El caso de la niña de 13 años con autismo severo, no verbal, que esta semana dio a luz a una nena, producto de un patrón de abuso sexual de varios años al que la tenía sometida su padrastro en Gurabo, ha dejado muchas interrogantes.

Especialistas en conducta humana y conocedores de este tipo de trastorno cognitivo se cuestionan cómo es posible que ninguna de las personas que brindaban asistencia a la menor, tanto en la escuela como en el hogar, no se percataran de su avanzado estado de gestación y apuntan a la falta de protocolos para casos como este, de la población más vulnerable, con diversidad funcional.

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La gravidez de la niña salió a la luz pública el pasado sábado 23 de julio cuando el padrastro, Carlos Soto Rivera, de 49 años, confesó la agresión sexual, luego que la jovencita, ya casi con 33 semanas de gestación, tuvo que ser llevada a un hospital. Al hombre se le radicaron cargos de abuso sexual y también a la madre, Ana Castro Leduc, de 41 años, de maltrato por negligencia. La adolescente dio a luz este miércoles mediante una cesárea, según trascendió.

En este caso, el Departamento de Educación, por voz de la secretaria interina asociada de Educación Especial, Jessica Díaz Vázquez, confirmó que la niña tenía una asistente asignada, que la ayudaba en su desempeño académico y en el transporte escolar, pero dijo que la estudiante tenía independencia para ir al baño.

Usualmente, un estudiante, diagnosticado con autismo nivel 3, el más profundo en el espectro autista, no ha desarrollado su lenguaje, evita la mirada y tiene asignado un trabajador uno (T-1), que le asiste en sus necesidades físicas en el salón de clases, incluyendo ir al baño y la higiene.

Creo que ese protocolo hay que revisarlo porque esa niña pasó básicamente seis horas diarias en la escuela, todo el tiempo presencial y los indicadores de que una niña pueda estar embarazada o ser abusada son bien particulares. Por el hecho de que el autismo de ella sea severo, como lo describen, quiere decir que va a necesitar apoyo para las destrezas de higiene”, indicó la psicóloga y profesora de la Escuela Salud Pública del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, Ángeles Acosta.

“Esto envuelve el toilet training, bajarse la ropa y subírsela, lavarse las manos. En ese sentido, tanto la madre como otras personas que están todo el día con la niña, tienen que haber observado o pudieron haber observado unas señales porque están trabajando con la higiene. Es complejo porque, probablemente, ella no tiene la capacidad para entender lo que le está pasando y no tiene capacidad para defenderse. Ella está a la merced del depredador”, abundó la especialista con una larga trayectoria de servicios a personas con diversidad funcional y sus familiares.

Acosta resaltó que este caso pone de manifiesto cuál es el protocolo que se debe seguir para la prevención del abuso sexual en poblaciones vulnerables como la de diversidad funcional.

“En un niño que está siendo abusado, que no tiene diversidad funcional hay unas señales marcadas, pero un niño que no tiene la manera de comunicar y que tiene unas conductas que podrían parecer parte de su condición como verse muy ansioso, golpearse o morderse y otras cosas más allá de lo físico como tal, se debe procurar un protocolo que vaya dirigido a identificar las señales en una persona bien comprometida cognitivamente. También hay que orientar a las familias sobre el riesgo, la vulnerabilidad y la necesidad de estar atentos a cualquier cambio físico o conductual”, subrayó la psicóloga.

Destacó además, que aparentemente en Puerto Rico no existen estadísticas de casos de abuso sexual en la población de diversidad funcional. “Tengo entendido que no hay una estadística que nos permita a nosotros mirar cuán significativo es este problema porque todos los días llegan niños a las clínicas con sospechas de abuso, pero cuántos de esos niños son con necesidades especiales”, cuestionó.

“No sé de la severidad de ella, pero si es autismo severo, casi siempre necesitan asistencia para el baño, aunque sea para verificar si la estudiante se limpió bien. Yo como maestra y el asistente cuando ellos van al baño verificamos que se haya limpiado bien y si la chica está en periodo de menstruación más todavía”, dijo Amanda Ortiz Rivera, maestra de educación especial y autismo en una escuela en Bayamón.

Explicó que el autismo tiene tres niveles, 1, 2 y 3. “En este caso entiendo que la chica está en el tercero, cuando el autismo es severo, es nivel 3. Estos chicos tienden a ser no verbales, que no pueden expresar palabras, no tienen contacto visual, tienden a tener muchos patrones restrictivos, se tienden a apegar a muchas rutinas, cuando les cambias la rutina, ellos como que no pueden procesar el cambio. Sensorialmente están bien desorganizados, también auditivamente y táctil. El nivel 3 requiere más ayuda de la familia y los maestros. A estos chicos casi siempre hay que cambiarles el pamper y casi nunca van al baño de manera independiente. El proceso de alimentación casi siempre es atendido y asistido”, ilustró.

Aquí hay gente tiene que haberse dado cuenta… también uno sabe cómo es la justicia de este País y a lo mejor tenían miedo de alzar una banderita roja. Pudo haber sido eso, pero uno como maestra sabe... Todas mis colegas y yo estamos devastadas con este caso, porque tratamos de que la escuela sea una hogar seguro para ellos, los protegemos muchísimo. Cuando salen de nuestros salones no tenemos el control de lo que les pasa. Ellos no se pueden comunicar, no pueden expresar lo que les pasa y que haya gente con esa malicia de hacerles tanto daño”, indicó la educadora.

Dijo que estos chicos al no poder comunicarse se tornan agresivos y casi siempre esa agresividad tiende a ser porque cargan muchas cosas que no las pueden expresar y comienzan a expresarlas de otra forma no verbal.

“Como madre, maestros, como persona que está con ellos se supone que uno los conozca. Como madre se supone que tu conozcas a tu hija, que sepas lo que está pasando. Estoy segura que la niña estaba presentando unos comportamientos inusuales, una agresividad que a lo mejor era inusual en ella, que había que ir más a fondo de la situación”, indicó Ortiz Rivera, quien lleva cinco años como maestra de educación especial.

También dijo que hay falta de orientación a la familia en torno al diagnóstico del espectro del autismo, de las conductas que presentan, de las ayudas que uno le puede dar. Agregó que no ha tenido casos de abuso sexual, pero “he visto conductas que han sido como banderita roja y rápido trabajamos el caso, pero gracias a Dios nunca ha llegado a ese punto”. Agregó que en Puerto Rico el autismo es bastante alto. La tasa es de uno por cada 66 niños que nacen.

“Estos chicos no van a llegar a ser funcionales independientes, a largo plazo, siempre van a requerir que un adulto esté a su lado. Es el caso de esta chica que mamá era la que estaba a su lado todo el tiempo y el padrastro al llegar al hogar sabe la necesidad que tiene la nena que no se puede expresar y estoy segura que fue un blanco fácil para él”, sostuvo.

Todos fallamos, la mamá, la familia, la sociedad, los vecinos, la escuela, las agencias todos le fallamos a esa nena. Duele el abuso, el pensar que fueron años de abuso. Eso me mata”

-Aida Ortiz Báez, líder en el área sur de la Alianza de Autismo y madre de tres jóvenes con autismo severo

DE reconoce que hay que revisar los protocolos

“Hay protocolos. Siempre tenemos situaciones particulares que hay que verlas desde diferentes ópticas, esta es una de las áreas. Los protocolos siempre se ven de manera más general y definitivamente, nosotros como Secretaría vamos a estar mirando el protocolo desde unos niveles más profundos, por ejemplo, al nivel del estudiante no verbal, estudiantes con algún tipo de complicaciones. No lo pudimos detectar, en este momento no se detectó, así lo que lo vamos a estar volviendo a mirar”, dijo la Secretaria asociada interina de Educación Especial.

Díaz Vázquez sostuvo que en las entrevistas preliminares que ella realizó junto con el secretario, Eliezer Ramos, el personal de la escuela Segunda Unidad Vidal Serrano en Gurabo, donde estudia la niña, dijo no haber notado el embarazo de la estudiante.

“En este caso sí reconocemos que es un autismo nivel 3. No obstante, el que tenga este nivel 3 no significa que automáticamente todos los estudiantes tienen unas necesidades, como por ejemplo, de ir al baño. En el caso de esa estudiante ella era independiente en esa área, por tanto no se le identificó una necesidad de un asistente para que la apoyara en lo que tiene que ver con la higiene... En ningún momento ella presentó necesidades en esa área”, sostuvo la funcionaria con 22 años de experiencia en el sistema público de enseñanza.

Indicó que la estudiante tenía asignado un asistente de servicio para apoyarla en el proceso de transportación, dentro de la guagua y para que pudiera apoyar a la estudiante dentro del salón de clases. “Siempre se le identificó un asistente más que nada para apoyarla académicamente, trabajar con su conducta, trabajar con aspectos más académicos”, detalló la funcionaria.

Dijo que desde 2018-2019, la niña estaba en la Segunda Unidad Vidal Serrano, en Gurabo y anteriormente, estudiaba en la Margarita de Janer, también en Gurabo.

“Tuvimos diálogo con la directora (de la escuela Vidal Serrano), con el trabajador social, con el maestro, las asistentes para ver todo el panorama completo y todos verbalizan que no se percataron que la niña estaba embarazada. Añadió que también han entrevistado a la enfermera, al policía. Es un caso que nos toca a todos. Se ha tenido diálogo con todo el personal escolar y todos, en diferentes instancias mencionan lo mismo”, sostuvo.

Dijo sin embargo, que la investigación a fondo, que está a cargo de la Unidad de Querellas de la División Legal del DE, ya comenzó. No se ha precisado cuando se completará la investigación.

Testimonio de una madre con tres niños autistas

Aida Ortiz Báez, líder en el área sur de la Alianza de Autismo y madre de tres jóvenes varones con autismo severo no verbal, cuestionó también el que “nadie” se diera cuenta de la situación que enfrentaba la niña.

Ortiz Báez dijo que la Alianza de Autismo pidió que se investigue “el escenario de la niña y por qué el personal de la escuela no se dio cuenta” de la triste situación.

“¿Cómo es posible que nadie se diera cuenta? Que se investigue porque esto no puede volver a pasar. Duele el abuso, el pensar que fueron años el abuso. Eso me mata”, sostuvo al relatar las dificultades que pasan los padres de niños con autismo para recibir servicios, sobre todo, los que padecen de autismo severo.

Dijo que para recibir servicios dentales, en Puerto Rico solo hay dos lugares: la Escuela de Medicina Dental del Recinto de Ciencias Médicas de la UPR, en Río Piedras y un hospital en Carolina que atiende personas mayores de 17 anos con autismo severo,

“Los niños no siguen instrucciones, no abren la boca, te agreden y en estos dos únicos centros los anestesian. A mí el pediatra nunca me lo explicó. Muchos papás no tienen esa opción y se vuelven locos porque no pueden ir al dentista, pues para lograr acceso al RCM las listas de espera son de ocho meses”, narró Ortiz Báez.

Relató que lleva meses preparando un plan para en caso de que ella y su esposo fallezcan dejar establecido por escrito quién o qué institución se encargaría de sus hijos.

He intentado reunirme con los departamentos de Salud, Familia, AMSCCA y he encontrado que no hay lugar donde una sepa que van a estar bien. Salud tiene siete centros transicionales para dar servicios a los chicos después de los 21 años hasta los 59 años y he tratado de visitar esos centros, pero me dicen que tengo que esperar ocho meses. Sé de madres que han perdido su dentadura porque no pueden ir a un dentista, no tienen quien le cuide sus hijos autistas. No todo el mundo tiene una red de apoyo”, expresó.

“No voy a justificar a la madre, porque este patrón de abuso llevaba mucho tiempo, pero como mamá entiendo que hay unas situaciones bien difíciles por las que tiene que haber pasado sin apoyo de nadie. Lo que me preocupa es la nena, que haya unos servicios que necesita porque es una jovencita con autismo severo y ella necesita ver una cara familiar. Encima de todo lo que ha pasado, la separan de la única persona que conoce, si no hay una cara familiar debe estar sufriendo, me la imagino. Cuando nosotros vamos al médico, al hospital, a veces tenemos que amarrar a los niños porque ellos no pueden esperar. Me pregunto cómo el hospital va a hacer para que la nena pueda permanecer en la cama cuando ellos no pueden seguir instrucciones, a veces se muerden, se agreden, son escapistas. Espero que puedan manejar el caso con la experiencia, sensibilidad y conocimiento en casos con autismo severo”, sostuvo Ortiz Báez.

“Todos fallamos, la mamá, la familia, la sociedad, los vecinos, la escuela, las agencias todos le fallamos a esa nena. Duele el abuso, el pensar que fueron años de abuso. Eso me mata”, aseveró.