En la algarabía que se palpó a las afueras del Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot por los conciertos de Bad Bunny, no hubo personas más alegres que ellas.

Se trata de Ivette Carrasquillo, de 68 años; Miriam García, de 77; Maritza Ramírez, de 78; y Carmen Zaida Torres, de 81; quienes, picúas y con sonrisas joviales en sus rostros, sirvieron límbers de limoncillo o parcha a los visitantes desde uno de los muchos kioskos establecidos frente al recinto.

El público las amó. Inmediatamente pidieron fotos junto a ellas, quienes modelaban y posaban con las manos en sus cinturas. Al recibir los vasitos de límbers, algunos le tiraron besito al aire, otros se fundieron en abrazos con ellas.

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A los turistas quienes nunca habían saboreado esta refrescante delicia, las mujeres se tomaron el tiempo para explicarles y, también, les daban recomendaciones para su consumo.

“Para mí ha sido una experiencia maravillosa el compartir con la gente, mucha gente de otros países que, a veces no saben lo que es el límber, hay que explicarle lo que es. Le preguntamos cómo la están pasando. (Es) un gran orgullo, porque de verdad todo el mundo está encantado con Puerto Rico, todos los extranjeros que hemos hablado con ellos... especialmente la comida, los paisajes, la playa, la música, la gente, el calor humano de la gente de Puerto Rico”, comentó doña Ivette a Primera Hora durante este fin de semana.

El cuarteto trabajó en un kiosko de una bebida alcohólica frente al recinto durante la residencia “No me quiero ir de aquí” de Bad Bunny, cuyas 30 presentaciones finalizaron ayer y son la antesala de una gira mundial.

¡Ellas se lo gozaron!

Una vez las señoras comenzaban a servir límbers, el inventario se agotaba en menos de cinco minutos. Para evitar quedar sin qué ofrecerle a la manada de fanáticos, se separaba una cantidad que era repartida cada media hora.

“(Cuando) yo estoy allí, me olvido que estoy trabajando, yo estoy disfrutando. Para mí es bien emocionante regalarle un límber al extranjero que no sabe lo que es. Es como un obsequio. Hay personas de Perú, de Ecuador, de España, de México, de Italia, de Filipinas. Hemos compartido con tantas personas de diferentes países y darle algo nuestro eso ha sido un palo”, recordó, por su parte, doña Maritza.

“Yo salgo de aquí con tanta alegría pensando que el grupo me ha hecho sentir más puertorriqueña de lo que yo soy”, reiteró Carmen Zaida, la más longeva.

Miriam García levanta uno de los refrigerios que repartió durante la iniciativa que la mantuvo activa.
Miriam García levanta uno de los refrigerios que repartió durante la iniciativa que la mantuvo activa. (Pablo Martínez Rodríguez)

¿Quiénes son?

  • Ivette Carrasquillo reside en San Lorenzo, “el pueblo de Chayanne”, pero es oriunda de Fajardo. Es farmacéutica y procreó tres hijas, una de ellas que ya partió. Tiene, además, cinco nietos, que están “super orgullosos de su abuela”.
  • Miriam García, por su parte, es “una borincana que nació en la luna de Xelajú”, ya que hace 60 años se mudó a Puerto Rico desde Guatemala. Es madre de una hija y abuela de un joven de 27 años y otra joven de 29. Es gerontóloga que administró centros de cuidado de adultos mayores y actualmente continúa educando a profesionales de la salud. “Nos gusta el arte, la pintura, el teatro. Ha sido muy bueno, muy bueno”, comentó García.
  • Mientras, Maritza Ramírez, natural de Bayamón, pero quien ahora vive en Levittown, fue maestra de escuela elemental. Tras su retiro, se ha mantenido activa como líder comunitaria y ofreciendo servicios voluntarios en hogares Crea y el Salvation Army. Es madre de un hombre y una mujer y abuela de una joven universitaria, de 23 años.
  • Asimismo, Carmen Zaida Torres fue maestra de niñitos de primer grado y es oriunda de Guaynabo. Vive con su esposo, José. “Eso es lo más grande. Yo te diría que lo que yo hice con esos niños también me ha servido para compartir, tanto con mis compañeros, como el público en general. Ha sido maravilloso”, aseguró Torres.

“Suero de autoestima”

Las mujeres, quienes fueron elegidas para trabajar en el puesto mediante un proceso de audiciones, reconocieron que esta oportunidad fue mucho más que un mero empleo temporero. Para ellas fue una gran oportunidad para que los adultos mayores sean considerados a integrarse al sector laboral, independientemente si se han retirado.

“Yo soy maestra y, cuando tú te retiras, se queda un vacío tan grande que tú buscas qué hacer, porque si no caes en una depresión horrible”, admitió Ramírez.

“Es bien emocionante cuando nos dicen ‘yo quiero ser como ustedes cuando sea grande. Quiero ser como ustedes’. Eso llena a uno tanto de alegría. Verdaderamente, a nuestra edad, (no es tan fácil) conseguirlo. Ahora puede que se abran más puertas. (Por eso, trabajar aquí) es... un suero a nuestra autoestima, porque ya a la edad de uno, no es fácil. Yo estoy en muchas cosas, claro, pero si voy a un sitio a buscar trabajo no me van a dar trabajo, me dicen ‘tú eres una persona mayor’”, añadió.

“Para mí ha sido excelente, porque es un sueño que yo jamás me pude imaginar y a esta edad menos. Por lo tanto, ha sido una cosa maravillosa. Jamás lo podré olvidar, jamás y estoy tan, tan y tan agradecida a todos los que componen el grupo de este proyecto que nos tomaron en consideración a las personas mayores y también quiero darle las gracias al público, un público excelente, tanto puertorriqueño como extranjeros”, expresó Torres.

“(Me llevo) la satisfacción de que, a pesar de todo lo que está sucediendo en el país, los adultos mayores tenemos mucho que aportar todavía, a los niños, a los jóvenes, a las mismas mujeres y hombres viejos que se sienten subestimado, subir la estima. Si nos apoderamos de que somos capaces… podemos seguir”, agregó García.

“Me llevo mucha alegría, mucho sentimiento de satisfacción, porque siendo personas mayores nos hayan tomado en cuenta. Somos las únicas doñitas en toda esta actividad haciendo promociones. Para mí, lo mayor es la satisfacción y de ver que el turista y los de aquí se sientan tan bien participando de esta actividad. (También), servir de ejemplo para que, otras personas que nos vean, (vean que) estamos vivos y hay que seguir adelante, no importa. Uno se retira, quizás, de un trabajo, nos dan el seguro social y dicen ‘ah, tú coges el seguro social ya’. Piensan que uno ya no sirve, que uno ya no es útil y sí seguimos siendo útil, sí seguimos demostrando que podemos todavía hacer muchas cosas”, continuó Carrasquillo.

Además de ser un ejemplo y un imán de alegría, Ramírez celebró que, ahora, podrá ayudar a su nieta en su mudanza a Massachusetts, pues tras graduarse Magna Cum Laude de la Universidad de Puerto Rico (UPR), fue aceptada a Boston University.