Ha pasado más de medio siglo, pero José López Rivera, de 65 años y líder de un centro cultural de Chicago, todavía atesora en sus recuerdos aquellas navidades en familia en San Sebastián, en compañía de su hermano, el hoy preso político Oscar López Rivera.

“Yo siempre lo vi como mi hermano mayor, pero en mi casa verdaderamente éramos gente bien humilde, como campesinos de San Sebastián del Pepino, del barrio Aibonito Guerrero. Y yo recuerdo en mi infancia que no había dinero para regalos, pero en casa había ambiente de regocijo, de mucho amor. Mi mamá preparaba unos platos extraordinarios. Entre esos yo siempre recuerdo que uno de los platos favoritos de Oscar era la mazamorra, un plato muy típico en el oeste de Puerto Rico que era como un budín de maíz”, recordó López Rivera a preguntas de este medio.

Relacionadas

Su hermano, de 71 años de edad, lleva 33 años preso, condenado por el cargo de conspiración sediciosa. El reclamo por su excarcelación, a través de un indulto del presidente Barack Obama, ha unido a múltiples sectores de la sociedad, incluyendo los presidentes de todos los partidos políticos inscritos.

El hermano del prisionero político se encuentra de visita en Puerto Rico desde Chicago, donde reside, y participó hoy de diversas actividades en apoyo a la excarcelación de López Rivera, como lo fue el anuncio en el Taller de Fotoperiodismo de la manifestación de este domingo de “Las treinta y tres por Oscar” en el puente Dos Hermanos y la dedicatoria al prisionero político del 119 aniversario de la bandera de Puerto Rico en el Ateneo Puertorriqueño.

Al continuar su relato, que evoca el Puerto Rico de otra época, López Rivera dijo recordar que Oscar -uno de seis hermanos biológicos y dos de crianza en el hogar de los López Rivera- hacía de todo para que su madre, Andrea Rivera, a quien llamaban ‘Mita’, le preparara su mazamorra.

“Cuando los días festivos se acercaban, (Oscar) buscaba de diferentes formas que mi mamá le hiciera la mazamorra. Siempre recuerdo eso de la infancia, porque un día él planificó para que mi mamá le hiciera la mazamorra. Esto fue que nosotros caminábamos de casa al pozo a recoger agua. Entonces, mi mamá tenía que pasar por ese camino y él cogió unas matas, me imagino de las hojas de maíz, se lo puso en la cara y la piel, y cuando ella pasa, lo ve desmayado, y la vieja mía lo agarra y le dice ‘que te pasa mi’jo’. Él sabía que cuando estaba enfermo la vieja mía le hacía sus platos preferidos”, contó riendo.

Esa infancia en San Sebastián fue un periodo feliz, y el ahora prisionero lo disfrutaba, según el relato de su hermano.

“Muy opuesto a mi persona, que yo soy más reservado, a Oscar le gusta gozar la vida, le gusta la música, le gusta el baile, no tocaba (instrumento)… En casa siempre había parrandas. Él participaba, le encantaban. Era un muchacho que la gente del barrio lo quería mucho. Le gustaba hacer situaciones, le amarraba los zapatos a otros niños, maldades”, narró.

Finalmente, López Rivera habló de una de las aficiones de su hermano: dibujar.

“Siempre esbozaba en lápiz. Él hacía tarjetitas y eso”, dijo el sexagenario. “Siempre eran paisajes. Le encantaban cuestión de árboles, animales, nunca pintado, era el ‘sketching’. No teníamos para pintura, era papel y lápiz, era muy bueno. Le gustaban los detalles de las flores, de todo, en la naturaleza siempre buscaba los detalles”, dijo.