Mientras una gran parte del mundo se sumerge en luces, árboles decorados y reuniones familiares cada diciembre, existe un grupo de países donde estas manifestaciones son perseguidas.

En estas naciones, la Navidad no es solo una fecha ausente en el calendario, sino un acto que puede derivar en multas, detenciones o penas de prisión. Según reportes de medios como The Guardian y Gizmodo, las restricciones responden a un blindaje cultural, religioso o ideológico frente a lo que sus gobiernos consideran influencias extranjeras.

La prohibición implica que cualquier gesto vinculado a la festividad —desde entonar un villancico hasta intercambiar obsequios en público— es interpretado como un desafío a la identidad nacional o a las normas teocráticas vigentes.

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Los territorios sin Navidad y sus razones

El veto a estas tradiciones se aplica con distintos niveles de rigor, pero en todos los casos la vigilancia estatal se intensifica durante el último mes del año para evitar filtraciones culturales.

  • Somalia: Desde el año 2015, las autoridades somalíes decretaron que las festividades no islámicas no tienen lugar en los espacios públicos del país. Aunque se tolera que los extranjeros realicen celebraciones en la estricta intimidad de sus hogares, cualquier signo externo como decoraciones o música festiva está prohibido por considerarse una amenaza a la cohesión cultural.
  • Brunei: Este sultanato aplica la sharía o ley islámica de manera rigurosa desde 2014. El gobierno prohíbe las decoraciones y los saludos navideños públicos, argumentando que podrían afectar la fe de la mayoría musulmana. Las penas por exhibir un árbol de Navidad pueden incluir años de cárcel.
  • Tayikistán: Tras separarse de la Unión Soviética, este país asiático ha endurecido sus leyes para eliminar tradiciones ajenas. En escuelas y oficinas públicas están prohibidos los fuegos artificiales, las comidas festivas, los regalos y los disfraces de Papá Noel, bajo la premisa de que son residuos culturales extranjeros.
  • Corea del Norte: En 2016, el régimen de Pyongyang radicalizó su postura contra la Navidad prohibiendo cualquier reunión que involucre alcohol o música. En este país, un árbol iluminado es visto como un símbolo de resistencia política y una intromisión de occidente, por lo que las celebraciones son inexistentes bajo riesgo de severos castigos.
  • China: A diferencia de los casos anteriores, aquí la restricción no es total ni uniforme, pero ha crecido en diversas provincias. El Gobierno ha ordenado a escuelas y centros locales limitar las festividades para priorizar las costumbres nacionales chinas sobre las “occidentales”. En ciertas áreas, las autoridades sancionan el uso de adornos en plazas y comercios.

El argumento de la soberanía cultural

La justificación de estos gobiernos suele coincidir en un punto: la protección de sus propios valores frente a la globalización. En Brunei, por ejemplo, se considera que los festejos navideños podrían desviar las prácticas religiosas locales. “Toda manifestación relacionada con la Navidad se interpreta como una intromisión ajena”, explicó The Guardian sobre la aplicación de la ley en dicho país.

En Somalia, el control es tan estricto que las fuerzas de seguridad tienen instrucciones de detener cualquier evento que no sea de carácter islámico, bajo el argumento de que esto preserva la seguridad nacional en un entorno de tensiones religiosas.

Así, la Navidad se convierte en estas regiones en un acto de fe subterráneo o en una tradición inexistente, lejos del bullicio comercial y luminoso que caracteriza al resto del planeta.