El ataque cerebral, comúnmente llamado “derrame cerebral”, representa la cuarta causa de muerte tanto en Puerto Rico como en los Estados Unidos. Es la primera condición más prevenible de incapacidad, al ser comparada con otras causas principales de muerte, como las enfermedades cardiacas, el cáncer, la diabetes y el trauma. Anualmente, en los Estados Unidos 795,000 habitantes desarrollan un ataque cerebral nuevo o recurrente, de los cuales 610,000 personas lo sufren por primera vez y 185,000 son recurrentes. En Puerto Rico, estas cifras podrían ser aún mayores.

Un estudio realizado en Puerto Rico con resultados preliminares indica que, en casi 5,000 pacientes admitidos en 29 hospitales, los ataques cerebrales son más comunes en mujeres (49.3%); el 39% de los pacientes utilizan los servicios de emergencias médicas para llegar al hospital y la mortalidad hospitalaria es dos veces mayor en mujeres que en hombres.

Existen dos tipos de ataques. El primero es el isquémico, que comprende el 85% y es causado por la obstrucción aguda de una arteria en el cerebro, ya sea por un coágulo sanguíneo originado en el corazón, una placa ulcerada en la arteria carótida o en una arteria cerebral. El 15% restante, de tipo hemorrágico, puede ser causado por presión arterial descontrolada, por aneurismas i malformaciones vasculares cerebrales o por una combinación de los factores anteriores.

Las causas principales de un ataque cerebral isquémico son: la falta de actividad física asociada a la obesidad, el fumar, el uso de pastillas anticonceptivas, la diabetes, la enfermedad cardiaca, el colesterol elevado, los problemas de coagulación y la vasculitis. La causa principal de los ataques hemorrágicos es la hipertensión descontrolada.

Los signos y los síntomas más comunes en una isquemia son: debilidad súbita de una extremidad o lado del cuerpo, problemas de habla, confusión y problemas visuales. Por otro lado, las hemorragias se presentan con dolor súbito de cabeza, que se describe como el peor en la vida; déficit neurológico parecido a la isquemia, estado profundo de coma y muerte.

Para el manejo agudo del ataque cerebral hay una ventana terapéutica de 4.5 horas para dar medicación intravenosa trombolítica que disuelva los coágulos o trombos de las arterias cerebrales, siempre y cuando no haya sangrado o se reflejen —en CT o MRI— cambios que sugieran una isquemia irreversible. Si hubiera transcurrido un tiempo mayor a esas 4.5 horas, se procede a una terapia invasiva por el servicio de neurocirugía endovascular o neurorradiología intervencional. Esta opción tiene una ventana terapéutica de 6 a 7 horas, luego del ataque cerebral.

En cuanto a los ataques hemorrágicos, el tratamiento va desde cirugía hasta técnicas de neurocirugía endovascular por las que se embolizan aneurismas y malformaciones cerebrales, haciendo uso de materiales como resortes de aneurismas, stents intracraneanos, diversores de flujo y sustancias embólicas líquidas.

La prevención es la manera más certera de evitar un ataque cerebral. Es recomendable una dieta balanceada, el control de la diabetes, la presión arterial, la obesidad y de los niveles de colesterol. A su vez, es importante controlar el consumo de tabaco y alcohol, y tener un buen plan de ejercicio físico.

Comentario

Además de hacer los mayores esfuerzos para prevenir las enfermedades cerebrovasculares, es importante tener presente que, ante un ataque cerebral, es necesario tomar medidas terapéuticas inmediatas, considerando que el “cerebro es tiempo y tiempo es cerebro”.

El autor es nuerocirujano endovascular. Para información, llame al 787-765-8276, o comuníquese con las Clínicas de Cirugía Neuroendovascular, llamando al 787-777-3535, extensión 5447; el Departamento de Neurocirugía de la Escuela de Medicina, de la Universidad de Puerto Rico, llamando al 787-765-8276; o con el Centro de Radiocirugía por Gamma Knife Nathan Rifkinson. Para citas en la Escuela de Medicina, de la Universidad de Puerto Rico, llama al 787-758-7908 o al 787-777-3535, extensión 6758.