Ya no hay vuelta atrás. Los calores serán más intensos, los huracanes más feroces y los fenómenos que alguna vez fueron pocos comunes en Puerto Rico, como los tornados, se presenciarán con mayor frecuencia. Y es que el cambio climático llegó para quedarse.

Según la Quinta Evaluación Nacional del Clima del Programa de Investigación del Cambio Global de Estados Unidos (USGCRP, en inglés) que publicó el 14 de noviembre de 2023, en Estados Unidos y sus territorios, que incluye a Puerto Rico, ocurre un desastre climático cada tres semanas, incurriéndose en el gasto de varios billones de dólares.

“En la década de 1980, el país experimentó, en promedio, un desastre de mil millones de dólares (ajustado a la inflación) cada cuatro meses. Ahora, en promedio, hay uno cada tres semanas”, lee el informe.

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El reporte especificó que los fenómenos extremos le cuestan al Gobierno Federal cerca de $150 mil millones anuales, “una estimación conservadora que no toma en cuenta la pérdida de vidas, los costos relacionados con la atención médica, ni los daños a los servicios ecosistémicos”.

“Eso nunca ha pasado antes, que tenemos tantos lugares para una declaración de esos tipos. Significa la capacidad, no solo local, pero estatal ya no puede aguantar los impactos”, aseguró a Primera Hora Victoria Salinas, la administradora asociada de resiliencia apuntada por la Casa Blanca a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés).

Aunque esta es y será nuestra realidad, los efectos del cambio climático en el día a día sí se pueden aplazar, si se toma acción con urgencia, planteó Pablo Méndez Lázaro, doctor y quien figuró como uno de los autores del reporte.

“Ahora mismo, lo que estamos hablando es lo inducido por las actividades humanas. Eso ya no hay duda. Estamos observando los cambios en el clima y las consecuencias. Pero, esa parte de revertir o no revertir es algo que (no tenemos en nuestras manos). Sí podemos mitigar, reducir (las catástrofes) y actividades como la que estamos llevando a cabo para reducir la velocidad del cambio”, subrayó Méndez Lázaro a los medios de comunicación.

Por ende, con el fin de urgir acción tanto gubernamental como comunitaria, el Negociado para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (NMEAD) y el Caribbean Climate Adaption Network (CCAN) del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR), ofreció esta mañana la charla “Reconociendo los efectos del cambio climático: ¡Tomemos acción ahora!” que reunió a representantes de secretarios y jefes de agencias gubernamentales, coordinadores interagenciales y personal de “Community Hubs” para impulsar la mitigación de la crisis ambiental. La misma charla se repetirá mañana, jueves, para alcaldes, directores de las Oficinas Municipales de Manejo de Emergencias (OMME) y personal de las zonas operacionales del NMEAD.

El cambio climático y la inequidad social

La proactividad toma mayor importancia al existir inequidad social significativa en Puerto Rico, sostuvo el también investigador asociado de la División de Biología del Cáncer y Líder del Programa Ambiental Traslacional de Cáncer de la UPR-Centro Integral de Cáncer.

Las desventajas sociales de personas de escasos recursos se intensifican con los efectos del cambio climático, pues estas normalmente residen en áreas empobrecidas y de menos protección a los azotes de la naturaleza. Son quienes, además, suelen poseer menos recursos para enfrentar esos efectos, desde paneles solares hasta aires acondicionados.

“Sabemos que el tiempo está cambiando. Ya sabemos que el planeta se está calentando, que va a ser más seco, que va a haber más inundaciones, la posibilidad de eventos de huracanes más extremas. La pregunta es: ¿cómo nosotros nos aseguramos que no se nos quede nadie atrás? Sabemos que existen los fondos, sabemos que existen unas acciones, pero entonces, ¿en qué medida las comunidades desventajadas- por ejemplo- no sean las más vulnerables, que no sean las más impactadas, que no sean las más desfavorecidas, las más desatendidas? Todas esas son preguntas de cómo nosotros, entonces, tratamos de trabajar en equidad y justicia ambiental para adaptarnos al cambio climático”, dijo el doctor a Primera Hora, quien también es investigador principal del Caribbean Climate Adaption Network (CCAN); profesor del Departamento de Salud Ambiental de la Escuela Graduada de Salud Pública del Recinto de Ciencias Médicas.

“Todos vamos a experimentar el calor, pero comunidades de alto poder adquisitivo podrán comprar aire acondicionado; las comunidades pobres no. Todos enfrentamos la sequía, (pero) comunidades de alto poder adquisitivo compran cisternas, los pobres quizás no tienen esa oportunidad. Son cosas básicas (que estoy presentando. Esto es más complejo que eso, (pero) son ejemplos puntuales para poder atender”, agregó.

Esta preocupación de Méndez Lázaro se estableció también en el capítulo 32 de la evaluación, que se enfoca en el impacto del cambio climático en Puerto Rico y las Islas Vírgenes. Se evidenció que los huracanes, las tormentas poderosas y el aumento del nivel del mar “están dañando la salud humana, los ecosistemas, el suministro de agua y alimentos y la infraestructura crítica en el Caribe estadounidense”, además de que “las comunidades desatendidas sufren impactos desproporcionados”.

De esta manera, el reporte enumeró los puntos más vulnerables afectadas por el cambio climático en la Isla: la salud y bienestar humano, exacerbando la desigualdad; la ecología y biodiversidad; la seguridad hídrica y alimentaria; e infraestructura y fuentes de energía. Sin embargo, recomendó que se debe combinar “la gobernanza y la planificación estratégica” hacia la mitigación.

“La adaptación efectiva para apoyar la resiliencia en la región podría mejorarse mediante la descentralización, la gobernanza compartida y asociaciones más sólidas en toda la región del Caribe y los Estados Unidos continentales”, sugiere.

“Dinero no soluciona los problemas. Ayuda, pero no soluciona. Tenemos la voluntad política para hacerlo. Pero, al final del día, es cómo trabajamos en cooperación para que cambien las cosas”, reiteró Salinas al asegurar que hay suficientes fondos federales que ayudarían a mitigar la crisis ambiental.

A preparase

Por su parte, el comisionado del NMEAD, Nino Correa Filomeno, exhortó enfáticamente a que los ciudadanos asumen su propia responsabilidad de cara a fenómenos atmosféricos, que de seguro llegarán.

“Ojalá supiéramos de antemano cuál va a ser la próxima emergencia y cuál va a ser la magnitud. ¡No lo sabemos! El decir que (en el gobierno) estamos preparados en totalidad es cometer el error más grave. La gente debe quitarse de la mente que (el gobierno) me tiene que ayudar. No. Vamos a prepararnos”, instó a este diario.

También, recordó que los alcaldes deben tener la responsabilidad de preparar un censo de los encamados, envejecientes e impedidos para que, durante una emergencia, puedan asistirlos efectivamente. Correa Filomena resaltó lo efectivo que resultará que los municipios y comunidades trabajen en conjunto, así como las organizaciones de base de fe, para reaccionar efectivamente ante una emergencia y, así, evitar a toda costa la pérdida de vida.

“La emergencia yo no sé cuál va a ser. Cada emergencia de estas trae mil dificultades. No es el reto que como agencia tengamos cada uno o como gobierno. Eso no es. Es el reto que trae la emergencia cuando pasa”, expresó.

¿Hay esperanza para el futuro del planeta?

El reporte mencionó, también, que, con cada aumento en la temperatura, aumentarán las consecuencias del cambio climático, por lo que los esfuerzos se deberán enfocar en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Las principales fuentes de emisiones de estos gases son: la quema de combustibles fósiles a través de la quema de carbón y gas natural y la quema de combustible de medios de transportación y en productos caseros que generan calor, entre otros.

“Se pueden lograr grandes recortes a corto plazo en las emisiones de gases de efecto invernadero mediante muchas opciones de mitigación rentables y actualmente disponibles. Sin embargo, no es posible alcanzar emisiones netas cero para mediados de siglo sin explorar opciones de mitigación adicionales. Incluso si el mundo se descarboniza rápidamente, la nación seguirá enfrentando impactos y riesgos climáticos. Abordar estos riesgos de manera adecuada y equitativa implica una planificación inclusiva a más largo plazo, inversiones en adaptación transformadora y enfoques de mitigación que consideren la equidad y la justicia”, entabló.