Aumenta la preocupación en los campamentos de desplazados en Haití por el huracán Melissa
Ya ha causado al menos tres muertos y una decena de heridos.

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Puerto Príncipe. En los campamentos de desplazados de Haití, donde las personas viven en condiciones inhumanas, la preocupación aumenta ante los posibles efectos del huracán Melissa, localizado esta tarde a unos 380 kilómetros al suroeste de Puerto Príncipe, en un país en el que el fenómeno ya ha causado al menos tres muertos y una decena de heridos.
Las autoridades han decretado este sábado la alerta roja en los departamentos del Sur y Grand’Anse (al suroeste del país), en los que se esperan lluvias torrenciales y fuertes vientos.
Los departamentos de Nippes, Sudeste y Oeste, ubicados al sur, se encuentran en alerta naranja, y, según las autoridades, persisten importantes riesgos de inundaciones y deslizamientos de tierra.
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Preocupación en los campamentos de desplazados
“Es Dios quien nos cuida en este lugar. Me enfrento a muchos problemas. No tengo nada para vivir porque lo he perdido todo. Cuando llueve, antes de poder dormir, recojo entre dos y tres recipientes de 5 galones de agua", dijo Linèsse Rosiasse, de 62 años, que vive en el campamento llamado KID, en el corazón de Puerto Príncipe.
“Podría organizarme si las autoridades me dieran algo. Ya ve en qué condiciones vivo”, afirmó este hombre que vive en una tienda de campaña inundada.
A pocos metros, Françoise Déisse vive prácticamente en la misma precariedad, ante la llegada de la tormenta tropical Melissa. “Tengo miedo. Como ve, la casa no da la talla. En cuanto llueve no puedo dormir, por dentro hay bichos que me pisan por la noche. Duermo sobre este depósito esperando a que pare de llover”, dijo la joven de unos 20 años.

“Las ratas, los ratones, los gusanos... todo tipo de bichos nos pisan. No tenemos tejas para poner en el techo. Cuando llueve, el agua nos cae encima. Me gustaría que vinieran a sacarnos de esta situación. Estamos viviendo muy mal en este momento”, añadió, mostrando cómo las ratas le han comido parte del pie.
Cuenta que su nieto duerme sobre su brazo cuando llueve, ya que no puede ponerlo en el suelo. “Tengo miedo de dormir dentro. Les diría a las autoridades que nos sacaran del campamento, me gustaría salir de él. Ir al baño es difícil en el campamento, no tienes acceso. Tengo tres hijos, y cuando hay que ir al baño, hay que pagar”, dijo Déisse.
Se quejó de la falta de servicio de recogida de basura y del cese de la distribución de alimentos en el lugar. “Mis condiciones de vida son deplorables”, añadió, y afirmó que si no contraen el cólera es porque Dios los protege. “Vivimos en la miseria”, sentenció.
Situación desastrosa en los campamentos
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 1.3 millones de haitianos se han visto desplazados por la violencia de las bandas en una región metropolitana controlada en al menos un 90% por terroristas.
“Es la cifra más alta jamás registrada”, señaló la Oficina Integrada de las Naciones Unidas (Binuh) en su último informe, en el que reveló que 102 de los 272 emplazamientos para desplazados, es decir, el 38%, son escuelas.
A finales de julio de 2025, el número de campamentos que acogían a personas desplazadas había pasado de 246 a 272, con cerca de 210,000 personas refugiadas en ellos. Si bien el 65% de los campamentos se encuentran en los departamentos del Centro y Artibonite, la mayoría de las personas desplazadas siguen concentradas en la capital, según la ONU.
Un programa gubernamental de reasentamiento solo ha permitido una modesta reducción del 2.4% en el número de personas desplazadas.
“Las condiciones de vida en los campamentos siguen siendo desastrosas, caracterizadas por la inseguridad, la falta de servicios básicos y la extrema pobreza, y las mujeres, los niños y las personas con discapacidad están expuestos a mayores riesgos en materia de protección”, denunció la ONU.
El uso generalizado de escuelas como lugares de desplazamiento sigue siendo muy preocupante: a mediados de 2025, 102 de los 272 lugares, es decir, casi el 38%, eran escuelas, lo que ha obstaculizado gravemente el acceso a la educación y ha dañado las infraestructuras.

