno falso que tiene las mismas características en el tamaño y peso. La idea es que aprendan a volar y desenvolverse con él. Entonces, cuando se acerca el momento de liberarlas, de cinco a seis días antes, les colocamos el radiotransmisor real y no sienten ninguna diferencia”, sostuvo el biólogo, quien ha trabajado también en la República Dominicana.

A pesar de lo que muchos piensan, el ambiente natural del Bosque El Yunque no es uno favorable para el desarrollo de esta especie en peligro de extinción. Sino todo lo contrario. Por lo que los expertos buscan maneras de hacer posible que la vida silvestre para estas aves termine siendo lo más favorable posible para que se reproduzcan de manera natural en el ambiente donde están establecidas.

“El Yunque tiene un ambiente más hostil. Es un mito que es un ambiente apropiado y esto se debe a varios factores como las constantes lluvias, los depredadores (boa, zorzal pardo, ratas y las abejas) y la humedad. Este último es el factor que más afecta porque las cotorras anidan en cavidades de arboles maduros, pero al llover tanto las cavidades de los arboles tienen muchos hongos, bacterias que no ayudan a que los huevos se den. Tenemos otro aviario en Río Abajo en Utuado y allá, como es más seco, cuentan con condiciones más favorables por lo que tenemos una población mayor”, estableció el biólogo oriundo de Tennessee.

Este cambio de estrategia, el amor por la especie y el compromiso de cada trabajador ha sido fundamental en el éxito logrado hasta el momento.

“Es mucho trabajo porque siempre tienen que venir personas a darles comida y verificar las cotorras. A diario tenemos que enviar a dos personas al monte a llenar los comederos. No hay días libres ni festivos, siempre el aviario tiene que estar operando para poder conservar la especie”, admitió White, quien ya está trabajando con su equipo para la próxima liberación que se llevará a cabo el próximo año. 

Tom White, biólogo del Programa de Vida Silvestre, muestra una de las jaulas que se encuentra en el bosque. (Para Horizonte / Alvin J. Báez)
Tom White, biólogo del Programa de Vida Silvestre, muestra una de las jaulas que se encuentra en el bosque. (Para Horizonte / Alvin J. Báez)
 (Para Horizonte / Alvin J. Báez)
(Para Horizonte / Alvin J. Báez)
 (Para Horizonte / Alvin J. Báez)
(Para Horizonte / Alvin J. Báez)
 (Para Horizonte / Alvin J. Báez)
(Para Horizonte / Alvin J. Báez)