“Pensé que iba a ser un poco más fácil. Pensé que iba a conseguirme el trabajo y conseguir rápido dónde iba a vivir, pero las distancias y los costos... lo hacen un poco difícil”, dijo el ponceño Víctor Rivera a Primera Hora en el patio de la modesta casa móvil donde reside junto a su esposa, Suheil Serrano, en el area de Kissimmee.

La pareja, junto a un hijo de la dama, viven en el lugar por acuerdo con la hermana y el cuñado  de Serrano. Y Rivera, quien era obrero en la industria de la construcción en la Isla, tiene que pagar cerca de $40 diarios cada vez que le toca cubrir un turno de trabajo como lavaplatos en un lujoso hotel Marriott cercano a la zona de Disney, tras haber laborado primero como ‘handyman’ para una hospedería en la cadena Days Inn y luego en la lavandería en un hostal Ramada.

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“No se puede hacer más ná porque hay que buscar el pan. Y en Puerto Rico está bien difícil desde antes de María, y después de María fue peor… ha sido fuerte pero no imposible. Por lo menos uno pierde un trabajo y después que uno se mueva a la semana uno consigue. Lo bueno de aquí es que hay oportunidades en todos lados, pero hay que moverse”, agregó.

Confesó, además, que la idea de trasladarse a Florida surgió casi de inmediato tras el devastador embate de María, aún conscientes de que enfrentarían dificultades por su escaso conocimiento del idioma inglés. “Estuvimos como seis meses sin luz. El trabajo se paró. Estuvimos seis meses sin trabajo. Parte de la casa se derrumbó y entonces decidimos venir acá a buscar nueva oportunidad… (aunque) se ha hecho fuerte. Los precios no están fáciles”, enfatizó Rivera, de 39 años de edad.

Reiteró, incluso, que se mantienen firmes en su decisión del traslado, a pesar de las dificultades enfrentadas y la separación de sus familiares, vecinos y ambiente natural en la Isla. “Tuvimos que brincar pa acá porque allá en Puerto Rico uno puede estar más de un año buscando trabajo y si no hay alguien que te ayude”, añadió en tono resignado ante la ausencia de su madre, quien se resiste a salir de Borinquen.

Previo a María ya la comunidad boricua era amplia en Orlando, Kissimmee, Tampa y otras ciudades del estado, pero la presencia puertorriqueña se disparó con decenas de miles de personas que se han dispersado por toda la Florida Central como consecuencia del éxodo que provocó el trágico fenómeno atmosférico.

Muchos tuvieron que vivir en hoteles de mediana o baja calidad, y hacer de tripas corazones con trabajos de limitada escala salarial y un costo de vida elevado en diversos renglones, especialmente en vivienda y transportación, entre otros. Fue un panorama que afectó prácticamente a todos por igual, incluyendo a profesionales de distintos campos que tomaron la misma ruta de escape.

Sarah Toro Estrella, por ejemplo, tuvo que trabajar como cocinera en un supermercado y en limpieza de residencias por tres semanas en un suburbio de Orlando, hasta que consiguió un empleo en su profesión de enfermera graduada con un médico privado, pasando luego a ejercer hasta el presente en un centro de rehabilitación y cuido de envejecientes. Llegó en marzo del 2018, tres meses después que su esposo.

“El trabajo dignifica, claro está. Sabía que era algo pasajero, algo temporal. Lo hacía con el mismo amor con el que trabajo enfermería, y se dio el momento de moverme a mi profesión. Me lo disfruté igual”, comentó Toro Estrella, sin olvidar el día que un cliente le pidió carné de ‘chanchito’ en vez de pernil o lechón. “Aprendí a no tener apegos a nada, a ninguna profesión, a nada material. Todo viene, todo va, pero la experiencia de trabajar allí fue enriquecedora”, agregó.

Toro Estrella, quien llegó a Florida sin mudanza y con una hija universitaria que se había trasladado par de meses antes de María, ha logrado sobreponerse al drástico cambio de vida, aunque también extraña sus familiares, amigos y playas de la Isla. Su esposo se había trasladado en diciembre del 2017.

“Todo conlleva sacrificio. No hay retos fáciles. Todo ha sido un reto, pero con la ayuda de Dios todo ha surgido, ha abierto puertas y ha habido personas que nos han ayudado, que siempre han estado en disposición de darnos la mano. Realmente nos sorprendemos hasta el sol de hoy de lo rápido que ha surgido todo, en poder reinstalarnos y tener lo que hasta ahora hemos logrado… allegamos aquí en cero, con Nadal”, explicó Toro Estrella, dominicana de nacimiento y criada en Puerto Rico.

“En realidad ha sido un proceso muy llevadero. Nos sentimos cómodos, contentos, y tenemos mucha tranquilidad” , añadió.

Reconoció, sin embargo, que el escaso dominio del inglés y el choque con la marcada diversidad cultural de Orlando han sido sus principales obstáculos. “Vienen muchos pensamientos a la cabeza, pero un día a la vez. Pensando siempre positivo… sin ponerle mucha presión… todo surgió en el tiempo perfecto”, exclamó Toro Estrella, de 40 años.

Y ya debidamente establecida a nivel personal y profesional, garantizó que no tiene intención “en absoluto” de volver a establecer domicilio en la Isla. “Siempre lo tuvimos claro y siempre dijimos que el día que diéramos el paso iba a ser definitivo, sin marcha atrás. A pesar de que amamos Puerto Rico y lo extrañamos… pero no nos hemos arrepentido”, concluyó.