A casi dos millas del caserío, en la calle los Pinos, reside su mamá Iris Rivera, y aunque ella no pasó el huracán allí, la  preocupación de su hijo era llegar hasta su casa para ver si había sobrevivido el embate. Allí se guardan los recuerdos que cultivó hace unas cinco décadas junto a sus cuatro hermanos: Rafael,  Charlie  y  los gemelos Harry y Henry Escalera Rivera, actual comisionado del Negociado de la Policía.

“Cuando ya el viento había disminuido,  le dije a mi cuñado vamos a chequear la casa de mami, no vaya a ser que le haya llevado el techo y vengan a saquear lo que quedaba”, contó. Vestido con capa militar y botas, el también exagente de la Policía caminó por la inundada avenida junto a José Sánchez para llegar hasta el lugar donde creció. 

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Mientras más se acercaban a Los Pinos, el nivel del agua aumentaba hasta alcanzar sus rodillas. Paso a paso iban también despejando los escombros del mar en el que se había convertido la carretera. 

“Nos tiramos desde el residencial hasta aquí (Los Pinos) y vimos que la casa no había sufrido un daño extraordinario, solamente vi la casa de mi hermano que se cayó, la otra casa de un vecino que se derrumbó y cayó todo en el camino, empezamos a limpiar  para  poder llegar hasta aquí”, dijo.

La imagen  quedó grabada para la historia, pues esa mañana, la fotoperiodista Teresa Canino recorría la zona documentando la devastación  y capturó ese momento que se convirtió en la portada de Primera Hora.

Aunque ese día el periódico  no se pudo distribuir en toda la Isla,  la edición digital fue vista por sus familiares en la diáspora, que orgullosos le hicieron llegar la publicación a través de WhatsApp con un mensaje  que leía: “Eres nuestro héroe”. 

Y así asegura él que se sintió. “Desconocía que me habían tomado una foto cuando me dirigía hacia la casa de mi mamá.  Me sentí con tanto orgullo...  como un héroe”, relató.

“Fue una foto que viajó a los Estados Unidos y mis seres queridos me la enviaron. Se la transmití (sic) a mis hermanos y me dijeron que soy un héroe porque le presté servicio a los más necesitados y esa es la misión, ayudar al prójimo lo más que podamos”, aseguró.

Marrero Rivera relató que una vez llegó a la calle Los Pinos sintió el alivio de encontrar la casa de su mamá solo bordeada por el agua sin daño alguno, no así la de sus vecinos  ni la de su hermano, quien reside sobre la casa de su mamá,  que  también se perdió. 

“Cuando me paro frente a la casa de mi madre, la  veo y digo, ‘Dios mío, esto es un milagro. Estas son las oraciones de mami, mira no le pasó nada a la casa’, pero cuando camino hacia el taller (al lado), veo la casa del vecino que se fue completa y cayó en el patio del garaje y en la calle. Entonces, nos dimos a la tarea varios vecinos de aquí de la barriada  de empezar a limpiar para que pudieran empezar a llegar los troces (camiones) a traer ayuda”,  narró.

“Hasta el tercer día, que mi mamá regresó y empezaron a llegar los familiares. Y en ese tercer día fui activado por la (Autoridad de) Energía Eléctrica en el plan de emergencia. Venía por las noche, venía a traerle hielo a mi mamá, agua, velarla si estaba todo.  Un ahijado le tiraba un cable (desde un generardor) y le daba luz para que ella pudiera dormir con abanico y la nevera”, dijo quien trabaja para la AEE hace 25 años.

En la calle Amparo, también quedan los restos de lo que dejó el huracán. Pedazos de los techos de las casas todavía ocupan el estrecho espacio de pequeñas casas de madera y zinc que en aquel momento quedó bajo agua.

“Aquí fue devastador. Si vamos a meternos por todos las calles, aquí se fueron como 30 a 40 casas (que se llevó el huracán”, indicó. “Dos años no se olvidan y pueden pasar 10 años y nunca  voy a olvidar los momentos que pasamos aquí. Siempre lo voy a tener en mi corazón. Lo que pasó aquí en esta barriada fue algo muy fuerte;  desastroso para Puerto Rico y para todos los seres vivientes en esta Isla”, lamentó.

No obstante, de las malas experiencias también se aprende.

“He aprendido que en el sector donde residen vecinos si no se unen nunca van a recuperarse. Hay que  ayudarse... María es una experiencia muy grande sobre lo natural. Nunca en Puerto Rico había pasado eso. Aquí sufrió gente, en otros lados sufrieron y yo entiendo que si las comunidades se unen en esos momentos que vengan, esos eventos atmosféricos,  una  tormenta, lo que sea, estamos unidos  y el municipio nos apoya, yo creo que se pueden evitar un montón de desgracias  y cosas que lamentar”, concluyó.