La salud intestinal (o gut health en inglés) es un término utilizado cada vez más por los profesionales de la salud para referirse al impacto directo, tanto positivo como negativo, que tiene nuestra flora intestinal sobre nuestro cuerpo y calidad de vida. Pero ¿qué significa tener un intestino saludable? Se refiere al funcionamiento correcto del sistema digestivo o sistema gastrointestinal (GI, por sus siglas en inglés), el cual comienza en la cavidad oral, la faringe y el esófago, seguidos del estómago, el intestino delgado, el intestino grueso (colon), el recto y el ano.

Nuestro sistema digestivo es responsable de digerir los alimentos que consumimos, absorber los nutrientes y utilizar esos nutrientes para el mantenimiento de nuestro cuerpo. Gozar de una buena salud intestinal, a su vez, se atribuye a tener una buena flora intestinal, la cual se compone de una gran variedad de bacterias saludables ubicadas en mayor concentración en nuestro colon.

Estas bacterias asisten en la digestión, producción de enzimas, regulación de procesos metabólicos, y producción de vitamina K, ácido fólico y ácidos grasos de cadena corta. Además, combaten patógenos y son necesarias para el fortalecimiento de nuestro sistema inmune, ya que alrededor del 70 % de las células inmunitarias se encuentran en el intestino. Por otra parte, la ausencia de síntomas como náuseas, vómitos, diarreas, estreñimiento, presencia de sangre, gases, distensión abdominal y dolor o malestares estomacales también es importante al momento de referirse a un intestino saludable. Cabe destacar que la composición de la flora intestinal es única para cada persona.

Por ende, cuando ocurre algún desbalance, así como la reducción en su diversidad, se relaciona directamente con enfermedades crónicas tales como resistencia a la insulina, diabetes, aumento de peso y obesidad, inflamación, ansiedad, depresión, enfermedad inflamatoria intestinal y cáncer colorrectal. Reforzar la salud de nuestro intestino es uno de los medios más efectivos para mejorar nuestra salud en general y nuestra calidad de vida. A continuación, algunas recomendaciones para el mantenimiento y cuidado de tu salud intestinal.

  1. Manténte hidratado: Una buena hidratación es esencial y juega una función importante en nuestro cuerpo. Estar hidratados nos ayuda a regular nuestra temperatura corporal, lubrica las articulaciones, ayuda a la digestión y la absorción de nutrientes, y desintoxica nuestro cuerpo, al eliminar los productos de desecho por medio de la orina, el sudor y las heces. Aparte de tomar agua, el consumo diario de una variedad de frutas y vegetales aporta a nuestra hidratación, por su contenido natural de agua.
  2. Opta por una dieta balanceada: Evita las dietas restrictivas, ya que, en la mayoría de los casos, ocurre un desequilibrio en la flora intestinal y, al momento de reintroducir los alimentos, pudieras experimentar intolerancias o molestias intestinales. Limita el consumo de alcohol y cafeína, ya que son considerados alimentos irritantes y ocasionan alteraciones metabólicas y problemas gastrointestinales, de haber un exceso. De igual forma, limita los alimentos procesados y refinados. Simplemente, asegura una buena ingesta de fibra diaria, consumiendo productos integrales y legumbres, incluyendo variedad de frutas y hortalizas, y enfatizando en la combinación de colores; y aumenta el consumo de grasas saludables, tales como omega-3 y las provistas por nueces, aceite de oliva, aguacates y pescado.
  3. Añade probióticos y prebióticos a tu dieta: Los probióticos son bacterias vivas que se pueden tomar en forma de suplementos, o, preferiblemente, de fuentes naturales como yogur, kéfir y kimchi. Mientras que los prebióticos suelen conocerse como la fibra dietética que provienen de las frutas y hortalizas. La combinación de probióticos y prebióticos como los brindados, por ejemplo, por el yogur y las frutas, promueven el crecimiento de bacterias saludables en nuestro intestino.
  4. Haz ejercicio con regularidad: Ejercitarte favorece los movimientos intestinales regulares, evitando el estreñimiento o el desarrollo de otras enfermedades crónicas, manteniendo un balance en la flora intestinal y ayudando a nuestra desintoxicación natural.
  5. Reduce el estrés: Se ha demostrado que la falta de manejo del estrés, que provoca altos niveles de cortisol en nuestro cuerpo, así como también la ansiedad, la depresión y los patrones irregulares de sueño, tienen un impacto negativo a la salud. Un exceso de estrés puede verse reflejado en problemas gastrointestinales y la aparición de otros síntomas. Encontrar formas de controlar y aliviar el estrés no solo ayuda a controlar los síntomas, sino que también mejora nuestra salud en general.

Consulta a tu médico y visita a un nutricionista-dietista para trabajar con una alimentación única para ti. Recuerda que un intestino saludable equivale a una vida saludable.

La autora es miembro en la categoría de estudiante del CNDPR.