Nota de la editora: Hoy culminamos del Mes de Orgullo LGBTTIQ+ con esta serie de entrevistas

A las personas que se identifican fuera del binario de género hombre-mujer se les hace más difícil poder vivir con tranquilidad y dignidad en Puerto Rico. Si a esto se le suma una experiencia racializada, la situación se torna en una de supervivencia.

Esto lo sabe Ángel CruzUbi Aaron, como se le conoce en los escenarios cuando hace drag, quien es una persona negra, queer, trans, no binarie y pansexual.

Experimenta, casi a diario, la inseguridad que siente al caminar por las calles del País. Hace unos días, contó, fue a una gasolinera como drag, con su maquillaje, vestuario, peluca y tacos. Es su trabajo. Pero sentía el temor a que una persona le increpara.

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“Son cosas que pasan día a día. Aunque no sea en drag, si me pongo algo que es femenino me miran mal o me pueden decir cosas, y eso asusta demasiado a une y lo que hace es que, a veces, no quieres salir de tu casa o escoges ser una versión más socialmente aceptable para la gente”, lamentó.

Ángel Cruz o Ubi Aaron
Ángel Cruz o Ubi Aaron (Suministrada)

Desde su niñez, Ángel recuerda sentirse queer, un término que describe una identidad de género y sexual diferente a la heterosexual y cisgénero (que son aquellas personas que se identifican con el género que se les asignó al nacer). Se lo dijo a su familia a los 16 años.

“Para mí, fue bien importante desde temprana edad decírselo a mi mamá y mi hermana porque era la gente con quién convivía y se me hacía bien importante que ellos supieran qué estaba pasando en mi vida y los cambios por los que estaba atravesando en esos momentos”, relató.

Pero, a todas estas experiencias se le sumaba otra que hacía su carga un poco más pesada.

“Siendo evidentemente una persona negra, con padres negros —mi mamá es de Santo Domingo y mi padre de Puerto Rico— siempre fue difícil aceptarme a mí misme o verme como una persona atractiva o linda debido a mi color de piel, ya que lo que se divulga por ahí en los medios pues son personas blancas. Esa constante opresión interiorizada de uno misme desde pequeñe, pues une va creciendo con estas nociones de que la gente que se ve opuesta a ti es a la que le dan las oportunidades, el auge, las flores”, criticó.

Entonces, asegura, las personas trans, no binaries y negras se hacen a la idea de que no son suficientes para ser exitosas en la sociedad.

“Uno internaliza esa opresión y causa muchos desórdenes dentro de une como la ansiedad, la depresión, hasta actos suicidas y ‘self-harm’ (autolesiones)”, manifestó.

Pero para Ángel hubo una salvación. Reconoce que el privilegio de estudiar en la universidad le ayudó en su proceso de deconstrucción “bien arduo”, de desaprender credos sociales que solo están fundamentados en la tradición. Y le agradece eternamente a las personas que le acompañaron durante esa etapa.

“Ahí fui aprendiendo todos estos términos nuevos. Aprendí que ‘mira, esto también soy yo’. Pero nunca lo había visto, así que no sabía que existía o podía expresarme de esta manera”, rememoró.

Sin embargo, esa experiencia no ha sido una varita mágica con la que ha podido resolver todos sus problemas, sino que es una herramienta para enfrentarse a ellos. Entre sus batallas destacó el racismo institucionalizado que existe en el País y la obstinación de algunos de negarlo.

“En Puerto Rico es esta lucha de que somos las tres razas y que todo el mundo en la isla es negra, negro o negre y que no hay racismo. No es cierto. El racismo se ve desde las microagresiones en los círculos familiares hasta en los espacios laborales y la política. Eso es algo que a mí me choca porque, obviamente, yo crecí con un racismo internalizado porque la gente, o la sociedad misma, se lo inculca a uno o a une. Y sé que está ahí, yo sé en la manera en que la gente me percibe en la calle, en otros espacios, y es porque soy o me veo así. Y eso es racismo”, sentenció.

Otra de las luchas a las que se enfrenta es el constante acto de tener que validarse como persona ante los demás.

“La gente no cree que tú como persona trans, no binarie o negre existes”, denunció.

Es por esto que urgió oportunidades para personas que no expresan una identidad heteronormativa, que la ciudadanía valore y apoye el arte que realizan, que se fomenten lugares seguros para la comunidad LGBTQ+ y que les otorguen dinero para que continúen su autogestión.

“Hacen falta espacios donde las personas queer se puedan manifestar, donde puedan crear eventos para elles mismes. Pienso que el gobierno está siendo superdescuidado o por lo menos está siendo necio en abrirle las puertas a personas queer que tienen tanta creatividad y tanto ímpetu... para que haya personas queer empleadas y en espacios seguros y llenos de mucho amor e inclusividad”, requirió.

Aunque destacó que todavía la sociedad boricua rechaza los temas sobre los derechos de las comunidades LGBTQ+, en parte, por la falta de educación, observa a una juventud “un poco más abierta”. Y Ángel también busca aportar a ese cambio.

“Para mí, siempre fue bien importante rodearme con personas que aceptaran mi orientación sexual, mi identidad de género, y pienso que mi trabajo como persona queer en estos momentos es que otras personas como yo tengan la experiencia de, por lo menos, ser parte o pertenecer a un espacio, ya sea en su hogar o fuera del hogar, donde se sientan cómodes a ser elles mismes”, expuso.