¡Qué bueno es ser pana de alguien! Mejor aún, estar enchufado y que se lleven de frente a cualquiera, pues lo que importa es el pana. Esa, querido amigo lector, es la gran lección de las pasadas semanas.

El gobernador Pedro Pierluisi y el exsenador Juan Dalmau demostraron que son amigos incondicionales. Que si de un superpana se trata, se van hasta el “ñu” por ellos.

Los agraciados de esa amistad resultaron ser Héctor Joaquín Sánchez y Eliezer Ríos Santiago. Estos “amigos del alma” resultaron premiados en circunstancias distintas y ambos provocaron que se le frunciera la cara a más de uno.

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Héctor Joaquín Sánchez es maestro de profesión.

Fue el Comisionado Electoral del Partido Nuevo Progresista quien, luego de defender a capa y espada la unidad 66, propiciando la victoria de Pierluisi en las urnas, fue premiado con el puesto de subsecretario del Departamento de Educación. Alcanzó esa posición, no por gusto, sino por estrategia. El gobernador sabía que el Senado nunca confirmaría a su lugarteniente político para esa silla.

Sin embargo, Héctor Joaquín nunca se quitó la chaqueta política. Trató de que un comité premiara educadores basados en su militancia partidista y no por su labor docente. El secretario de la agencia, Eliezer Ramos Parés, le retiró la confianza y lo destituyó. Al menos, el gobernador respetó al secretario en ese acto.

Pero, ¡oiga mi hermano!, de golpe y porrazo, Héctor Joaquín terminó como segundo en mando en el Departamento de Transportación y Obras Públicas. A todas luces la pregunta que se gotea era, ¿qué sabe un maestro de carreteras y puentes, además de pasar por encima o debajo de ellos? El “expertise” del señor Sánchez siempre ha estado ligado al campo de la educación y no le conocíamos los dotes de ingeniero.

Pero ello no importó para el gobernador. Despachó el asunto destacando que Sánchez es un extraordinario administrador y que, al fin y al cabo, es una posición de confianza. Este último detalle, justifica su nombramiento. Sánchez es de la más alta confianza, pues le defendió los votos en la Comisión Estatal de Elecciones.

Yo no tendría problemas si, en lugar de ubicarlo en alguna silla del gobierno, lo hubiesen acomodado en algún puesto dentro de su partido, pagándole lo que les diera la gana y no viviendo de fondos públicos. Pero, así actúan.

Si burda resultó esa movida, igualmente burda ha resultado ser una investigación interna del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP).

Desde hace algunas semanas, la alta cúpula de esa colectividad viene haciendo malabares con un caso que se sometió contra Eliezer Ríos Santiago. Este señor fue candidato del PIP a la alcaldía de Aguadilla y ha ocupado posiciones en juntas de inscripción permanente, representando esa colectividad.

Desde el mes de abril, ese señor ha enfrentado quejas de acoso laboral, posturas sexistas y hasta otras más serias, que apuntan a un alegado acoso sexual por parte de militantes del partido. Ante lo que consideraron como inacción, acudieron a las redes sociales para levantar su voz y llevar la denuncia a todos los rincones de la isla.

Cuando se hicieron las indagaciones periodísticas, sobraron las excusas. Las mismas se barajaron desde que no existía un protocolo para atender el tema, hasta que el asunto se estaba trabajando. En el ínterin nos enteramos que el Sr. Ríos trabaja en el Senado como uno de los asesores de la portavoz María de Lourdes Santiago.

Este nunca fue separado o suspendido de su cargo mientras se auscultaban las denuncias. Se activó un comité investigativo, solo cuando la voz de protesta interna fue escalando y el resultado, al parecer, no satisfizo a la víctimas e incluso a grupos militantes de la antigua colectividad.

A Juan Dalmau se le señaló por perder su activa voz. Guardó un largo silencio. Su timidez en el caso ha provocado lastimaduras a su nítida imagen, pues consideran que ha sido cómplice en una vergonzosa tirada de toalla.

Ese juicio no es mío. Lo hicieron las propias víctimas al reaccionar defraudadas por el proceso. Han amenazado con llevar el caso fuera de las paredes del PIP, prometiendo que el asunto siga escalando o lesionado aún más al futuro candidato a la gobernación.

Tanto Sánchez como Ríos han guardado silencio. Han preferido callar en lugar de explicar. Han preferido que sus “panas”, Pierluisi y Dalmau, respectivamente, sean sus abogados de defensa.

Lo más triste es que estos últimos asumen su defensa sin titubear, brindando explicaciones que poco aclaran y siembran más dudas.

Héctor Joaquín Sánchez y Eliezer Ríos Santiago son parte de la casta partidista. Son guineos del racimo. Esos que se dan el abrazo y hasta “fuman” un cigarrito juntos. Esos que viven del Partido. De los que se acomodan en cualquier lugar donde se sientan protegidos. Son panas de los cocorocos y nunca les pasará nada, pues tienen que los defiendan.

Así es la partidocracia puertorriqueña.