Villalba. Ahora que la gente habla de racionamiento de agua y muchos  pegan el grito en el cielo, es bueno que sepan que por años ese el diario vivir de los vecinos del sector Sierrita en el barrio Caonillas Arriba: sufrir en carne propia lo que es vivir sin el preciado líquido.

Hace cinco meses se les prometió que se harían unas reparaciones en un tanque comunal y aunque vieron algunas labores realizadas por el Municipio de Villalba, lo cierto es que aún siguen bañándose con cubitos de agua. 

Primera Hora regresó a la comunidad, una de las más apartadas del centro del pueblo, y las molestias de los vecinos no se hicieron esperar.

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Para Luz Cosme Torres, vecina que padece de artritis reumatoide y osteoporosis, hacer lo poco que puede en su hogar es una pesadilla porque la mayor parte del día no le llega ni una gota de agua por el grifo.

Esta mujer de 64 años reside sola y se suple con los galones que puede llenar durante las noches, cuando le llega un poco de agua.

Además, cada 15 días el municipio le llena unos drones, los que intenta economizar hasta la próxima ocasión.

Contó que para lavar la ropa tiene que ir  a casas de familiares y que se baña con cubos, ya que el agua no le llega a la ducha ni al inodoro.

Por su parte, Doel Vázquez, sostuvo que hace unos meses el Municipio realizó trabajos de sellado del tanque que estaba roto y que pusieron una tubería.

Desde entonces, dijo, no han regresado y el problema de falta de agua persiste afectando a cerca de 50 familias.

“Los trabajos están detenidos, creo que falta la conexión eléctrica”, recalcó el vecino.

Este indicó que el Municipio no ha llenado el tanque y tampoco ha visto empleados en camiones cisterna repartiendo agua a los vecinos de la comunidad.

“La parte alta es la más afectada, porque nos suple un tanque comunal de abajo y el agua ya no llega”, dijo Vázquez.

Del mismo modo, pidió al alcalde Luis Javier Hernández Ortiz que atienda el problema con premura, pues son muchos los afectados, en especial personas de edad avanzada, enfermos, niñoas y niños.

“Nos sentimos abandonados”, sentenció el hombre, que tiene cisterna en el hogar que comparte con siete miembros de su familia.

El agua le dura solo una semana, pero aseguró que tanto él como otros residentes están dispuestos a pagar a la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) por el servicio de agua potable.

Modesta Santiago Torres también lamentó que el problema siga y pidió al alcalde Luis Javier Hernández Ortiz que resuelva definitivamente la situación.

“Es muy poca el agua que nos llega y llega bien tarde para llenar los cubos antes que se acabe”, manifestó la mujer tras resaltar que los sábados y domingos recibe un poco más de agua que en la semana.