¡Qué bendición poder sentir la patria en otro pedazo de tierra! Eso fue lo que se sintió este pasado sábado en la función de “Adolescente la obra”, en el Osceola Performing Arts Center en Orlando, Florida.

El estado de Florida es conocido por muchos como el municipio 79 de Puerto Rico. Y con razón, porque no hay manera de no sentirse como en casa. Al son de “yo soy boricua, pa’ que tú lo sepas” se hacían sentir las casi 2,000 personas que se dieron cita para disfrutar del trabajo de los adolescentes favoritos de Puerto Rico. Esa energía que se percibía en el público fue el motor que movió a nuestra obra.

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Es extraordinario que nuestra gente de la diáspora pueda recibir una oferta teatral, que le permita conectar con el país que alguna vez tuvieron que dejar.

La diáspora puertorriqueña se refiere al fenómeno de migración de personas de Puerto Rico hacia otros lugares fuera de la isla. A lo largo de los años, muchos puertorriqueños han dejado la isla en busca de mejores oportunidades económicas, educativas y de calidad de vida.

Entre los destinos más comunes de la diáspora puertorriqueña se encuentra Estados Unidos, especialmente en estados como Nueva York, Florida, Chicago, entre otros. En Florida, por ejemplo, se ha establecido una gran comunidad puertorriqueña, especialmente en ciudades como Orlando y Miami, que apoyan masivamente la oferta teatral que, de un tiempo para acá, se está llevando a cabo, sobre todo a Kissimmee. Hemos ganado un público que, ciertamente, desea conectar con lo que en su país pasa.

La diáspora puertorriqueña ha tenido un impacto significativo en la cultura, la economía y la política tanto de Puerto Rico como de los lugares donde se han establecido. Los puertorriqueños han llevado consigo su música, gastronomía y tradiciones, queriendo sentir la isla siempre cerca.

Además, la diáspora ha sido una fuerza política importante, ya que los puertorriqueños que residen en Estados Unidos tienen la capacidad de votar en las elecciones presidenciales, pero no en las elecciones de Puerto Rico.

Esto ha llevado a una mayor atención política hacia los asuntos de la diáspora y a la formación de organizaciones y grupos de defensa de los derechos de los puertorriqueños en el exterior. Es un fenómeno que ha llevado a la migración de muchas personas de Puerto Rico hacia otros lugares, dejando una huella invaluable en los lugares donde se han establecido, manteniendo viva la cultura puertorriqueña y contribuyendo al desarrollo de sus nuevos hogares, pero sobre todas las cosas preservando la identidad cultural.

En el ámbito de la música, el género de la salsa es uno de los ejemplos más destacados de la influencia puertorriqueña en la diáspora. En ciudades como Nueva York, la salsa ha florecido y se ha convertido en parte integral de la escena musical, con la creación de bandas y orquestas que fusionan los ritmos y estilos de Puerto Rico con otros géneros musicales.

En cuanto a la gastronomía, los restaurantes y establecimientos puertorriqueños se han convertido en destinos populares para disfrutar de platos tradicionales como el arroz con gandules, el mofongo y el lechón asado.

Además, la diáspora puertorriqueña ha influido en la moda, el teatro, el arte, el cine y la literatura. Muchos artistas y escritores puertorriqueños han encontrado inspiración en su experiencia migratoria y han utilizado su arte para explorar temas relacionados con la identidad, la pertenencia y la nostalgia.

Indudablemente, la diáspora puertorriqueña ha dejado una huella cultural importante en los lugares donde se ha establecido. Una huella no tan solo para quienes están fuera de la patria, sino también para aquellos que vamos a su nuevo hogar, y estos nos hacen sentir como en casa.