No hay duda alguna que LeBron James es uno de los mejores baloncelistas en la historia de la NBA. En tan solo 12 temporadas, James ya ha capturado dos títulos nacionales, cuatro trofeos de Jugador Más Valioso de la serie regular, dos títulos de Jugador Más Valioso de la serie regular, 11 nombramientos de Equipo Todos Estrellas, un premio de Mejor Anotador y dos medallas de oro olímpicas.

Nada mal para un jugador que fue escogido, en el sorteo del 2003, por los Cavaliers de Cleveland acabado de graduarse de escuela superior. Sin embargo, el éxito registrado por James no es casualidad, pues el canastero, prácticamente, había trazado su trayectoria en el baloncesto profesional desde que era un adolescente, tal y como quedó plasmado en una entrevista televisiva que se le realizó, con apena 16 años, luego de ayudar al equipo de St. Vincent-St. Mary’s a ganar su segundo campeonato estatal.

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“Mi meta es llegar a la NBA”, dijo James al reportero Kirk Herbstreit, sin titubear, al preguntarle cuál era su meta principal. “Quiero ser el mejor, aunque tengo que adquirir más fuerza, mejorar mi defensa y mis tiros desde la línea de los tres puntos”, añadió James.

Sus palabras, con apenas 16 años, resultaron ser proféticas, pues James comenzó a brillar desde su temporada inaugural en el 2003 con los Cavaliers, torneo en el que capturó el premio al Novato del Año. James siempre ha demostrado gran madurez y compostura, pese a saltar a la NBA directamente desde la escuela superior y sin jugar un solo partido de baloncesto colegial.

“Tienes que salir todos los días a trabajar y a entrenar fuerte porque siempre hay alguien que también está trabajando igual de fuerte para mejorar, y si te detienes te pueden pasar. Así que mis entrenadores me retan todos los días para mejorar, me reto a mí mismo y mis compañeros también me retan para continuar subiendo. Mi madre me enseñó muchos valores y otras experiencias fuera del baloncesto, y eso me ayuda a mantenerme equilibrado”, enfatizó James.