Nota de la editora: Hoy culminamos del Mes de Orgullo LGBTTIQ+ con esta serie de entrevistas

Lesbiana. Gay. Bisexual. Transexual. Transgénero. Queer. Intersexual. Asexual. Pansexual. Demisexual. Homosexual. No binarie. Pangénero. Cisgénero. Poliamor.

Estas son algunas de las etiquetas que sirven para describir la amplia diversidad que existe en lo referente a las orientaciones sexuales e identidades de género, incluso en las relaciones afectivas. No son camisas de fuerza. Simplemente, como todas las palabras, intentan expresar la complejidad de los seres humanos.

Es habitual escuchar comentarios que critican la abundancia de términos y, algunos, alegan que solo crean “más división” entre comunidades ya de por sí marginadas por la sociedad. Pero, ¿por qué son necesarias las etiquetas (al menos, por ahora)?

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“Cuando tú no le pones nombres a las cosas —esto lo aprendí de una clase de español con la profesora Gloria Prosper— es porque no la estás haciendo existente. Las etiquetas cumplen esa función”, sostuvo Daniela Victoria Arroyo Guzmán.

Aunque la mujer trans reconoce que algunas personas les podría resultar “un poco drenante tener un abecedario completo de etiquetas”, exhortó a comprender que “dentro de la misma diversidad hay más diversidad”.

“Esas etiquetas lo que ayudan es a validar la existencia de esas personas, de lo que sienten y eso es lo que las hace importante”, puntualizó.

Al psicólogo clínico Miguel Vázquez, por su parte, le gustaría vivir en una sociedad utópica donde no hubiese etiquetas de ningún tipo —de sexualidad o étnica, por ejemplo—, pero reconoce su importancia.

“Eliminar las etiquetas nos quita visibilidad. Las etiquetas están para hacer visibles. Por eso tenemos muchas banderas de diversidad sexual y de género. Por eso hacemos el Mes del Orgullo. Porque la visibilidad salva vidas”, puntualizó.

El hombre, quien se identifica como gay, resaltó que las etiquetas “son necesarias” en el campo de la investigación, pues ayudan a conocer las necesidades de grupos específicos de personas. También, aseguró, sirven para poder educar.

“Las etiquetas, tal vez, sean un mal necesario, por ahora. Eventualmente, quizás, no sea un issue (problema), pero no estamos ahí todavía”, manifestó.

Mientras, Ángel Cruz —quien se identifica como queer, trans, no binarie y pansexual— confesó que no le gustan las etiquetas, aunque reconoce su importancia.

“Alguien una vez me enseño que, a lo mejor, es malo ser encajade solo en una cosa, o en varias cosas, pero que son importantes para dar visibilidad y representación a aquellas personas que no tienen voz o que aún no conocen lo que es ser diferente a lo que uno es criado o criade”, aceptó.

Con él coincide el joven universitario Christian Roig Laboy, quien, por su parte, destacó la pluralidad de individuos que existen en la sociedad y el valor que toman al ser nombrados.

“No somos clones, somos de diferentes backgrounds (experiencias de vida) e identidades. Eso es lo que hace una sociedad próspera: tener diferentes puntos de vistas, expresiones, pronombres. Somos únicos y debemos entender que lo único se debe celebrar”, señaló.

“Las etiquetas son importantes porque son humanos quienes las usan y merecen tener el respeto de cómo se identifican”, añadió.