El cruel asesinato de Andrea Cristina Ruiz Costas y Keishla Marlen Rodríguez Ortiz ha generado un clima de indignación colectiva de una sociedad que exige la erradicación de la violencia en todos los niveles.

Sin embargo, para lograrlo, hay un largo trecho por recorrer que incluye educación, sensibilización, empatía y la atención inmediata al llamado desesperado de decenas de víctimas que hoy viven bajo amenaza en sus propios hogares.

Para la procuradora de las Mujeres, Lersy Boria Vizcarrondo, “tenemos que dejar de filosofar, tenemos que dejar de juzgar y ayudar a esa mujer que se siente víctima”.

“Más allá de seguir hablando de estadísticas, de seguir hablando de terminología, tenemos que tener más valor por la vida, sensibilizarnos, tomar los casos como nuestros, ponerles rostro a todos esos números, ponerles rostro a todas esas hermanas, a todas esas víctimas”, confesó.

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“Los asesinatos ocurren en muchísimas ocasiones en nuestro propio hogar y esto es precisamente lo que vemos a diario. Vemos niños que tienen que defender a sus madres mientras las apuñalan, mientras el agresor sale y se queda en una marquesina esperando a que la mujer llegue a la residencia, vemos niños que están en los hospitales apuñaleados porque el padrastro, la pareja de su madre no quiere terminar la relación y las asesinan”, denunció.

Asimismo, sostuvo la importancia de concienciar a la sociedad para que no continúe juzgando a la víctima de violencia de género.

“Aquí no se le da mucha importancia y a veces ninguna, al aspecto de prevención, se escucha como algo abstracto. Se da muy poca importancia a las campañas de orientación que lo que quiere es salvar vidas, educar a la ciudadanía, a los niños, las niñas, a ese padre, hermano, compañero de trabajo sobre cuál es perfil del agresor, cuál es el plan de escape”, expresó.

“Las víctimas no se sienten víctimas porque precisamente hay un miedo por parte de ellas, hay un señalamiento por parte de la ciudadanía y es sumamente terrible que todavía a estas alturas se nos siga señalando nuestra manera de vestir, se nos siga señalando que provocamos la situación, pero se sigan justificando las acciones del agresor y se sigan siempre defendiendo los derechos constitucionales de los agresores, pero nadie habla de los derechos de las víctimas”, cuestionó.

De otra parte, señaló que además de enmendar la Ley 54 en vías de aumentar la protección a las víctimas, hay que sensibilizar a los funcionarios que trabajan con el proceso.

“Cuando yo identifico fondos para capacitar a un policía municipal sobre la sensibilización del protocolo, es precisamente eso, que cuando le llegue una víctima sepa que esa víctima necesita ayuda. Cuando identifique fondos para que a los fiscales me los adiestren para la sensibilización, no me citen a la víctima de aquí a tres días porque en esos tres días me la van a asesinar y cuando identifico fondos o le hago un reclamo a la Administración de Tribunales para que no me sigan suspendiendo vistas”, advirtió.

“No me sigan reclamando independencia judicial porque sí le tengo que tener una deferencia en la prueba que se presenta ese día, pero tengo que sensibilizar a ese juez o a esa jueza que su determinación va a implicar la vida o la muerte de esa víctima. Hoy asesinan a Keishla, pero hoy también asesinaron a su mamá y a su hermana y mañana cuando la vayan a llamar, Keishla no está”, argumentó.

Por su parte, la sicóloga Mercedes Rodríguez resaltó que una de las problemáticas existentes es la implementación de la Ley 54, la cual debe ser un instrumento efectivo en el manejo de casos.

“Primero, que sea un instrumento efectivo, atractivo, fácil de usar y segundo, cuando las mujeres lleguen al sistema pueden llegar directamente a un tribunal a pedir una orden de protección o pueden llegar a un cuartel de la Policía o pueden hacer una llamada, ahí es que entra en el sistema que, cuando lleguen, sean acogidas con respeto a su dignidad, a su reclamo…que sean creídas, respetadas, que haya empatía”, explicó.

“Eso requiere de parte del sistema unos cambios muy grandes porque las personas que trabajan en los sistemas de justicia, todos y todas, incluyendo los que están en la judicatura, son personas que se han criado en el mismo sitio que estamos nosotros, con los mismos prejuicios, las mismas ideas equivocadas sobre la responsabilidad de la mujer y de los hombres, con las mismas ideas equivocadas que llevan a tolerar este tipo de conducta, a dar oportunidades nuevas y muchas veces no se toma con la seriedad que amerita”, agregó.

Mencionó que “hoy es más la impunidad que la efectividad de esas leyes”.

“Habría que establecer programas de vigilancia, de evaluación y de sanciones o rendición de cuentas de funcionarios para que cambien o incluso, asuman la responsabilidad legal que corresponda cuando no cumplen con su función. Tiene que haber consecuencias ante la violencia de género… tiene que haber consecuencias morales, éticas, legales, pero la impunidad lo que lleva es un mensaje de que ‘esto no es tan grave, esto no es tan malo”, dijo.

“El saber que todavía una mujer que pasa todo el trabajo de llegar a una sala para solicitar una orden de protección se tiene que arriesgar a que no se la den, se tiene que arriesgar a lo que representa que no se la den, o sea, el individuo que se asedia, que te violenta, que te daña, vas a ver que el sistema de justicia está de parte de él porque no respalda a la víctima”, lamentó.

Igualmente, destacó que para transformar el sistema hay que educar a todos los sectores de la sociedad.

“Necesitamos hacer un esfuerzo que todavía no se ha hecho lo suficientemente claro de educación; de educación masiva. Puerto Rico necesita que su sistema educativo para la equidad con perspectiva de género para el respeto para todas las vidas, desde temprano en la educación y dondequiera que la gente se congrega hace falta educar”, resaltó.

“Estamos en un momento donde después de casi 40 años de trabajo en este tema, donde las organizaciones de mujeres, los grupos feministas hemos estado dando batallas contra corriente, finalmente es un tema que está puesto en la discusión pública, estuvo puesto en las elecciones y finalmente parece que va a haber un movimiento favorable hacia la equidad. No hay que dejarlo caer”, apuntó.

Mientras que la doctora Waleska Torres Gutiérrez, exfacilitadora de Casa Protegida Julia de Burgos en Ponce, confesó que para tratar de erradicar la violencia de género hay que trabajar con todos los integrantes del entorno afectado.

“La base principal de todo esto comienza en el hogar, en la niñez. Hemos visto que, a lo largo de la historia, los niños que viven violencia doméstica se convierten en víctimas o en agresores, a menos que reciban algún tipo de ayuda que les permita renovar su ser interior y transformar su vida y entender cuán valiosos son ellos porque esto es un patrón y ese patrón no solamente se queda ahí en la niñez”, expuso.

“Según el individuo va creciendo se va convirtiendo en agresor en la escuela, que lo llamamos bullying, en agresor en el ambiente de trabajo, que le llamamos acosador, en agresor en violencia doméstica, o sea, toda la vida porque desde niño no se trabajaron esas cosas. Tenemos que erradicar la violencia, pero la erradicamos desde la educación, desde la sanación, desde la ayuda e intervención”, afirmó.