En alerta: si tienes enfermedades crónicas debes cuidarte más
Ante el COVID-19, aquellos con enfermedades crónicas se exponen a un mayor riesgo de complicaciones que pueden ser graves

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Desde que circularon las primeras noticias sobre la proliferación de un nuevo virus con una alta capacidad de contagio, se ha tratado de ofrecer la mayor cantidad de información posible sobre el virus, denominado SAR-Cov-2, y la enfermedad que causa: COVID-19.
Sin embargo, aunque aún falta mucho por conocer sobre esta enfermedad y la comunidad científica trabaja diligentemente para descubrir un tratamiento que ponga un alto a la pandemia, lo que se sabe hasta el momento debe poner en alerta a toda la población, sobre todo, aquellos que tienen condiciones crónicas de salud para que tomen las medidas preventivas que aseguren su salud.
Algunas estadísticas
Ciertamente, el miedo a una enfermedad desconocida puede causar incertidumbre e histeria, pero, conocer los datos que se han recopilado hasta el momento, puede arrojar alguna luz sobre la COVID-19, enfermedad cuyo mecanismo de infección es similar al de la influenza, pero con un potencial de contagio mayor.
Sobre este particular, el doctor Lumen Vera, especialista en Medicina Interna y director médico del Hospital Menonita de Aibonito, explicó que tanto la influenza (A y B) como la COVID-19 tienen la característica de que se replican dentro de las vías respiratorias, y luego que invaden a la persona, se multiplican rápidamente, indicó el médico, para llamar la atención que el coronavirus 2 es más infeccioso, porque se disemina más fácilmente.
“Con este virus se considera que una persona positiva puede contagiar a cuatro personas más, mientras que con la influenza (el potencial de contagio) es de aproximadamente 1:1”, señaló el internista.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que el rango de fatalidades, incluyendo a las víctimas en China, se encuentran entre el 2 y 4 %, aunque, sin contar los casos de ese país, la tasa de mortalidad por COVID-19 está en 0.7 % aproximadamente, mientras que algunos la sitúan en 0.9 %.
Complicaciones
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) informan que el virus que causa la enfermedad se propaga principalmente entre personas que están en contacto cercano unas con otras (a menos de 6 pies de distancia), a través de las gotitas respiratorias que se producen cuando una persona infectada tose o estornude, o cuando una persona toca una superficie u objeto que tenga el virus y, a su vez, se toca la nariz, la boca o los ojos. Los síntomas son fiebre, tos y dificultad respiratoria.
Si bien se estima que el 80 % de las personas infectadas por la COVID-19 tienen síntomas leves que no requieren hospitalización, se ha reportado que 1 de cada 6 personas pueden enfermarse severamente y desarrollar dificultad respiratoria. También se ha visto que, mundialmente, la probabilidad de muerte incrementa, según aumenta la edad.
Por ejemplo, datos recopilados por Worldometer, un sitio web que agrupa a desarrolladores, investigadores y voluntarios internacionales para dar a conocer estadísticas mundiales, revelan que estas estadísticas van del 3.6 % entre el grupo etario de 60 a 69 años y 8 % entre la población de 70 a 79 años, hasta un 14.8 % en las personas mayores de 80 años.
Dentro de este grupo se ha identificado que aquellos con condiciones médicas preexistentes, como enfermedad cardíaca, hipertensión, diabetes y enfermedad renal, entre otras enfermedades crónicas, están a un mayor riesgo de desarrollar enfermedad grave y hasta la muerte, aunque esto es igualmente cierto para personas menores de 60 años que sufren de enfermedades crónicas como las mencionadas. También se ha encontrado que personas de otras edades que tienen otras condiciones de salud como cáncer u obesidad, o que son inmunosuprimidas (como los pacientes trasplantados o con VIH) están a un mayor riesgo de presentar una manifestación grave de la COVID-19.
Los datos publicados por Worldometer estiman que la probabilidad de fallecer que tiene un paciente de la COVID-19 que presenta comorbilidades, independientemente de su edad, es la siguiente: enfermedad cardiovascular (10.5 %), diabetes (7 %), enfermedad respiratoria crónica (6.3 %), hipertensión (6 %) y cáncer (5.6 %).
¿Qué hace que este virus sea particularmente para las personas con comorbilidades?
“Este virus se aloja, primero en las mucosas nasales y de la garganta, y luego invade la célula. Después que invade la célula, la rompe y ahí es que viene su replicación. El virus tiene la característica de inflamar los alveolos por dos mecanismos: el que causa el virus y por la respuesta del cuerpo ante esa invasión”, subrayó el doctor Vera, al destacar que esta vulnerabilidad de las vías respiratorias pone en riesgo a los pacientes con problemas crónicos de salud, debido a que, por el proceso inflamatorio que se genera, se produce hipoxia o falta de oxígeno que afecta a todos los órganos, sobre todo en aquellas personas que sufren de condiciones de salud subyacentes.
“El coronavirus inflama los pulmones y, por falta de oxígeno, entonces los demás órganos se van en fallo, pero el principal problema es la falta de oxígeno, la hipoxia. Ahí es que vienen las consecuencias para los asmáticos, los cardíacos, los diabéticos y otros pacientes que no tienen todas sus defensas”, dijo el doctor Vera.
Al explicar por qué los pacientes hospitalizados requieren la intubación, el doctor Vera agregó que el virus puede permanecer hasta 3 horas en el aire, por lo que se evita nebulizar al paciente para que no se contamine el aire.
“A los pacientes que llegan con dificultad respiratoria, tratamos de no suministrarles el oxígeno a más de 5 litros porque ahí se crea un tipo de aerosol (nebulización) que va a la mucosa de las personas y al darle oxígeno al paciente, se van tirando gotitas con el virus al aire, de ahí que sea preferible intubarlo para no contaminar las áreas”, detalló el médico.
A continuación, los efectos de la COVID-19 en los órganos de aquellas personas que sufren de enfermedades crónicas, recordando que todos los órganos trabajan al conjunto y cuando uno falla, se desencadenan complicaciones en los demás.
Enfermedades cardiovasculares e hipertensión
Según el doctor Vera, las personas que tienen eventos cardiacos, ya tienen una función cardíaca limitada, que se complicaría ante un diagnóstico de cualquier infección, incluyendo la COVID-19. Esto ocurre porque, al no recibir suficiente oxígeno, el corazón trata de compensar, bombeando más sangre para tratar de obtener más oxígeno, lo que lo sobrecarga y lo debilita aún más.
“El corazón tiene una sola función principal que es recibir la sangre sin oxígeno, bombearla al pulmón, donde ‘recoge’ el oxígeno y recibirla de nuevo para transportarla al resto del cuerpo con oxígeno. Si los pulmones están inflamados, no reciben el oxígeno y el corazón tampoco va a recibir oxígeno y se va a deteriorar. Un corazón débil, tratando de bombear más sangre para bombear más oxígeno se debilita rápidamente”, explicó el internista, quien agregó que las personas con enfermedad cardíaca ya tienen un corazón enfermo, y al no recibir suficiente oxígeno se someten a taquicardia, a bombear más sangre y a trabajar más, para lo que no están preparados.
Por su parte, la cardióloga María L. Ríos, manifestó que aunque las complicaciones cardiovasculares no se dan en todos los pacientes, lo que se ha descrito más frecuentemente es el daño al miocardio y la miocarditis. Añadió que los estudios realizados en China hasta el momento con unos 70,000 pacientes con la COVID-19, colocan el índice de mortalidad entre los pacientes con afecciones cardiovasculares previas en un 10.5 %, una de las más altas después de las complicaciones respiratorias.
La cardióloga enfatizó que el daño al músculo cardíaco se da en quienes ya tienen enfermedad previa.
“Los pacientes que tienen enfermedad cardiovascular previa, que están en ese 10.5 % de mortalidad, usualmente tienen enfermedad de las coronarias, fallo cardíaco, hipertensión y arritmias”, dijo. Agregó que son pacientes mayores que llegan con corazones enfermos y tienen un estresor adicional que es la inflamación por el virus, que los lleva al fallo total de los órganos, sepsis y todo lo demás.
Sin embargo, destacó la doctora Ríos, que de esos 70,000 pacientes, los estudios chinos revelaron que el 10 % desarrolló miocarditis y que, de ese 10 %, casi la mitad, o un 49 %, falleció.
“Gracias a Dios, no es una complicación tan frecuente, porque solo se ve en el 10 % de los pacientes”, acotó Ríos, quien enfatizó que cuando el paciente, aunque sea joven, desarrolla miocarditis, su pronóstico es serio.
No obstante, de los pacientes que no tenían enfermedad cardiovascular previa y desarrollaron miocarditis muchos revirtieron y se pudieron recuperar de esa fase aguda y el corazón se quedó con una fracción de eyección (porcentaje de sangre que sale del corazón cada vez que se contrae) normal, subrayó la doctora Ríos.
“Realmente, en el paciente que no tiene enfermedad previa, que sea joven y que desarrolle complicaciones como miocarditis, daño al ventrículo, shock y otras, si logra sobrepasar la fase aguda, se puede recuperar”, enfatizó la cardióloga y añadió que, hasta el momento, los hallazgos sugieren que la función cardiovascular de estos pacientes afectados por la COVID-19 mejoraría y que, de llegar a desarrollar enfermedad cardiovascular en el futuro, dependería de sus factores de riesgo.
Sobre el planteamiento de que los medicamentos conocidos como inhibidores de los convertidores de angiotensina (ECA) y otros pudieran hacer que la infección por la COVID-19 fuera mayor, la doctora Ríos reconoció que al ser un virus del cual no se tiene mucha información y de panorama cambiante, los pacientes deben continuar tomando sus medicamentos para tratar el fallo cardíaco y la hipertensión como de costumbre.
“Como este es un virus de reciente desarrollo, no podemos dar ninguna directriz de quitar esos medicamentos porque hay muchos pacientes que los necesitan y solamente porque tienes potencialmente un mecanismo fisiopatológico tú no sabes cuán importante es en el desarrollo de la enfermedad”, destacó la cardióloga, al enfatizar que tanto la Asociación Americana del Corazón, como el Colegio Americano de Cardiología, determinaron que los pacientes siguieran tomando sus medicamentos hasta que se hagan más estudios que revelen un potencial daño.
Por su parte, de acuerdo con la Asociación Americana del Corazón, las personas con hipertensión no están a un mayor riesgo de contraer la COVID-19.
Sin embargo, señaló el doctor Vera, los hipertensos tienen comprometidos el corazón y los riñones y estos órganos no están preparados para responder ante la hipoxia característica de la nueva enfermedad, lo que puede llevar a un descontrol.
Diabetes
Aunque las personas con diabetes no tienen un mayor riesgo de contagiarse con coronavirus que la población general, como otras enfermedades crónicas, la diabetes está asociada a un peor pronóstico si la persona se infecta con coronavirus.
Así lo resumió el endocrinólogo Jorge De Jesús. “Se sabe que la condición controlada tiene un mejor pronóstico que cuando el paciente está descontrolado, pero no se tiene el dato exacto. Lo que sí se sabe es que el diabético mayor de 60 años va a tener un peor pronóstico”, agregó el endocrinólogo, quien resaltó que este panorama se complica cuando existen otras comorbilidades como pueden ser la obesidad, la hipertensión y la enfermedad cardiovascular, todas ligadas a casos severos de la COVID-19.
Por su parte, los CDC explican que los altos niveles de azúcar en la sangre propios de la diabetes pueden dañar los vasos sanguíneos, lo cual también puede afectar la función pulmonar. Esto, a su vez, podría aumentar el riesgo de complicaciones en personas con infecciones respiratorias como la COVID-19.
“En general, la diabetes crónica afecta al corazón”, expresó el doctor Vera, quien aseveró que una de las principales causas de muerte en el paciente diabético es, precisamente, las enfermedades del corazón. Según la Asociación Americana de Diabetes (ADA, por sus siglas en inglés), las personas con diabetes descontrolada pueden tener más complicaciones relacionas a la COVID-19, que pueden agravarse si tienen otras complicaciones de la diabetes.
“Cuando el diabético está descontrolado, no tiene todas las defensas para que su cuerpo, que está sometido a un estrés agudo por falta de oxígeno, responda ante la hipoxia, pues tiene sus sistemas inmunológico, cardíaco y renal comprometidos”, recalcó el doctor Vera, al mencionar que la capacidad del cuerpo de combatir infecciones como la COVID-19, se ve seriamente comprometida en estos pacientes.
Por su lado, el doctor De Jesús sostuvo que, cuando el sistema inmune no está trabajando en su máximo, siempre hay infecciones secundarias, como infecciones por neumococo y micoplasma, que pueden complicar el cuadro clínico del paciente con la COVID-19.
“Si el coronavirus está inflamando el pulmón, hay más predisposición de que otras bacterias afecten y una mayor posibilidad de desarrollar una super infección”, advirtió el endocrinólogo.
La ADA agrega que la inflamación que causa la COVID-19 también puede ocasionar complicaciones severas en las personas diabéticas y un mayor riesgo de desarrollar cetoacidosis diabética, que, a su vez puede causar complicaciones serias.
Si bien aún no queda claro por qué la infección por coronavirus parece tener un mayor efecto entre los diabéticos de mayor edad, se sabe que el pobre control de los niveles del azúcar en la sangre también predispone a infecciones y afecta la respuesta inmune del paciente, detalló el doctor De Jesús, al describir que el virus invade las células del tracto respiratorio con más más facilidad y severidad, ocasionando este síndrome respiratorio agudo, que puede ocasionar no solo fallo multiorgánico, sino también sepsis y shock séptico.
De acuerdo con el doctor De Jesús, si consideramos que, en términos generales, la prevalencia de diabetes en Puerto Rico es de un 17 %, el 50 % población es obesa y la gran mayoría de la población son personas mayores de 50 años, con otras comorbilidades, “eso va a predisponer a que aquí, en la isla, esas personas puedan caer enfermas y tener un peor pronóstico”.
Enfermedad respiratoria
El doctor Vera explicó que los asmáticos, los pacientes con enfermedad crónica obstructiva del pulmón, con enfisema y los fumadores ya tienen daños alveolares y cuando el coronavirus, que tiene característica de inflamar los alveolos, los ataca, se quedan sin oxígeno y están más propensos a sufrir fallo respiratorio.
Los CDC establecen que las personas con asma están a un mayor riesgo de enfermarse con la COVID-19, lo que puede afectar su tracto respiratorio, causando un ataque de asma severo que puede desencadenar en pulmonía y enfermedad respiratoria.
Obesidad
“Muchas de las personas obesas, un por ciento bien alto, tienen problemas de hipoventilación”, señaló el internista, y también padecen de episodios de apnea del sueño, en los que no respiran adecuadamente por breves períodos. “Y, en esos períodos que no respiran adecuadamente están sufriendo hipoxia. Si a estas personas les afecta un virus que lo que causa es hipoxia, entonces tienen, en vez de uno, dos mecanismos de hipoxia: la hipoventilación y la hipoxia que causa el virus”, por lo que la enfermedad es doblemente severa en las personas obesas o con sobrepeso.
Cáncer
Aunque no se ha visto que el virus afecte el pronóstico de tumor, la Sociedad Americana del Cáncer explica que la inmunosupresión asociada a la enfermedad y a algunos tratamientos, como la quimioterapia, pueden aumentar el riesgo de complicaciones graves por infecciones en los pacientes oncológicos.
Al explicar cómo ocurre esto, los CDC señalan que el cáncer y la quimioterapia pueden dañar el sistema inmunitario del paciente, al reducir su número de glóbulos blancos en la sangre que combaten las infecciones, dificultándole a su cuerpo luchar contra las infecciones. Una infección como la COVID-19 puede llevar a complicaciones que incluyen problemas respiratorios y fallo de los órganos, por la falta de oxígeno. También puede producir septicemia, que es una respuesta extrema del cuerpo a las infecciones y que podría llevar a la muerte.
VIH
El doctor Iván Meléndez Rivera, principal oficial médico del Centro Ararat Inc., dijo que, en el caso de los pacientes VIH positivos, el punto más importante es que, al no conocer mucho sobre la enfermedad, tenemos que utilizar la historia para poder determinar lo que podría o no pasar.
“En general, no podemos decir categóricamente que un paciente con VIH va a tener más riesgo que otros pacientes, hasta que no tengamos estudios que nos puedan probar exactamente que eso puede ocurrir. Pero, si nos remontamos a la historia de la condición de VIH y al mecanismo de acción que tiene la COVID-19, lo que sí pudiéramos esperar es que si una persona tiene (el contaje de) CD4 —que son un tipo de células que constituyen una parte esencial del sistema inmunitario — en 200 o menos, esta persona tiene un riesgo alto de desarrollar un problema grave con la COVID-19”, detalló el médico especialista en el tratamiento a pacientes con VIH, al recalcar que esto podría ocurrir porque los pacientes tienen el sistema inmunológico deprimido (son inmunodeficientes).
Sin embargo, resaltó que, si la persona es VIH positivo, pero está no detectable y sus defensas están en 500, 600 mil, no debe tener ningún problema adicional al que tendría el resto de la población que no sufre de esta condición de salud.
“No se espera que una persona que está controlada en su condición tenga complicaciones adicionales una vez que entre contacto con el virus”, ripostó. Dentro del contagio, hay que establecer una diferencia entre cómo se manifiestan o no los síntomas, si se desencadenan problemas pulmonares y si estos son de una gravedad que ameritan hospitalización y pueden llevar a la muerte, lo cual varía en la población, aunque se ha visto que el riesgo es aumentado para aquellos mayores de 60 años.
“Estamos hablando de una población de más de 60 años y, a esa edad, ya por naturaleza, el sistema inmunológico empieza a ‘cojear’ un poquito”, explicó el doctor Meléndez Rivera. Recalcó que en el caso del paciente VIH positivo, ese proceso se adelanta por 10 años, lo que disminuiría la edad de riesgo de este grupo a 50 años.
El doctor Meléndez Rivera también llamó la atención a que, estadísticamente hablando, la población VIH positiva tiene uso mayor uso del tabaco, lo que genera que la inflamación producida por la infección causada por el coronavirus aumente su probabilidad de desarrollar una afección pulmonar grave, debido a que el virus puede ingresar más fácilmente por las membranas y causar daño.
“Recordemos que el pulmón se encarga el proceso de oxigenación del cuerpo, en palabras sencillas, de cambiar la sangre sucia por sangre limpia. Cuando este proceso, que es el que se afecta, no puede ocurrir, eso empieza a afectar el resto de los órganos del cuerpo de una forma bastante rápida”, abundó el médico del Centro Ararat Inc., al comentar que, si el paciente ya tiene una condición de salud crónica descontrolada, el daño al cuerpo ocurre de una manera más rápida, lo que dificulta su pronóstico y aumenta el riesgo de mortalidad.
Aunque señaló que todavía es muy temprano para evaluar si la COVID-19 ocasiona daño permanente a los órganos afectados a cualquier paciente infectado con el virus, dijo que harían falta estudios para confirmar esto. Sin embargo, recordó que los pacientes con enfermedades crónicas ya tienen algún tipo de daño que aumenta su riesgo.
Mientras tanto, el médico enfatizó que los pacientes VIH positivos deben continuar con su tratamiento antirretroviral y que no tienen que añadir ningún otro tipo de medicamento.
“Hay unos medicamentos antirretrovirales que se están estudiando para manejar la COVID-19, pero no han demostrado ninguna diferencia entre usarlo y no usarlo, por lo que no se tiene que cambiar la terapia antirretroviral de los pacientes”, aclaró. Las medidas de protección para los pacientes VIH positivos son las mismas que para la población general.
Otros pacientes inmunocomprometidos
Los CDC explican que, hasta el momento, también se desconoce el efecto de la COVID-19 en estos pacientes, pero, nuevamente, tomando como punto de partida la experiencia con otros virus, el efecto es mayor si el contaje de células CD4 es bajo y no están en tratamiento.
“Si el sistema inmunológico está deficiente quiere decir, entonces, que el cuerpo no va a tener la capacidad para destruir ese virus, porque, aunque se tome un medicamento para inhibir sus replicaciones, está vivo y ahí es que puede ir invadiendo diferentes partes del cuerpo”, resumió el médico, al destacar que cuando la COVID-19 afecta los pulmones, se altera, a su vez, el intercambio de oxigenación en el cuerpo y de ahí los diferentes órganos.
Además, “cuando este virus entra a los pulmones causa inflamación y, muchas veces, en las personas inmunocomprometidas, también surgen también procesos bacterianos y se unen un virus y una bacteria a la vez”, agregó, por su lado, el doctor Vera, al mencionar la necesidad de realizar más pruebas para confirmar o descartar casos de coronavirus y de otras enfermedades respiratorias infecciosas.
Para prevenir complicaciones
El doctor Vera recalcó que todas las personas que tiene estas condiciones de salud, al igual que el resto de la población, deben protegerse, quedándose en sus hogares.
“Todavía la mejor medida de prevención es el aislamiento. Y, en ese mensaje de aislamiento, a quien más tenemos que aislar son a las personas que mencionamos: los cardiacos, los diabéticos, los hipertensos, los que tienen EPOC, los asmáticos, los fumadores, los obesos, los pacientes con cáncer, los pacientes inmunológicamente comprometidos, porque puede llegar alguien sin síntomas y los puede contagiar”, enfatizó el internista.
Otras recomendaciones son:
No salir y exponerse. Busca que algún amigo o miembro de la familia haga las compras de suministros, incluyendo de medicamentos.
No recibir visitas. Limita a las personas que van a tu hogar. En lo posible, mantén una distancia de 6 pies de estas. Desinfecta todo lo que hayan tocado.
Evitar tocarse los ojos, la boca y la nariz. El virus se contagia cuando entra en contacto con las mucosas.
Buscar maneras alternativas de mantenerte en contacto con otros. Mantenerse aislado socialmente puede ser un reto para muchas personas, por ello, Consumer Reports recomienda que uses la tecnología para hacerlo, como puede ser las llamadas en videoconferencias como Skype o FaceTime.
Usar guantes. Si tienes alguna condición de salud como cáncer, Susan G. Komen Puerto Rico recomienda que uses guantes cuando estés en lugares públicos o alto riesgo de contagio y que tengas un solo par de zapatos para salir. De ser posible, déjalos fuera del hogar al regreso.
Mantener la ropa y las superficies lo más limpias posible. Susan G. Komen Puerto Rico recomienda utilizar detergentes desinfectantes, alcohol o cloro.
Lavarse las manos adecuadamente, con agua y con jabón por 20 segundos, especialmente después de ir al baño, antes de comer, antes de tocarse la cara y después de sonarse la nariz, toser o estornudar. Debes ser muy meticuloso con esto. Si no tienes agua y jabón a la mano, usa desinfectante con un 60 % de alcohol
Realizar actividades para entretener la mente. Durante el tiempo de aislamiento no tienes que permanecer sin hacer nada: monta rompecabezas, mira películas y oye música, entre otras, para que el cerebro reciba diferentes estímulos.
Consultar con el médico de cabecera cualquier duda. Si tienes algún síntoma o alguna duda sobre tu tratamiento habitual, llama a tu médico de cabecera para que te diga lo que debes hacer. Si necesitas una cita de seguimiento, en Puerto Rico, los médicos pueden hacer consultas vía telemedicina. Verifica si tu médico las hace y aprovecha la tecnología para mantenerte saludable.
No dejar de tomar los medicamentos. Parte de tu cuidado de salud es continuar con tu tratamiento médico. No dejes de tomar tus medicamentos o cambies las dosis, a menos que tu médico así lo indique. Mantén un suministro de 30 días.
Llevar una alimentación balanceada. La alimentación adecuada te ayudará a recibir todos los nutrientes que tu cuerpo necesita. Incluye muchos alimentos de origen vegetal, y menos azúcares y grasas. Hidrátate bien.
Evitar el consumo de alcohol y cigarrillo. De acuerdo con Susan G. Komen Puerto Rico, pueden bajar el sistema inmunológico.
Si debes salir, usar gafas o espejuelos para evitar que el virus entre por la mucosa de los ojos. Consumer Reports también aconseja que evites tocar los botones de los elevadores, las manijas de las puertas o los pasamanos de las escaleras. Si debes hacerlo, hazlo con una servilleta desechable y luego lava o desinfecta tus manos. Si no estás enfermo, el consenso es que no uses mascarillas de protección, pero, si lo haces, recuerda que debes ajustarla bien y recordar que estas no son reusables, por lo que, luego de salir, la debes desechar.
Crear un plan de contingencia. Consumer Reports explica que tengas a la mano los teléfonos de aminos, familiares, profesionales de la salud que te atienden y oficinas de emergencia (estatales y municipales), en caso de que te sientas enfermo. Si desarrollas síntomas, llama a tu médico primero o a la línea de consulta y orientación establecida por el gobierno al 787-999-6202.

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